CIUDAD DE MEXICO (apro).- Fueron “robots cibernéticos”, que utilizan algoritmos y operaciones electrónicas sofisticadas, los que hicieron desplomarse recientemente al peso mexicano, a tal grado que en algún momento se necesitaban más de 20 de ellos para comprar un dólar americano.
No es broma. Ni palabras de algún desquiciado.
Por el contrario, lo dijo alguien con la más amplia reputación nacional e internacional en materia económica, monetaria particularmente, y que hace poco pretendió dirigir el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En efecto, el gobernador del Banco de México (Banxico), Agustín Carstens, dijo eso cuando explicaba lo que había pasado con el tipo de cambio en los últimos meses.
Lo hizo en el marco de la presentación del informe sobre inflación correspondiente al último trimestre de 2015, que es la ocasión en la que habitualmente el Banxico modifica sus pronósticos para la economía nacional.
En este caso, de una proyección para el crecimiento económico en 2016, de entre 2.5 y 3.5% que hizo en el informe anterior, ahora lo cambió a una previsión de entre 2 y 3%.
Para 2017 también cambió sus pronósticos: de un intervalo de 3 a 4%, lo bajó a otro de entre 2.5 y 3.5%.
Pero el énfasis de la conferencia lo hizo en explicar qué ha pasado con el peso mexicano, que ha tenido “una dinámica muy desfavorable, incluso con una depreciación muy acelerada en los primeros 45 días del año”, mayor inclusive que en otras economías emergentes, “cuando el año pasado claramente habíamos tenido una depreciación menor que otras economías”.
Carstens explicó que parte de este comportamiento de la cotización del peso “reflejó factores desestabilizadores externos, como el comportamiento de la economía de China, la divergencia en las economías de los países avanzados, el reajuste de portafolio y sobre todo la caída del precio del petróleo.
“Una parte muy importante que afectó la dinámica del peso es que muchos inversionistas, muchos participantes en el mercado, usaron al peso mexicano para rebalancear su portafolio, cuando realmente lo que querían era cubrir posiciones o en otras divisas o por el temor de caídas subsecuentes en el precio de petróleo.
“Entonces, ese factor, el hecho de que hayan usado al peso como instrumento o vehículo para cubrirse del riesgo de otras divisas fue lo que generó en buena medida el comportamiento tan adverso de la moneda nacional.”
Y vino entonces la perla:
“Esto también se vio afectado por muchas operaciones que se hicieron a través de algoritmos, operaciones que se hacen de manera electrónica; prácticamente con robots cibernéticos que en su momento afectaron esta dinámica y que llevó a que hubiera un aumento importante en la volatilidad en la cotización de la moneda nacional”.
Reveló que las subastas de dólares con las que se pretendió darle liquidez al mercado cambiario y frenar la volatilidad llegaron a ser predecibles. Es decir, que los participantes del mercado ya le habían tomado la medida.
Dijo entonces: “Por eso se juzgó, primero, quitar la predecibilidad de la intervención del Banco de México en el mercado. Tenemos evidencia de que esa intervención, al ser predecible, estaba invitando a acciones de naturaleza especulativa que profundizaban la volatilidad del tipo de cambio y de alguna manera tomaba ventaja de, precisamente, la predecibilidad de las subastas”.
También explicó que por eso cambiaron la estrategia: “Eliminar las subastas predecibles y manteniéndonos, como autoridad, la posibilidad de intervenir directamente cuando tuviéramos evidencia de movimientos erráticos en el mercado cambiario con muy poco volumen, y sobre todo en casos en que haya movimientos del tipo de cambio que no son correspondientes con los fundamentos de la economía mexicana”.
En la ronda de preguntas y respuestas, Carstens no pudo aclarar eso de los “robots cibernéticos” y quiénes los manejan.
Dijo:
“Nosotros no tenemos la capacidad de identificar quiénes están detrás de muchas de estas operaciones. Muchas de éstas se hacen fuera de México. Como sabemos, el peso es una de las divisas más transadas (así dijo), de hecho la más transada de países emergentes.
“Eso, en términos netos, eso es un aspecto positivo para México, porque eso le da mucha confianza a los inversionistas para traer recursos a México. Y de hecho no ha sido la única divisa, de países avanzados inclusive, que han sufrido de este tipo de estrategia.
“Entonces, no es un problema exclusivo de México; es un problema que simplemente la aplicación de tecnologías avanzadas que, por lo menos en el corto plazo, han inducido mayor volatilidad”
Por cierto, pese a la nueva estrategia, el tipo de cambio al mayoreo cerró en 17.90 pesos por dólar. Y en ventanillas bancarias, en 18.23 pesos por dólar.
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