Un nuevo documental realizado en Alemania afirma que Adolf Hitler dispuso de un explosivo nuclear y un extraño aeroplano mediante el que arrojarlo a sus enemigos
Mucho se ha hablado sobre la posibilidad de que los nazis pudieran crear una bomba atómica. Con todo, hasta ahora se creía que el «Club Uranio» (el equipo ideado por Adolf Hitler para ganar la carrera armamentística nuclear a los Estados Unidos) no había alcanzado nunca su objetivo. Sin embargo, un nuevo documental emitido la semana pasada por la cadena alemana «ZDF» cree lo contrario. Concretamente, los autores afirman que, en la Segunda Guerra Mundial, los germanos llegaron a construir este ingenio de la ciencia y que planeaban arrojarlo sobre sus enemigos mediante un extraño avión en forma de platillo volante.
En el documental, llamado «La búsqueda de la bomba atómica de Hitler», los autores entrevistan a varios historiadores que afirman haber llegado a estas conclusiones tras tener acceso a una serie de documentos oficiales elaborados por los norteamericanos. Al parecer, estos fueron creados en base a una serie de interrogatorios realizados a varios científicos nazis que participaron en el diseño y la construcción tanto del explosivo como del susodicho aeroplano, además del relato de algunos testigos. De hecho, los expertos llegan a determinar que esta arma no solo se construyó, sino que se llegó a probar con prisioneros de guerra soviéticos.
Un controvertido proyecto
Uno de los historiadores que afirma que los nazis llegaron a construir la bomba atómica es Matthia Uhl, quien ha señalado también que -finalmente- no pudo utilizarse debido a que se terminó de diseñar al final de la contienda. A su vez, tanto este experto como el programa analizan la figura de Hans Kammler, un general de las SS que -históricamente- usó a más de 175.000 presos para trabajar en las fábricas «vergeltungswaffen» (las cuales estaban dedicadas a producir carros de combate y todo tipo de armas).
En palabras de los expertos entrevistados en el documental, Kammler fue puesto al frente del proyecto para lograr conseguir la fisión nuclear y, posteriormente, la bomba atómica. Según se explica en la investigación, uno de los destinos de este oficial fue Turingia, en Alemania del Este, uno de los centros neurológicos de la bomba atómica y del programa espacial germano. No obstante, el explosivo no habría llegado a ser operativo debido a que se logró materializar «en la agonía de la contienda». Aunque eso sí, según los presuntos informes consultados, este arma secreta contaba con un gran poder destructivo.
«ZDF» cita -además de los informes ya comentados- dos documentos de la inteligencia militar soviética en los que se afirman la existencia del programa nuclear. En el primero, los servicios secretos de Stalin señalan que la bomba disponible tiene un diámetro de 1,5 metros y se compone de esferas huecas. Mientras, en el segundo se señala que los nazis han iniciado sus pruebas atómicas en una serie de túneles secretos de Alemania del Este: «Una fuente fiable de Alemania lo ha corroborado: los alemanes han hecho explotar dos de estas bombas en Turingia». Al parecer, Eisenhower ordenó que se llevaran a cabo varios vuelos de reconocimiento sobre la zona para corroborar los datos, pero no se halló nada.
«El club uranio» y los platillos volantes
Dejando de lado los datos ofrecidos por «ZDF», y tal y como señalamos desde ABC en el reportaje «El misterio de la bomba atómica que quisieron fabricar los científicos nazis», la historia oficial nos cuenta que los alemanes intentaron idear un explosivo nuclear, pero no lo consiguieron nuca. El grupo que más cerca estuvo de lograr este objetivo fue el «Club Uranio», al frente del cual se hallaba Werner Heisenberg.
No obstante, los bombardeos constantes sobre los laboratorios al servicio de este objetivo y los problemas económicos provocaron que el proyecto se retrase y, al final, se abandonase. De hecho, los mismos científicos nazis no pudieron contener su asombro cuando fueron informados de que los americanos habían lanzados dos de estas armas sobre Japón.
