“…me gustaría que ellos (los soviéticos) dejen de entrometerse en el conflicto Malvinas”
Ronald Reagan, presidente de los Estados Unidos, 14 de abril de 1982
La guerra fría puede entenderse como un conflicto cierto entre las dos superpotencias (la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y Estados Unidos de América) que se exteriorizaba en campos de batalla secundarios, o como la eterna preparación para la gran conflagración la cual, felizmente, jamás se produjo.
En todos los casos, la bipolaridad del mundo imponía una constante diligencia en la vigilancia de las actividades del enemigo, cuyo obtenido podía acercarse a los aliados / satélites o, como sucedía en la mayor parte de los casos, ser asimilado como enseñanza para un conflicto bélico futuro.
Siguiendo esta lógica, la movilización de la flota británica y, ulteriormente la guerra aeronaval que se suscitó en el Atlántico Sur de abril a junio de 1982 dio una imperdible oportunidad a la Unión Soviética para tratar de entender como peleaban las fuerzas armadas de la Gran Bretaña y, por extensión, todas las adscriptas a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)
Así las cosas, la Unión Soviética movilizó diversos medios de espionaje aéreo, naval y espacial, los cuales, además de los beneficios esperados, le permitieron tener un seguimiento casi en tiempo real de los acontecimientos en Malvinas.
Veamos en detalle cual fue la participación de los medios soviéticos en Malvinas, y dejaremos para otro momento el tratar de establecer si la información colectada fue pasada de alguna forma a las fuerzas argentinas.
La Aviación Naval Soviética. Los Tu-95 “Bear D”.
Desde el año 1977, el 392º Regimiento Aéreo Independiente de Reconocimiento a Larga Distancia de la Armada Soviética, desplegaba una sección de aviones TU-95RTs (Código OTAN “Bear D”) al aeropuerto de Luanda, Angola.
Estos grandes aviones cuatrimotores, derivaciones de reconocimiento marítimo de un modelo ya vetusto de bombardeo estratégico, contaban con excelentes radares y equipos electrónicos. Sus tripulaciones, asimismo, estaban acostumbradas a interactuar con buques de superficie y submarinos, en tanto uno de sus propósitos era el de buscar blancos para los misiles anti-navío de largo alcance que estos portaban.
Su misión desde Angola era meramente la de establecer presencia soviética en el Atlántico Sur, así como monitorear el tráfico mercante que, habiendo pasado por el Cabo de Buena Esperanza, se dirigía al hemisferio norte. Encontrándose fuera del área habitual de operaciones de las marinas occidentales, las tripulaciones tenían una vida relativamente apacible, volando menos de 200 horas anuales.
El conflicto Malvinas hizo que el destacamento, que operaba a 10.950 km de su base habitual en el aeródromo de Fedotovo (norte de Rusia) se volviera especialmente activo. Específicamente, se le ordenó seguir la evolución de la flota británica, ver su composición y formación, tomar fotografías de los buques y recoger inteligencia electrónica.
Los cuatrimotores “Bear” volaron más de 100 horas solo en abril, en misiones que duraban hasta 15 horas, sin aeródromos de alternativa y muchas veces habiendo perdido la comunicación radial con su base, que terminaban usualmente a mil pies o menos casi sobre la vertical de cualquiera de los dos portaaviones británicos.
Como recuerda uno de los comandantes de las aeronaves:
Se nos ordenó que siguiéramos a los británicos hasta el Atlántico Sur desde la Bahía de Vizcaya, tan pronto como la armada zarpó rumbo a las Malvinas. Volando desde Angola los seguimos todo el camino. Podíamos ver claramente colocados sobre cubierta de los portaaviones los cazas “Harrier.”
Más tarde, una vez que regresaron, otra vez fue necesario examinar al Hermes, ya que las comunicaciones interceptadas mencionaban que el portaviones había sido dañado por misiles argentinos y era probable que tuviese que sufrir reparaciones extensas. (Coronel Gueorguiy Bul’bénkov, Aviación Naval de la Armada Soviética)
Es interesante comentar que el vuelo de observación del portaaviones británico HMS Hermes que menciona el Coronel Bul’bénkov, ocurrido el día 11 de julio, fue interceptado por un avión Phantom FRG.2 del Escuadrón 29 de la RAF, que despegó desde el aeropuerto Wideawake, en la isla de Ascensión.
