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lunes, 22 de agosto de 2016

El misterio de Daniel Dunglas Home, el hombre que podía volar


Cuando tenía cuatro años de edad comunicó a su madre que su prima fallecería. A los dos días murió ante el asombro de su progenitora y ésta recordó que cuando era una niña, ella misma y su hermano poseían dotes de clarividencia. Pero su hijo les superaba con creces.

A los trece años su madre se vio obligada a mandarlo a Estados Unidos con sus tíos a causa de la fuerte crisis económica que sufría Edimburgo. Allí Daniel hizo amistad con un muchacho que se llamaba Edwin con quien solía leer la Biblia. E hicieron un extraño pacto: quien muriera primero debía avisar al otro.

Una noche de junio de 1846, a Daniel le despertó una luz: se trataba de Edwin que se le había aparecido a los pies de la cama. En aquel momento supo que su amigo había fallecido. Al confirmarse la noticia, los tíos se trastornaron.



Comenzaron a desarrollarse extraños acontecimientos en su propia casa: sillas deslizándose por sí solas, objetos volando y estrellándose contra las paredes. Los tíos creyeron que el demonio había poseído a su sobrino y lo echaron de su casa.

Daniel inició entonces una vida errante por todo el país y finalmente conoció a Mrs. Hayden, una famosa médium ante quien realizó otro prodigio: la levitación.



Fue estudiado por médicos y profesores de la Universidad de Harvard, y declararon que no podían explicar científicamente como podía levitar Home.

Su popularidad fue creciendo y cuando volvió a Inglaterra todo el mundo lo aclamaba. Por aquél entonces estaba enfermo de tuberculosis, pero fue recibido de tal manera en Londres, que su enfermedad quedó en un segundo plano y se dedicó plenamente a las demostraciones de sus poderes.

Su fama llegó a tal punto que el emperador de Francia, Napoleón III y su esposa, Eugenia de Montijo, lo invitaron al palacio y allí ejecutó otra proeza: hizo materializar de la nada un lápiz, tras el que apareció una mano que trazó una rúbrica en un papel que estaba sobre la mesa. La rúbrica, como después fue avalado por peritos calígrafos, correspondía a la firma de Napoleón Bonaparte.



Un día se reunieron grandes personalidades de las ciencias y las artes para presenciar las peripecias de Daniel Dunglas Home. Allí estuvieron personalidades tales como Sir William Crookes, Michael Faraday, Charles Darwin, Leon Tolstoi y Arthur Conan Doyle.

Tras ver a Home levitar, salir por una ventana del tercer piso donde se encontraban, verlo llegar hasta la segunda planta, acceder a una habitación, sentarse y luego elevarse, llegar otra vez al tercer piso, hablar en una lengua desconocida y mostrar un aire de cansancio, los asombrados asistentes no sabían que opinar.

Sir William Crookes declaró que Home poseía una singular fuerza psíquica. Charles Darwin, que estaba de moda desde que lanzó su teoría revolucionaria de la evolución, se mostró muy prudente. El antropólogo Francis Galton afirmó que Home no era ningún charlatán, y de igual manera se expresarían el matemático August Morgan y el escritor ruso León Tolstoi.

Home murió en 1886 sin que se hubiera podido comprobar alguna falsedad o truco en sus actos.

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