Tampoco parece factible la teoría sobre los aviones nazis con forma de platillo volante, aunque lo cierto es que no es la primera vez que se escucha este mito. De hecho, una de las leyendas más famosas de la Segunda Guerra Mundial afirma que, en 1940, Hitler ordenó crear estos aeroplanos para generar terror en los pilotos aliados. Con todo, esta teoría ha sido desechada por historiadores tan reconocidos como Jesús Hernández, autor -entre otros- de «Pequeñas grandes historias de la Segunda Guerra Mundial». «Es un mito sin ningún tipo de base, apenas un testimonio de un supuesto vuelo de pruebas», explicaba el experto en declaraciones a ABC. FUENTE
(Fuente: abc.es)
Mucho se ha hablado sobre la posibilidad de que los nazis pudieran crear una bomba atómica. Con todo, hasta ahora se creía que el «Club Uranio» (el equipo ideado por Adolf Hitler para ganar la carrera armamentística nuclear a los Estados Unidos) no había alcanzado nunca su objetivo. Sin embargo, un nuevo documental emitido la semana pasada por la cadena alemana «ZDF» cree lo contrario. Concretamente, los autores afirman que, en la Segunda Guerra Mundial, los germanos llegaron a construir este ingenio de la ciencia y que planeaban arrojarlo sobre sus enemigos mediante un extraño avión en forma de platillo volante.
En el documental, llamado «La búsqueda de la bomba atómica de Hitler», los autores entrevistan a varios historiadores que afirman haber llegado a estas conclusiones tras tener acceso a una serie de documentos oficiales elaborados por los norteamericanos. Al parecer, estos fueron creados en base a una serie de interrogatorios realizados a varios científicos nazis que participaron en el diseño y la construcción tanto del explosivo como del susodicho aeroplano, además del relato de algunos testigos. De hecho, los expertos llegan a determinar que esta arma no solo se construyó, sino que se llegó a probar con prisioneros de guerra soviéticos.
Un controvertido proyecto
Uno de los historiadores que afirma que los nazis llegaron a construir la bomba atómica es Matthia Uhl, quien ha señalado también que -finalmente- no pudo utilizarse debido a que se terminó de diseñar al final de la contienda. A su vez, tanto este experto como el programa analizan la figura de Hans Kammler, un general de las SS que -históricamente- usó a más de 175.000 presos para trabajar en las fábricas «vergeltungswaffen» (las cuales estaban dedicadas a producir carros de combate y todo tipo de armas).
En palabras de los expertos entrevistados en el documental, Kammler fue puesto al frente del proyecto para lograr conseguir la fisión nuclear y, posteriormente, la bomba atómica. Según se explica en la investigación, uno de los destinos de este oficial fue Turingia, en Alemania del Este, uno de los centros neurológicos de la bomba atómica y del programa espacial germano. No obstante, el explosivo no habría llegado a ser operativo debido a que se logró materializar «en la agonía de la contienda». Aunque eso sí, según los presuntos informes consultados, este arma secreta contaba con un gran poder destructivo.
«ZDF» cita -además de los informes ya comentados- dos documentos de la inteligencia militar soviética en los que se afirman la existencia del programa nuclear. En el primero, los servicios secretos de Stalin señalan que la bomba disponible tiene un diámetro de 1,5 metros y se compone de esferas huecas. Mientras, en el segundo se señala que los nazis han iniciado sus pruebas atómicas en una serie de túneles secretos de Alemania del Este: «Una fuente fiable de Alemania lo ha corroborado: los alemanes han hecho explotar dos de estas bombas en Turingia». Al parecer, Eisenhower ordenó que se llevaran a cabo varios vuelos de reconocimiento sobre la zona para corroborar los datos, pero no se halló nada.
«El club uranio» y los platillos volantes
Dejando de lado los datos ofrecidos por «ZDF», y tal y como señalamos desde ABC en el reportaje «El misterio de la bomba atómica que quisieron fabricar los científicos nazis», la historia oficial nos cuenta que los alemanes intentaron idear un explosivo nuclear, pero no lo consiguieron nuca. El grupo que más cerca estuvo de lograr este objetivo fue el «Club Uranio», al frente del cual se hallaba Werner Heisenberg.
No obstante, los bombardeos constantes sobre los laboratorios al servicio de este objetivo y los problemas económicos provocaron que el proyecto se retrase y, al final, se abandonase. De hecho, los mismos científicos nazis no pudieron contener su asombro cuando fueron informados de que los americanos habían lanzados dos de estas armas sobre Japón.
Tampoco parece factible la teoría sobre los aviones nazis con forma de platillo volante, aunque lo cierto es que no es la primera vez que se escucha este mito. De hecho, una de las leyendas más famosas de la Segunda Guerra Mundial afirma que, en 1940, Hitler ordenó crear estos aeroplanos para generar terror en los pilotos aliados. Con todo, esta teoría ha sido desechada por historiadores tan reconocidos como Jesús Hernández, autor -entre otros- de «Pequeñas grandes historias de la Segunda Guerra Mundial». «Es un mito sin ningún tipo de base, apenas un testimonio de un supuesto vuelo de pruebas», explicaba el experto en declaraciones a ABC. FUENTE
(Fuente: abc.es)
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