Estas interceptaciones no dejaban de ser habituales pero, lejos de lo que muestran las películas, los aviones no se apuntaban sus armas unos a otros (el “Bear D” posee armamento en su cola) ni se acercaban en demasía.
Finalizada la contienda, los “Osos” volvieron a sus tareas habituales y, años después, dejaron de volar desde Angola.
Buques espía.
La presencia de buques espías de la Unión Soviética fue común en cada despliegue militar de la OTAN en la guerra fría. Con ellos, la Armada Roja mitigaba la ausencia de estaciones terrestres que pudieran captar información electrónica de los buques enemigos.
Estos buques fueron, en un comienzo, pesqueros de arrastre convertidos pero, a la largo de los años y a medida que el uso del espectro electromagnético se fue haciendo más asiduo y complicado, nacieron diversos tipos especializados, con sofisticados equipos de guerra electrónica, interceptación de comunicaciones, descifrado de datos y otros similares.
El conocimiento que brindaban estos buques para el alto mando servía para entender que pretendían las marinas enemigas y, sobre todo, para saber como deberían enfrentarlas en el mar.
En el conflicto Malvinas intervino un solo buque del tipo llamado por los soviéticos “SSV” (“Sudno Svyazyy”, que se puede traducir como “Buque de Comunicaciones”), pero otros, pesqueros o buques factoría, también estuvieron realizando inteligencia en las aguas de Atlántico Sur.
Se debe tener en cuenta, especialmente, que la flota mercante y pesquera de la URSS era controlada por el estado (como todo en un régimen comunista), y que muchas veces embarcaba en sus buques personal militar. No era de extrañar, por ello, que muchas veces se suscitaran “problemas”, que hacían que tuvieran que atracar en un puerto no tan amigo, saliendo su tripulación a tomar fotografías “turísticas” de instalaciones de interés militar.
Dentro de la primera categoría, cabe considerar al Zaporozhye (CER-501), el cual, a fines de marzo de 1982, se encontraba registrando electrónicamente cierta actividad antisubmarina de la OTAN en el Mar de las Hébridas, al noroeste de Escocia. El buque según constancias de la época, operaba conjuntamente con un submarino tipo Proyecto 671 (Código OTAN, Victor): mientras el submarino testeaba las defensas, el buque espía constataba las reacciones.
El 501 era un buque de 4.500 toneladas de desplazamiento, de la clase Primorye (Proyecto 394B) que llevaba a 160 hombres a cargo del Capitán de Primera Clase P. Zyryanov. Un buque relativamente moderno, pero de diseño viejo (sus primos eran buques factoría), con una tripulación bien entrenada para las tensiones de la guerra fría en el mar.
La presencia del buque en la zona no dejaba de ser habitual, en tanto la existencia de diversas bases de la Royal Navy y de la US Navy, pero resulta (visto retrospectivamente) una indudable coincidencia con los eventos que sucederían días después en el Atlántico Sur, teniendo en cuenta que desde allí podría monitorear la partida de submarinos nucleares hacia las zonas de conflicto.
Una vez recuperadas las Islas Malvinas, el 501 se mantuvo en su estación y, desplegada la flota británica hacia el sur, comenzó a seguir su derrotero hasta alcanzar la Isla de Ascensión.
La flota británica se detuvo en ese importantísimo punto logístico, quedando el buque espía a una distancia entre 3 y 15 millas de la isla, donde podría tanto realizar observaciones al tráfico mercante y aéreo, como dedicarse a su función de inteligencia electrónica específica.
El Zaporozhye era constantemente observado por aviones de patrulla “Nimrod”, así como los “Phantom” FRG.2 y “Harrier” Gr.3 de la RAF estacionados en la isla practicaban ataques aeronavales contra el mismo.
Como recuerda un radiooperador del buque:
Escuchamos por la radio “- Blanco primario, distancia tanto dirección otro tanto”. Nos quedamos pensando “¿Qué es eso del blanco primario?” Entonces, de vuelta “Distancia 500”, luego “300” , por último “estoy sobre el blanco” e inmediatamente notamos un sonido de un jet sobre el buque”
No eran estos los únicos favores de la guarnición de la isla, en tanto se programaron muchos vuelos de helicópteros “Chinook” los cuales intentaron provocar un daño “accidental” a antenas y mástiles del buque espía, utilizando como arma el feroz tornado que provocaban sus rotores. Ninguno de ellos tuvo, hasta lo que se sabe, el resultado esperado y tampoco provocó reacciones de las defensas antiaéreas del 501.
