México nació de la violencia y nunca ha evolucionado a un estado superior. Hay cualquier cantidad de razones históricas para lo anterior, desde que éramos Nueva España hasta el siglo XXI, pues nunca cambiamos en realidad la estructura racista, clasista, intolerante y violenta de nuestra sociedad. No lo hizo la independencia, no lo hizo la guerra de Reforma, no lo hizo la revolución y no lo ha hecho ningún movimiento del siglo XX. Evidentemente no lo hará ninguna revolución del siglo XX.
México tuvo dos grandes periodos de paz, uno fue el Porfiriato (1876 – 1910) y otro fue la “buena” época del PRI (1940 – 1968). LO que tristemente tienen en común ambos períodos fue la represión, el autoritarismo, la fuerza bruta de un estado contra su pueblo…, como si fuéramos unos niños salvajes que sólo se saben contener a golpes, que sólo dejan de golpear cuando hay miedo a que alguien los golpee más fuerte. Más triste es que evidenciamos que eso es verdad. El problema de México, no importa que suene feo, somos los mexicanos; porque de ahí, del pueblo, salen los gobernantes.
LA decadencia del PRI (1968 – 2000) no cambió eso en absoluto, Fox, temeroso de todo y de todos, mezquino y pusilánime, títere de otros, y con la única intención de inflamar su ego, con la pretensión de que podía ser presidente y rockstar al mismo tiempo, hizo lo contrario, inauguró el recreo…, y todos volvimos a nuestra eterna lucha de todos contra todos. Calderón quiso darle cauce a esa lucha a un estilo muy gringo, generando un enemigo común, Bin Laden allá, y narco acá. No podía hacer otra cosa porque aprendió política en Estados Unidos. Lo que nos dio fue una guerra de la mitad del estado contra la otra mitad, porque en México no hay mayor delincuente, mafioso y narco que el propio Estado.
De esa situación: ser mafiosos, delincuentes, abusivos, narcos y demás, no se salva partido alguno, por más que cada uno pretenda que son los otros, y que los seguidores pretendan lo mismo. En México somos voraces por el poder, lo demostramos desde 1821, matando siempre por esa ilusión de poder, de control, de sentirte más que los otros. Nunca hemos sabido de otra forma que no sea violencia, nunca hemos sabido dialogar, nunca hemos sido empáticos, nunca hemos probado los zapatos del otro.
No puede haber unidad cuando en las mismas fronteras conviven el hombre más rico del mundo y decenas de millones que ganan en un mes lo que ese hombre se puede gastar en una comida. No puede haber paz ni proyecto de nación cuando lo que un junior de la clase alta se gasta en una parranda de fin de semana es más de lo que un obrero verá quizás en diez años de trabajo o en toda una vida.
Nunca ha existido un solo México y nunca lo habrá mientras no saquemos de cada uno de nosotros el rencor, la ira, el odio, la violencia…, que es tan difícil de sacar ante la situación anteriormente descrita. Pero esa voracidad, ese agandalle, esa intolerancia, todo eso que somos en realidad, más allá del cuento hermoso que nos contamos de nosotros mismos, recorre nuestros genes culturales desde siempre.
Estuvo el PRI y falló, estuvo el PAN y falló del doble, y nada hace pensar que el proyecto de rencor social de gran parte de la izquierda vaya a cambiar las cosas. México y mexicanos: los políticos NUNCA serán la solución de México. Ellos, izquierda, centro y derecha, amarillos, verdes, azules, tricolores, son los enemigos del pueblo, ellos se burlan de nosotros, se pelean en el congreso y luego se embriagan juntos mientras deciden cuánto nos robarán de común acuerdo con sus bonos, aguinaldos y prestaciones. Ellos nos azuzan a nosotros para salir a las calles a luchar sus pleitos por el poder, ellos nos arrojan a nosotros a luchar los juegos del hambre. Ellos, que son socios y cómplices en sus marrullerías, nos inculcan el odio entre nosotros para seguir sacando tajada del divide y vencerás.
Muchos jóvenes entran de toda buena voluntad a la política con la intención de cambiarla, pero es una estructura putrefacta que no permite subir al que no se hunde hasta el cuello en su podredumbre. Ellos son capaces de hacer arder el país por sus pleitos de dinero y poder, y cuando eso pase tomarán sus fortunas malhabidas, se irán a otro país o continente y nos dejarán en medio de nuestra propia barbarie.
Llevamos doscientos años probando la violencia, y hacer lo mismo dará el mismo resultado, que un grupo “diferente” se apodere de la misma gallina de los huevos de oro y la siga sangrando con discursos distintos discursos, mientras que los que hayan sido desplazados les incendian las cenizas del país para tratar de recuperarlas…, y ahí está el pueblo haciendo el trabajo sucio, engañado por esos que quieren saquearnos a todos.
No les traigo el discurso de que tu sigas las reglas, no te pases los altos, separes la basura y no des mordida. Les traigo la solución que México necesita y se basa en un solo pensamiento. PRIMERO LOS DEMÁS. Pero no esperes tu a que cambie el otro para hacer tu propio cambio, así es como llevamos dos siglos postergando el cambio que México necesita. El pretexto del abusivo siempre es que otros abusan…, y nadie deja de abusar nunca.
PRIMERO LOS DEMÁS, no lo hagas en espera de que los demás lo hagan, hazlo porque es, en realidad, lo único que tu si puedes hacer. Tratar de cambiar a otros, al presidente, a los partidos, a la sociedad, es un acto de postergación, es un pretexto y una evasión. Más aún, cuando quieres cambiar a la sociedad, lo quieres hacer según tus proyectos, y volvemos al dominio, a la imposición, a la violencia.
Sea el que sea el lado en que estés en todos los actuales conflictos, estar de un lado del conflicto es poyar el conflicto mismo. Sea cual sea tu lado, revisa tu interior y observa lo que piensas de los que están en el bando contrario, a los que llamas chairos, vendepatrias, peñabots, o simplemente estúpidos o ignorantes. Observa esa ira dentro de ti, esa intolerancia, ese odio…, y pregúntate qué harías con todo eso si tuvieras el poder.
No existe la sociedad, existen los individuos, eso a lo que llamamos sociedad es el reflejo de nosotros mismos…, no de los policías, no de los políticos, no de los otros…, es el reflejo de ti. El México lleno de violencia es reflejo de tu interior lleno de violencia, de tu intolerancia, de tu rabia, de tu egocentrismo, de los actos der corrupción que críticas en otros pero autorizas en ti, de tu competitividad, de tu deseo de subir aunque eso signifique pisotear al de abajo, de tus aires de grandeza o de tu rencor social. Tu eres México, sólo tú eres México, sólo tu cambio individual cambiará a México. Si quieres hacer una revolución, hazla donde siempre la has evadido: en tu interior. FUENTE
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