Qatar y Arabia Saudí están en mitad de una disputa cada vez más cruda y violenta por la dominación regional de todo Oriente Medio, el Cuerno de África e incluso Pakistán.
A principios de este 2019, y provocando al Consejo de Cooperación de los Estados Árabes del Golfo, Qatar anunció que compraría a Líbano 500 millones de dólares en bonos del estado. Al día siguiente el ministro de finanzas saudí, Mohammed al-Jadaan, anunció su apoyo total a la economía libanesa, aunque sin especificar mayores detalles. No es que las petro-monarquías del golfo se hayan vuelto solidarias de la noche a la mañana; se trata de algo que va mucho más allá, y es que Qatar y Arabia Saudí están disputando desde 2017 la dominación regional de todo Oriente Medio.
Líbano es un nuevo frente en el que poder buscar influir por su inestabilidad y un nuevo gobierno tan artificialque tendrá como Primer Ministro al pro-occidental Hariri y a la milicia pro-iraní Hezbollah en importantes ministerios como el de salud, que es el tercero con más presupuesto del país.
La economía libanesa está en recesión y ha llevado el país al extremo. De acuerdo al director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley, la economía del país habría implosionado de no ser por el efectivo que introducen como parte del programa de ayuda a los refugiados sirios. El paro, la crisis de refugiados y la falta de infraestructura azotan a un país con una deuda que supera el 160 % de su PIB y para 2013 amenaza con alcanzar el 180 %.
En este contexto, las potencias del golfo quieren invertir capital para ganar el favor del nuevo gobierno. Si realmente quisieran desahogar la economía del Líbano comprarían bancos privados, pero la estrategia es política y mediática, como se puede comprobar en otros escenarios de Oriente Medio y el Cuerno de África en el que están disputando su dominio saudíes y qataríes.
En un momento en el que el 'fracking' amenaza la hegemonía de las potencias petroleras tradicionales y la OPEP, Qatar es el líder mundial en el comercio de Gas Natural sin apenas competidores. Recientemente cerró un acuerdo con los chinos en el que se comprometen a comprar 3,4 millones de toneladas de gas natural licuado al año durante 22 años. También están cerrando acuerdos interesantes con un aliado tradicional de Arabia Saudí: Reino Unido.
El bloqueo a Qatar
El emir de Qatar, Tamim bin Hamad al-Thani, ha visto la importancia que está tomando el país en el mercado mundial de los recursos, lo que le ha llevado a cesar su relación de quasi-vasallaje con Arabia Saudí, algo que no ha gustado al reino wahabita.
El conflicto estalló como una olla a presión en junio de 2017 cuando Arabia Saudí, valiéndose de sus aliados regionales, impuso un bloqueo sobre Qatar que convertía la península de facto en una isla. Lo único que consiguieron es echar a los qataríes a los brazos de Irán.
Cuando Qatar estaba completamente bloqueado y aislado, Irán vio la oportunidad de mantener el puente aéreo con el país para enviar alimentos y forjar una relación, gracias a la cual los qataríes han anunciado que no secundarán las sanciones contra el país persa.
Esto ha hecho que Teherán esté desplazando su centro de comercio en divisas extranjeras de Dubai a la capital qatarí, Doha. Los bancos iraníes Persian y Melli ya tienen abiertas cuentas en el Banco Nacional de Qatar. Esto sirve como una forma de superar las sanciones gracias al sistema hawala, por el que las empresas pagan al Banco Nacional de Qatar y este después transfiere el capital a Irán.
Desde el fortalecimiento de esta relación, Arabia Saudí, a través de sus lobbys e instituciones, se ha dedicado a desprestigiar al emirato qatarí por sus conexiones con organizaciones terroristas e integristas islámicos, mientras que Al Jazeera lanza campañas a nivel global contra el despótico gobierno saudí y sus vasallos: Egipto, Bahrein y Emiratos Árabes Unidos.
Las disputa propagandística ha llegado a tal nivel de surrealismo que Arabia Saudí acusa a Qatar de ser un patrocinador del terrorismo. Sí, Arabia Saudí, el mayor exportador de extremistas y terroristas del Estado Islámico y al-Qaeda a nivel mundial. No obstante, es innegable la relación de personalidades importantes de Qatar, como Abdullah bin Khalid al-Thani, con los líderes intelectuales del 11S y otras figuras de al-Qaeda. Del mismo modo que es innegable la relación de Qatar con los islamistas Hermanos Musulmanes, a los que utiliza como una forma de expandir su influencia regional.
Un problema a nivel global
La disputa lejos de quedarse en el golfo y afectar únicamente a los países involucrados, se ha convertido en un problema a nivel global.
Que el presidente de Somalia haya decidido mantenerse al margen en la disputa entre el 'Cuarteto anti-terrorista' –nombre bajo el cual se han agrupado Egipto, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí aunque sea ridículo asociar estos países con la lucha contra el terrorismo– y Qatar ha hecho que Emiratos Árabes Unidos se dedique a apoyar a la oposición somalí, que no reconoce el gobierno de Mogadiscio. Esto ha dado alas a la filial de al-Qaeda, Al-Shabaab, que ante la inestabilidad se impone cada día en más zonas con todo lo que ello implica.
Aun así parece que los saudíes y sus aliados en el golfo tienen cada vez más complicado el sueño de la dominación regional. Mohamed bin Salman cada vez tiene más enemigos y sus lobbys menos influencia a nivel internacional. Qatar, mientras, comienza a destacar por sí solo.
Por primera vez desde que los saudíes aislasen Qatar, este enero Líbano se ha pronunciado a favor de Doha, cuya tendencia pro-iraní gusta a Hezbollah, el presidente Michel Aoun y hace que el Primer Ministro Hariri se muestre imparcial tras el deterioro de las relaciones con los saudíes cuando éstos lo secuestraron a finales de 2017.
Los qataríes también están dando muestras de intentar acercarse a Siria si Damasco reconoce a los Hermanos Musulmanes como parte del proceso político para la reconciliación del país; algo que aunque no vaya a pasar, es un claro signo de la tendencia del país a desquitarse de las políticas que tradicionalmente ha tenido a nivel internacional fruto de su dependencia de las decisiones de Arabia Saudí.
Qatar y Arabia Saudí son cada vez más irreconciliables. Están intentando derrocarse el uno al otro para ser quienes dominen el golfo. Sin embargo, este conflicto y esta crisis no se quedan únicamente en el golfo, sino que saltan a todos los escenarios; desde Líbano hasta Pakistán, desde Eritea hasta Somalia, pasando por Yemen, Omán, Yibuti y cualquier país que se interponga entre las aspiraciones de al-Thani y bin Salman.
Ahora Líbano ha formado, tras nueve meses, un nuevo gobierno que busca financiación desesperadamente para no terminar en el desastre y el caos. Sin embargo, cuando la situación mejore y la economía revierta su rumbo, la posición que tome respecto al conflicto entre Qatar y 'el cuarteto anti-terrorista' marcará las dinámicas de la región y puede que provoque nuevos y más virulentos conflictos. Lo que sí está claro es que Arabia Saudí tiene el futuro cada vez más negro.
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