Es bueno recordar que en plena guerra fría los contendientes eran sutiles en sus acciones y reacciones, ambos teniendo en claro que cualquier incidente aún menor podía tener consecuencias inimaginables.
El Zaporozhye estuvo finalmente 153 días totales en el mar, navegando 19.000 millas náuticas sin mayores complicaciones.
Mucho más al sur, otros buques soviéticos cumplían, encubiertos, su rol de inteligencia. Uno de ellos habría sido el Akademik Knipovich, un buque de investigación antártica soviético que el día 15 de abril de 1982 entró al puerto de Ushuaia. Otro habría sido un buque factoría, que navegaba disimulado entre 25 pesqueros polacos y soviéticos, el cual sería confundido electrónicamente por un avión S-2E “Tracker” (se creyó que era una fragata británica) el día 2 de mayo.
Es dudoso si el pesquero soviético Belokamensk, quien participó (previa autorización expresa del Ministerio de Relaciones Exteriores de la URSS) del rescate de tres cadáveres del Crucero ARA General Belgrano, estuvo realizando tareas de espionaje.
Lo cierto es que el buque abandonó sus faenas y se encaminó a realizar tareas de salvataje, aún sin muchas esperanzas de poder encontrar sobrevivientes.
Un ingeniero del buque el Dr. Vasili Terentyev, recuerda:
"No teníamos esperanza, ya que la temperatura del agua no sube de los 7º C, nadie puede sobrevivir a la demora en el rescate. Se pudo rescatar a tres argentinos en sus salvavidas naranjas, todos sin signos de vida. Los cuerpos habían sido atacados por las gaviotas. Se dejaron en el freezer y se siguió buscando, pero llegó la orden de Moscú de frenar la búsqueda y dirigirse al puerto más cercano en Argentina, donde se ordenó no desembarcar”
Los cuerpos fueron cargados en un bote que se acercó al buque y los tripulantes miraron por sus binoculares mientras en el puerto estaban muchos de los habitantes de Río Gallegos.
Vale aquí agregar que la presencia de buques soviéticos en el rescate de náufragos del Belgrano generó, luego de la guerra, rumores que personas en el buque fallecidas se encontraban viviendo en la Unión Soviética. Inclusive, dichos comentarios fueron ventilados en el parlamento británico, sin llegarse a nada concreto.
La Flota de Mar Soviética.
Los navíos de guerra de la orgullosa Armada Roja tuvieron una participación secundaria en la recolección de inteligencia del conflicto Malvinas, algo que resulta lógico, teniendo en cuenta que no resultan plataformas especializadas, así como su presencia resulta lo suficientemente amedrentadora como para hacer que cesen las operaciones habituales de las fuerzas en pugna.
A mediados de abril, existían solamente cinco buques de guerra soviéticos en el Atlántico Sur, entre ellos un grupo de batalla centrado en el crucero porta helicópteros Moskva (Proyecto 1123).
Este buque, especializado en guerra antisubmarina, poseía un grupo aéreo embarcado de 14 helicópteros Ka-25 (en versiones OTAN “Hormone-A” y “Hormone-B”) y, conjuntamente con su escolta y un buque logístico, tocó los puertos de Africa Occidental de Lagos (Nigeria), Luanda (Angola) y Point Noire (Congo).
Este grupo de superficie se habría mantenido en aguas africanas, realizando posiblemente tareas de escucha, aún cuando ciertas versiones que circulan en páginas de Internet rusas, indican que se tenía planeado que pasara a la “caza” de submarinos británicos en caso que se lanzara un ataque nuclear contra la Argentina. Dicho trascendido indica que la inteligencia soviética había detectado a un submarino de bombardeo estratégico posicionándose para atacar la Argentina y, por tanto, se habrían tomado medidas para prevenir o sancionar su actividad.
