Sin embargo, si le dieran la espalda, la clase política completa se deslegitimaría al echar por la borda el voto democrático por el cual ellos mismos resultaron electos. La democracia occidental empezaría su formal entierro.
Es por lo anterior que a pesar del pataleo, el Brexit se va a dar. No hay excusa válidapara ignorar la decisión mayoritaria de los británicos.
El hecho es tan trascendente, que en la historia quedará marcado como el inicio de una nueva gran crisis global. No es que el Brexit sea la causa, sino un síntoma más de la catástrofe económica que han creado los verdaderos responsables del desastre: los bancos centrales –en especial la Fed estadounidense-, a los que casi nadie toca ni con el pétalo de una rosa.
Su sistema monetario fíat basado en la expansión permanente del consumo y la deuda, es insostenible.
En ello radica la gravedad de la crisis que en el país, tanto Banxico como el gobierno federal, minimizan. Será el “catarrito” de esta década.
En cambio, verdaderos expertos de los mercados y académicos han advertido que lo peor aún está por venir. Por ejemplo, Jim Rogers, el gurú de las materias primas, dijo esta semana en entrevista con Yahoo Finance que la crisis post Brexit será “peor que cualquier mercado bajista (bear market) que hayas visto en tu vida”.
Por su parte, el influyente inversor George Soros –ex socio de Rogers en el Fondo Quantum- pronosticó una inevitable “desintegración desordenada” de la UE. Puede ser.
Pese a ello, saldrá mejor librado el bando que opte por la vía de la libertad y la apertura comercial total.
En este sentido, el Reino Unido tiene más probabilidades de que le vaya bien que la propia UE, contra quien juegan su tamaño y obesidad burocrática.
La UE enfrentará ahora la disyuntiva de si castigar (y así autocastigarse) a los británicos y cerrarles la puerta de sus bienes, servicios y capitales para desalentar la salida de otros países, o negociar una integración como la que tienen Suiza y Noruega, que nunca han formado parte de ella. Ese sería el camino correcto.
El prominente economista y profesor de la Universidad de Columbia, Xavier Sala-i-Martin, ve además otro desafío para el éxito de la UE. Dice que ya sin la Gran Bretaña –cabeza del sector más liberal de la Unión-, los países intervencionistas “tendrán vía libre para entrometerse y poner barreras a la libertad de empresa. Veremos una Europa más regulada, más intervenida, con más impuestos, con menos libertad y, como consecuencia de todo esto, con menos progreso económico a medio y largo plazo.” Estamos de acuerdo.
En suma, Europa y el mundo entero enfrentan una grave tendencia hacia el populismo de derechas e izquierdas –eufemismo para lo que en realidad es socialismo en diferentes grados- como consecuencia de la crisis provocada por un sistema monetario insostenible que los intervencionistas achacan convenencieramente al “libre mercado”. Mienten como acostumbran.
Así pues, el proteccionismo, la cerrazón y la intervención gubernamental en la economía –que le dan rentabilidad política a los populistas-, condenarán a la pobreza y el atraso a todos los que caigan en sus garras.
Aquellos que logren escapar de ese círculo vicioso generador de miseria y escasez, les irá bien, sea Reino Unido, México, o la región que sea.
Como afirma nuestro amigo el economista español Juan Ramón Rallo, la campaña debe ser entonces por un “liberalismo cosmopolita y respetuoso de la autoorganización política descentralizada.” Esa es la oportunidad que traerá el Brexit.
La libertad es el camino correcto para elevar el nivel de vida de la gente. Son las personas y las empresas las que generan la riqueza, y el gobierno, mucho ayuda si no estorba. El populismo es, el gran enemigo a vencer detrás del Brexit.
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