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miércoles, 16 de enero de 2019

La retirada de tropas de Siria revela el alarmante pensamiento arraigado en la élite de EE.UU"

La decisión de Trump ha causado fuertes críticas en los medios y círculos políticos de Washington.



El presidente estadounidense, Donald Trump, se equivocó al afirmar que su país destruyó el Estado Islámico en gran parte de Siria —fueron Rusia y sus aliados los que lo hicieron—, pero hace lo correcto al anunciar la retirada de unos 2.000 efectivos estadounidenses de ese país devastado por la guerra, opina el politólogo estadounidense Stephen Cohen.

Este profesor emérito de historia, ciencias políticas y estudios rusos en la Universidad de Princeton y de Nueva York señaló en un artículo para The Nation que el pequeño contingente estadounidense no sirve para ningún propósito positivo táctico o estratégico a menos que sea para frustrar las negociaciones de paz dirigidas por Rusia o para ser una base de partida en una guerra de EE.UU. contra Irán.

Peor aún, su presencia representa un riesgo constante de que militares estadounidense puedan morir a manos de las fuerzas rusas que también operan en esa área relativamente pequeña y convertir así la nueva Guerra Fría en un conflicto muy caliente, aunque sea involuntariamente.

"Entendiera o no Trump este peligro, su decisión, si se hace realidad —se enfrenta a una fuerte oposición en Washington— hará que las relaciones entre EE.UU. y Rusia, y por lo tanto el mundo, sean algo más seguras", indicó el analista.

Aun así, la decisión de Trump sobre Siria, junto con su orden de reducir a la mitad las fuerzas estadounidenses en Afganistán, ha sido "condenada", según reportó The New York Times con aprobación, "a lo largo del espectro ideológico", por "la izquierda y la derecha".

Analizando estas condenas, particularmente en The New York Times y The Washington Post, que Cohen describió como "medios usados para formar la opinión pública", y en los interminables y "sustancialmente desinformados" segmentos de MSNBC y CNN, el experto revela el "pensamiento alarmante que está profundamente arraigado en la élite polito-mediática bipartidista de EE.UU.

Predisposiciones de la élite

En primer lugar, la élite no aceptará ninguna iniciativa de política exterior propuesta por el presidente Trump, por muy sabia que sea para los intereses nacionales de EE.UU.

Cualquier figura política prominente que lo haga será considerada de manera rápida y falsa como "pro-Putin" o, como en el caso del senador Rand Paul, como "aislacionista", señala Cohen.

Segundo, y es lógico —continúa—, las críticas de la decisión de Trump están impregnadas de crecientes, aunque no demostradas, acusaciones de "colusión" del presidente con el Kremlin. Así, de manera igualmente predecible, The New York Times encuentra una fuente en Moscú para decir sobre la retirada que "Trump es el regalo de Dios que sigue dando" a Putin.

Mientras tanto, señala el experto, "no está claro si Moscú quiere ver la retirada de EE.UU. de Siria o Afganistán, ya que esto dejaría a Rusia a solas con lo que considera enemigos terroristas comunes".
Cohen subraya que lo que subyace en las críticas de la decisión de Trump es el "pensamiento imperial sobre el papel de EE.UU. en el mundo", mencionando, entre otros ejemplos, el lamento de Susan Rice, asesora de seguridad nacional del expresidente Barack Obama, sobre el fracaso de Trump en la "preservación del liderazgo global de EE.UU.", que The New York Times califica de "imperativo".

El experto observa que la reacción negativa de los medios y políticos en EE.UU. a la decisión de Trump coincide con un momento oportuno para la discusión de lo que viene siendo el verdadero imperativo desde hace tiempo: una alianza antiterrorista con Rusia, "propuesta por Putin ya tras el 11–S", pero "completamente ignorada por el expresidente George W. Bush", que fue "seguido por el coqueteo y rechazo por Obama".

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