La fuerza aérea de EEUU se enfrentó a una seria reducción de los cazas furtivos después de que el huracán Michael destruyera varios F-22. Además, tras un accidente de septiembre, el Pentágono decidió suspender la participación del F-35 en las operaciones de combate, informa Alex Lockie, columnista de Business Insider.
En el contexto de la investigación de las causas del siniestro del F-35B, se les prohibió a todos los cazas de este tipo despegar hasta que se verificara que los sistemas de suministro de combustible de cada avión no tuvieran defectos.
La semana pasada, el huracán Michael, calificado como el más potente de los últimos 50 años, azotó el estado de Florida y destruyó por completo la base de aérea de Tyndall, señala el autor.
Según las estimaciones preliminares, el huracán destruyó alrededor de 17 aviones F-22 sin posibilidad de ser reparados.
"Si se confirma esta cifra, significaría que la Fuerza Aérea de EEUU perdió el 10% del número total de F-22 en servicio. Y esto es un problema, porque Estados Unidos confía en este avión para garantizar su dominio en el cielo", observa Lockie.
Sin embargo, la secretaria de la Fuerza Aérea, Heather Wilson, declaró que el daño fue "menor de lo que se temía". Todavía no se sabe exactamente cuántos aviones fueron dañados por el huracán Michael. Sin embargo, las familias de los militares de la base de Tyndall han sido reubicadas indefinidamente. El programa de entrenamiento para pilotos, que operaba en la base, está suspendido, constata el periodista.
En total, EEUU ha sufrido fuertes daños en la preparación de sus cazas de la primera línea. (…) Tyndall es un centro de entrenamiento crítico para los pilotos, subraya el columnista.
"En septiembre y octubre, la Fuerza Aérea de EEUU ha sido golpeada por extraños accidentes y condiciones meteorológicas severas que han causado daños que parecen haber paralizado a la fuerza más que el fuego enemigo en décadas", concluye Lockie
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