Se llama Joint Light Tactical Vehicle, JLTV por sus siglas en inglés y se trata de un ambicioso programa para sustituir uno de los vehículos militares más emblemáticos de todos los tiempos: el Humvee. Como en casi todo lo que procede de Estados Unidos, las cifras que se manejan asustan a cualquiera, nada menos que 6.700 millones de dólares para dotarse de un vehículo utilitario que saldrá a unos 400.000 dólares la unidad. Sin embargo un reciente informe del Ejército norteamericano (el US Army) ha hecho saltar todas las alarmas. Da la impresión de que el vehículo no funciona y que el programa está en entredicho. Vamos a analizar los problemas de este nuevo desarrollo y si de verdad es un fiasco como algunos medios sensacionalistas afirman.
Reemplazar un vehículo tan famoso y conocido como el Humvee, tan extendido y tan fabricado (más de 280.000 unidades), sin duda no es una tarea fácil y probablemente los responsables del programa JLTV sabían que se iban a enfrentar a un reto difícil. El vehículo llamado a sustituir a la “madre de todos los vehículos” es el Oshkosh L-ATV, que resultó ganador del concurso lanzado por el US Army. Desde agosto de 2015, cuando se dio a conocer que Oshkosh era el ganador con su propuesta L-ATV, se han ido sucediendo diversos hitos en el programa, con varios prototipos, vehículos demostradores y primeras entregas de unidades de preserie.
Sin embargo en un informe sobre los Programas del Ejército para el año fiscal 2018 (FY18), el equipo de evaluación del Army ha incluido unas páginas donde expone el resultado de las pruebas con algunas conclusiones bastante duras y poniendo de manifiesto un sinfín de problemas con el nuevo vehículo. Y es que el diseño de Oshkosh ha nacido con cierta polémica desde el primer momento. Por un lado por el hecho de que nada más conocerse el resultado, el gigante de la industria de armamento Lockheed Martin, que también competía con su modelo, protestó ante los tribunales la decisión del concurso, aunque al final retiró dicha demanda. Por otro lado resulta muy curioso que AM General, el fabricante del Humvee, no quisiera presentarse a un concurso dirigido a reemplazar su mejor producto cuando, además, ya tiene desarrollado un prototipo de 'Nuevo Humvee'. con muy buena pinta, que oferta a clientes extranjeros.
Una larga lista de problemas
Durante el año 2018 el programa ya se encontraba en fase de evaluación operativa de diversos vehículos de preserie que se entregaron a varias unidades para su empleo en todo tipo de misiones. Si bien el L-ATV (Light Combat Tactical All-Terrain Vehicle) únicamente ha sido evaluado en cuatro versiones, General, Armada, Utilitario y de Combate, los resultados son mediocres en la mayoría y malos en alguno. Vamos a ver algunas de sus mayores deficiencias.
Las variantes General, Armada y Utilitaria han sido declaradas “válidas para su empleo operacional”, sin embargo lo han sido con “malas notas” y en algún caso con “suspenso”. La versión General es una configuración de vehículo blindado para transporte de personal con un adecuado nivel de protección. La versión Armada dispone en el techo de diversas modificaciones que le permiten llevar armas de diverso calibre, como la eterna ametralladora del calibre 50 en torres automáticas o manuales. Por último, la Utilitaria es el típico vehículo todoterreno para carga diversa. De estas tres la peor parada es la Utilitaria, que es la versión de transporte con caja trasera para carga general y remolque, cuyo diseño debe ser modificado pues si bien el vehículo es apto como el resto, a la hora de engancharle el remolque surgen tales complicaciones que comprometen la movilidad del conjunto: “suspenso”.
Pero sin duda lo peor está con la versión de combate. Este es en realidad un vehículo de combate diseñado para llevar sobre el techo un montaje para misiles contracarro o armamento más pesado. La cuestión es que las unidades evaluadas, con un montaje para misiles contracarro TOW, han dado tan mal resultado que el informe del Army las califica como “no válidas para su empleo operacional”, algo sin duda serio y que obligará a un rediseño del modelo. Los problemas aquí surgen fundamentalmente en la pésima disposición interna, con poca capacidad de carga y difícil acceso a su depósito de proyectiles, así como en el acceso al montaje lanzador, que dificulta en gran medida el lanzamiento y, sobre todo, la recarga de un nuevo misil. Y este punto, en un vehículo que en cuanto dispara queda delatado, es un aspecto crítico. De hecho, el nuevo modelo es menos eficaz que la misma versión con lanzador de misiles del viejo Humvee.
