A la hora de ver tanto el manejo como los resultados de la política exterior de dos potencias como lo son Estados Unidos y Rusia, uno puede darse cuenta de que, por un lado, está el desastroso gobierno de Obama y, por el otro, los acertados movimientos del “ajedrez” de Vladimir Putin.
En la más reciente anotación del presidente ruso, Washington ha cambiado el tono y tenido acercamientos con Moscú para discutir una lucha conjunta en Siria contra el llamado Estado Islámico (ISIS por sus siglas en inglés). El pretexto ha sido el incremento en el apoyo que Rusia está otorgando al régimen de Bashar al-Asad, pero en el fondo la realidad es que este giro en la política estadounidense fue forzado de manera directa, por la crisis de refugiados que está abrumando a Europa.
Y es que como publicó hace algunos días el medio alemán Deutsche Wirtschafts Nachrichten, un hecho decisivo fue el apoyo que el gobierno de la canciller alemana, Angela Merkel, expresó para que Rusia se involucre más en el conflicto sirio. De hecho, dijo que iniciaría un esfuerzo conjunto con ese país y Francia para terminar con la guerra civil en Siria. Por supuesto, la intención es detener ya el flujo de refugiados.
La ministra alemana de Defensa, Ursula von der Leyen, dijo dar la bienvenida a las acciones del presidente Putin “en contra de la organización extremista”, y ser del interés común el combatirla.
Este es entonces el origen fundamental del cambio de postura de Obama, pues no podría insistir en su lucha contra al-Assad si su gran aliado europeo, Alemania, apoya de forma abierta la intervención de Moscú en su favor. De forma implícita lo que han dicho los alemanes es que están convencidos que la huida masiva de sirios, ha sido provocada sobre todo por los radicales islámicos.
En este contexto, recientes imágenes de satélite y reportes periodísticos de ataques masivos extraordinariamente exitosos contra el Estado Islámico en Palmira, han dejado claro que el apoyo ruso pasó a la etapa del envío de armamento pesado y aeronaves. Fuentes militares sirias revelaron a Reuters que estaban usando armas muy precisas proveídas por Rusia.
Putin –por medio de su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov- hizo el ofrecimiento a Washington de unir fuerzas contra ISIS, lo que los puso contra la pared: o aceptaban, o quedaría expuesto que su verdadero interés es derrocar a Assad. No se puede soslayar que ISIS fue un “daño colateral” producto del financiamiento estadounidense a grupos extremistas para desestabilizar a ese régimen. Siria es estratégica en materia económica y geopolítica para Occidente, y ahora que se les salió de las manos el tema ISIS, no tienen de otra que recular y sumarse a su detestado rival ruso.
A Estados Unidos ya no le quedó de otra que afirmar que, como Rusia, está enfocados en derrotar al Estado Islámico. De la vieja postura oficial de Obama contra Assad –que hace dos años lo llevó a casi ordenar su bombardeo-, ya no queda casi nada.
Este es el tercer “gol” que Putin anota a Obama: primero, el asilo otorgado al ex empleado de la CIA y ex contratista de la Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU., Edward Snowden; luego, el haber frustrado el bombardeo a las fuerzas de al-Assad hace un par de años y ahora lo que parece terminaría siendo una especie de “alianza” contra el Estado Islámico.
Con Rusia defendiendo al régimen de Damasco y sin la posibilidad de que EEUU lo eche del poder, una victoria de ISIS y los rebeldes es menos probable que nunca.
Sobre qué efectos tendrá esta presunta “unión de fuerzas” entre Occidente y Rusia está por verse. Como quiera, no perdamos la esperanza de que sea el preludio para que en otros frentes abiertos –como el de Ucrania y las sanciones contra Moscú-, pueda comenzar a haber coincidencias. Ojalá así sea, porque la paz y los acuerdos siempre son frágiles.
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