Según datos de la Agencia Internacional de la Energía, en 2005 la producción mundial de petróleo alcanzó su punto máximo. Esta información ha sido empleada desde entonces para sustentar la idea de una “crisis energética mundial”, debido también al desafío tecnológico –y económico- que representan las perforaciones en aguas profundas.
Otro argumento que abona a este panorama catastrofista es que la investigación y desarrollo de fuentes alternativas de energía desplazarán, en menos de una década, el consumo de petróleo y sus derivados como combustibles.
En México la exportación de petróleo representa la principal fuente de divisas. Tan solo en 2014, los ingresos por la comercialización en el extranjero por parte de Petróleos Mexicanos (Pemex) alcanzaron 35 mil 856 millones de dólares. Para este año la producción de petróleo crudo de Pemex se prevé en 2 millones 400 mil barriles por día y la de gas natural en 5 mil 700 millones de pies cúbicos diarios.
Para el investigador Juan Carlos Chavarría Hernández, adscrito a la Unidad de Energía Renovable del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), ni las cifras oficiales ni los informes internacionales pueden estimar cuándo se agotarán los yacimientos en México.
“En el caso nacional, evidentemente las reservas han disminuido. No es tan fácil saber la disponibilidad que tendremos en un futuro, porque las reservas se catalogan en probadas y probables. Entonces no hay mucha certidumbre, las cifras oficiales no nos pueden dar una certidumbre total para saber hasta cuándo podremos tener petróleo como fuente de energía”, explicó.
Pemex estima que el recurso prospectivo o potencial -volumen de hidrocarburos no descubierto aún-, puede alcanzar un volumen de 52.3 miles de millones de barriles de petróleo crudo equivalente.
Tan sólo en la Cuenca de Burgos, que se extiende a través de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila, se han descubierto importantes yacimientos de petróleo y gas. En 2012, Pemex anunció dos nuevos yacimientos de petróleo en las aguas profundas del Golfo de México. Se estima que en su conjunto, la Cuenca de Burgos aumentaría el potencial del sistema petrolífero localizado en el noreste del Golfo de México de 4 mil a 13 mil millones de barriles.
“Por otro lado está el asunto de que se continúan explorando algunos yacimientos, está el asunto de la explotación en aguas profundas, que se sabe que ahí hay muchos recursos pero como hemos escuchado, son de difícil acceso y se requiere de tecnología sofisticada para poder explotarlos”, agregó el investigador.
El investigador del CICY considera que el desarrollo de tecnologías resolverá en un futuro la demanda de fuentes de energía limpia, barata y accesible. En el caso de la aviación, las investigaciones que apuestan por el uso de hidrógeno o energía solar aún son incipientes, por lo que se requiere de una fuente de energía que ofrezca una solución en el corto plazo.
“La industrial de la aviación requiere de un combustible de transición entre lo que tenemos actualmente, que es turbosina de origen petrolífero y los aviones que en largo plazo funcionarán con energía solar; requerimos de un combustible de transición, justamente en este caso sería la bioturbosina”.
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