Amén de estos rumores inconfirmados (ya que posiblemente el grupo de tareas soviético estaba haciendo tareas habituales de “mostrar de la bandera” cuando estalló la guerra), vale señalar que el otro buque soviético que tuvo alguna actividad durante el conflicto Malvinas, fue el crucero Mariscal Timoshenko (Proyecto 1134A, Kresta II), que se acercó al HMS Hermes entre la Isla Ascensión y las Azores el día 16 de julio, habiendo desplegado un día antes un helicóptero para investigarlo de muy cerca.
Sin embargo, como queda dicho, la actividad de la Flota de Mar Soviética fue puramente circunstancial en el conflicto.
Submarinos.
El submarino es quizá el mejor medio para realizar inteligencia, y por eso no es de extrañar la presencia de submarinos soviéticos en las aguas de operaciones.
Debo aquí decir que, en lo que respecta a fuentes confirmadas, ya he tratado el tema en “Tras los Submarinos Ingleses” (Instituto de Publicaciones Navales, 2010). Entraré aquí en un terreno resbaladizo, cual es el de opinar acerca de operaciones de submarinos recurriendo a fuentes periodísticas y otros.
Adelanto que mi opinión no ha cambiado respecto de lo que indiqué en el libro precitado (que es probable la existencia de un submarino soviético, pero a la fecha no ha sido confirmada)
Ahora bien, la bibliografía disponible hace mención a diversos tipos de submarinos soviéticos involucrados, a saber:
Submarino nuclear clase Víctor.
El mismo habría operado en Ascensión con el mismo patrón que se utilizó para el CCB-501 en el Mar de las Hébridas. La idea que subyace esta tesis es que el buque espía no viajó solo, sino que fue acompañado, en forma subrepticia, por este submarino.
Submarino nuclear clase Echo II, re-desplegado desde el Océano Indico.
Se intenta con ello “mantener el honor” de los comandos antisubmarinos de la US Navy y Royal Navy, quienes indicaban que ningún submarino se había perdido en el Atlántico Norte y, por otra parte, justificar muchos avistamientos en el Atlántico Sur (y con ello, “mantener el honor” de los capitanes de los buques como la HMS Yarmouthque indicaban que habían atacado submarinos desconocidos)
Submarino convencional clase Kilo, desde Kola.
Siendo improbable que un submarino convencional pueda seguir a la flota, teniendo en cuenta su alta velocidad de tránsito. El origen de la versión me es desconocido.
Submarino nuclear clase Oscar I, numeral K-525 Arcángel (Comandante en Abril de 1982, AP Ilyushkin)
Es el presente un caso interesante. Un personaje relacionado con el mundillo submarinista ruso, me indicó que existe información acerca que este submarino siguió a la flota británica desde el 5 de abril al 21 de mayo de 1982.
La historia oficial del submarino indica que estaba haciendo tests de torpedos de 650 / 533 mm y de misiles Granit / SS-N-19 (normal, ya que fue comisionado el 21 de enero de 1981), pero realmente –se comentó- se habría orientado hacia el Atlántico Sur, con instrucciones (aún hoy secretas) de hundir a ambos portaaviones británicos si le fuera ordenado.
Nuevamente, la Unión Soviética temía la utilización de armas nucleares sobre Argentina, siendo (según esta versión) este submarino su reaseguro. Por tanto, abortó su misión cuando se entendió que las mismas no serían lanzadas.
Durante su patrulla, la misma fuente informa, habría sido atacado por fuerzas argentinas, que no habrían logrado un impacto.
Si bien es la versión que parece más descabellada, dos datos en particular dejan flotando en el aire una idea de realidad.
El primero es que el entonces Presidente Leonaldo F. Galtieri informó al General Haig (el “mediador” estadounidense) que los soviéticos le habían ofrecido hundir a un portaaviones y que la Argentina tome el crédito; por lo que puede entenderse que existía un submarino con esa misión. Obviamente, pudo tratarse de una estratagema del argentino o, cuando no y como se dice, de una conversación en una noche con copas de más.
