Era una operación militar secreta y, por ello mismo, ni siquiera las esposas o las novias de los Pilotos peruanos se enteraron de que ellos volarían hacia Argentina llevando 10 aviones de combate Mirage M5-P para participar, si las condiciones lo exigían, en la Guerra por las islas Malvinas.
Fuú en aquella madrugada de Mayo de 1982 cuando 10 Capitanes y Mayores de los Escuadrones 611 y 612 de la Fuerza Aérea del Perú salieron de La Joya (Arequipa) hacia la base argentina de Tandil, al Este de Buenos Aires, para cumplir las órdenes emanadas desde el alto mando de la FAP.
La Fuerza Aérea Argentina, a través de los canales políticos correspondientes, había solicitado apoyo a su similar peruana, pues requería de Aeronaves de combate de alta performance para hacer frente a la Armada Real Inglesa que llegaba escoltada por los famosos Harrier, aviones de despegue y aterrizaje vertical, que por entonces eran las más modernas y poderosas máquinas aladas que zurcaban los aires.
Argentina tenía problemas con sus aviones de combate porque no estaban preparados para desplazarse hasta las islas Malvinas, atacar los objetivos en el mar y retornar a sus bases. No obstante --como recuerda el General FAP Aurelio Crovetto Yáñez--
"Los pilotos argentinos se sobrepusieron a las circunstancias adversas e hicieron blanco en varios buques ingleses: Cumplieron una excelente y admirable labor".
Pese a que disponían de algunos aviones de guerra recién adquiridos, como los Super Etendard (subsónicos) equipados con misiles Exocet, y otras naves más antiguas, como los Mirage-3 (para ataque aire-aire), los Dagger (ataque aire-tierra) y los A-4 Skyhawk (aire-tierra), los argentinos necesitaban aviones de mayor autonomía de vuelo y capacidad para tareas en el mar. Y esas máquinas las tenía el Perú.
Cuando despegaron de La Joya (Arequipa), después de dejar su base de origen, Chiclayo, los 10 Mirage M5-P debieron elevarse por encima de los 33 mil pies en un vuelo silencioso, con los equipos de radio apagados, para evitar ser detectados por los radares bolivianos y, especialmente, por los chilenos que jugaban su partido a favor de la Corona Británica. Fue un vuelo por ruta de frontera a una velocidad promedio de 800 a 900 kilómetros por hora.
"Nos preocupamos en planificar bien el vuelo. No temíamos tanto que nos detectara Bolivia, pues considerábamos que ellos no tenían capacidad para hacerlo. El problema era Chile y sus radares que, probablemente, tenían en Iquique y Antofagasta. Pasamos, sin embargo, sin contratiempos".
Las aeronaves fueron conducidas por los pilotos FAP Ernesto Lanao, César Gallo, Augusto Mengoni, Pedro Ávila, Gonzalo Tueros, Pedro Seabra, Mario Núñez del Arco, Marco Carranza, Augusto Barrantes y Rubén Mimbela. La mayoría de estos Oficiales está hoy en el retiro y unos tres o cuatro siguen en su Institución con el Grado de General.
En Tandil hubo algarabía total cuando el Escuadrón de Cazas aterrizó. Estaba allí para recibir a los Pilotos peruanos el mayor Crovetto, que ya tenía varios días en Argentina trabajando en el Estado Mayor de la Guerra, junto con el Coronel FAP Gonzalo Arenas y el Mayor FAP Carlos Portillo.
Los pocos Pilotos argentinos de Dagger que se hallaban en la Base (los otros estaban combatiendo) se estrecharon en sincero abrazo con sus colegas peruanos.
"Algunos estuvieron al borde de las lágrimas. Imagínese que a usted le llevan ayuda militar cuando más la necesita y en momentos cruciales. No era para menos",
recordó Crovetto, quien más tarde se encargaría de dar instrucción a sus colegas argentinos...
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