El segundo tiene relación con el sistema de armas que utilizaba el submarino, consistente en los misiles antibuque de largo alcance SS-N-19. Dichos misiles, en lo que hace a su adquisición de blancos, se encuentra asociado a la constelación de satélites “Leyenda”. Debe señalarse que dichos satélites se utilizaron por primera vez para observar las maniobras de Malvinas, ufanándose el Ministerio de Defensa Soviético que “permitió establecer con antelación lugar y fecha del desembarco británico” (en San Carlos, el 21 de Mayo). Si se piensa en la asociación submarino-satélite como un sistema para favorecer a los misiles, sería ilógico pensar que uno pudo ser utilizado sin el otro.
Submarino convencional clase Foxtrot, operando desde Angola.
Este es el único submarino cuya presencia fue confirmada por la US Navy, aún cuando es desconocido cuanto se acercó al área Malvinas o a la de tránsito de la flota británica.
Por último, vale señalar que la mayoría de las fuentes coinciden en que fueron no más de dos los submarinos soviéticos afectados a las operaciones de Malvinas aún, como hice ver, no se ponen de acuerdo en cual de ellos se trataba.
En suma, posiblemente haya existido algún submarino soviético rondando las aguas del Atlántico Sur. A la fecha, sin embargo, no existen certezas y solo transcendidos y comentarios algunos, como dije, más que interesantes.
Satélites.
De los 101 lanzamientos al espacio durante 1982, la Unión Soviética, sin embargo, aplicó solo un número limitado de satélites al conflicto del Atlántico Sur.
Cabe señalar que la inmensa mayoría de los ingenios especiales soviéticos de reconocimiento espacial de ese momento implicaban el uso de cámaras fotográficas con film, el cual era lanzado una vez que el satélite pasaba por territorio continental soviético. Ello hacía que no fueran aptos para seguir los movimientos de un teatro aeronaval, amén que no eran ayudados por la siempre nubosa meteorología malvinense.
Asimismo, los satélites soviéticos poseían una duración en el espacio increíblemente limitada, en algunos casos de solo unas semanas, por lo que no podía contarse con elementos en órbita para obtener ya información.
Puede entenderse los satélites Kosmos-1368 (de reconocimiento fotográfico, que pasó a 240 km de altura sobre Malvinas todos los días de mayo y junio a las 11:00 am), Kosmos-1455, de inteligencia electrónica y Kosmos 1365 y 1372, de reconocimiento radar, fueron los que aportaron la información más importante acerca de lo que estaba sucediendo en las islas y sus alrededores.
Asimismo, como se indicó más arriba, se utilizaron otros sistemas satelitales, como el “Leyenda” de búsqueda de adquisición de blancos para misiles crucero.
Conclusión.
La Unión Soviética se benefició enormemente con la información obtenida durante la Guerra de Malvinas, tanto por los medios antes reseñados como por otros (espías, inteligencia realizada en otros teatros y demases)
Por ejemplo, los ejercicios de la flota soviética durante los años 1983 y 1984 reflejan la preocupación con que observaron las debilidades de la Royal Navy en lo que hace a defensas antimisil, debilidades que se replicaban también en la armada soviética.
Asimismo, fueron motivo de estudio las formaciones de la flota, la ubicación de piquetes radar y antisubmarino, la seguridad en las comunicaciones y otros tópicos, capitalizando la experiencia ajena.
Vale agregar que lo sucedido en el año 1982 otorgó un crédito muy importante a las fuerzas armadas argentinas, el que se sigue manteniendo a la fecha, según lo que puede leerse de la bibliografía rusa actual.
Como se dijo, la Unión Soviética obtuvo mucha información en una guerra que fue bisagra para el conflicto aeronaval, la cual utilizó en su provecho. En otro momento analizaremos cuanto de ello llegó o podría haber llegado a la Argentina. Por ahora, solo concluyamos que poseyeron información oportuna y más que interesante para compartir.
El autor:
Mariano Pablo Sciaroni es abogado (UCA / 1999) y Magister en Estrategia y Geopolítica (ESG-EA / 2007).
Es autor de “Malvinas – Tras los Submarinos Ingleses”, publicado por el Instituto de Publicaciones Navales en el año 2010, así como de numerosos artículos sobre temas navales en revistas especializadas y páginas de Internet.
Es profesor ayudante en las materias Derecho Procesal Civil y Comercial II y Seminario de Práctica Profesional, en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Católica Argentina. En su actividad profesional, se ha especializado en litigios y derecho de seguros, habiendo escrito varios artículos sobre la temática.
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