No acaban aquí los problemas. Si bien es cierto que el nuevo vehículo se desenvuelve bien en el terreno accidentado, incluso mejor que el Humvee, y que dispone de unos niveles de protección interna adecuados, se han señalado como problemas muy graves la fiabilidad y el mantenimiento. El vehículo se ha diseñado con muchos elementos que automatizan funciones pero añaden complejidad y, a veces, en vehículos militares es preferible la sencillez. Los sistemas de autodiagnóstico, por citar algunos ejemplos, fallan y hacen que, al final, la tripulación no se fíe de las indicaciones. El mantenimiento está resultando muy complejo y, al menos de momento, se necesita de constante apoyo por parte del fabricante para unas tareas que, en operaciones reales, deberían ser lo más sencillas posible.
Otras deficiencias que se citan son la poca discreción del vehículo, es grande, muy visible y ruidoso, por lo que es fácil de detectar. También se le achaca que la tripulación carece de la adecuada conciencia situacional de lo que ocurre en el exterior y que el vehículo tiene muchos ángulos muertos.
¿Por qué tantos problemas?
En primer lugar hay que decir que todo nuevo desarrollo, sobre todo en el campo militar, es normal que tenga unos comienzos azarosos y con muchos problemas. Suele pasar con todos los nuevos diseños. Pero en este caso, quizás, hay que buscar alguna culpa en el propio Humvee, pues mejorar algo que se hizo muy bien, no es fácil.
El Humvee ha tenido una vida operativa “gloriosa” con un borrón que muy probablemente ha marcado en exceso el diseño del L-ATV. Todo iba muy bien para el Humvee, un vehículo robusto, sencillo y fácil de mantener, duro como una piedra y del que, respecto a su movilidad, se decía “si cabe, pasa”. En España lo ha tenido la Infantería de Marina con un resultado excelente, no hay más que preguntarles. Pero llegó la invasión de Irak y la guerra en Afganistán y los Humvees se tuvieron que enfrentar a algo para lo que no habían sido diseñados: IED’s. Un IED (Improvised Explosive Device) es un artefacto explosivo improvisado que, en infinidad de variaciones, formas y tipos, utilizan los grupos terroristas o las facciones insurgentes para sus fines. Se suelen colocar en carreteras o zonas de paso y sus efectos, sobre todo en vehículos no preparados, son devastadores.
Pronto empezaron a llegar terribles imágenes de Humvees destrozados por estos ingenios, que explotan debajo del vehículo donde no hay protección, con resultados de muchas bajas para sus ocupantes. La reacción inmediata fue reforzar el blindaje del suelo y resto del vehículo, pero este blindaje no es liviano y al aumentar el peso del vehículo su movilidad se compromete. El siguiente paso que tomó el Army fue dotarse de toda una serie de vehículos MRAP (Mine-Resistant Ambush Protected), verdaderos “bunker rodantes” como el Lince o el RG-31 que utiliza también el Ejército español en misiones en el extranjero.
Por este motivo el Humvee fue duramente criticado. España tuvo el mismo problema con el famoso BMR de 6 ruedas y fabricación nacional, al que se criticó con tanta dureza como injusticia cuando se vio que, al igual que el Humvee, no resistía los efectos de estos ingenios por la sencilla razón de que no fue diseñado para ello. Además, en el caso del BMR, se trata de un diseño de los años 70 con una vida útil estimada de entre 15 y 20 años. La realidad es que, precisamente este año, se cumplen 40 de su entrada en servicio y aún son la espina dorsal de las unidades de infantería ligera. Y lo que les queda.
Un vehículo más grande
Todo esto ha influido mucho en el programa del JLTV y el resultado es un vehículo más grande, con un peso que dobla al del Humvee y muy blindado. De aquí algunas de las críticas, como la falta de conciencia situacional o los ángulos muertos, algo normal pues las ventanillas en un vehículo son un punto débil y si se quiere hacer un vehículo muy protegido, necesariamente éstas se tienen que hacer pequeñas, lo que resta visibilidad al exterior y añade ángulos muertos. También es lógico que sea un vehículo indiscreto pues es bastante más grande que el Humvee y con un motor más potente.
El resto de aspectos del L-ATV no son malos. Supera al Humvee en todas las capacidades de movilidad, protección, autonomía y vadeo, algo muy importante para el Cuerpo de Marines. En el resto de aspectos defectuosos el fabricante se deberá esmerar y solucionarlos, para eso se realizan las pruebas con unidades y en operaciones reales. El mantenimiento es un aspecto clave pero solucionable y donde se deberá hacer un rediseño más profundo es en la versión de combate. Si todo esto se arregla el sustituto del Humvee será también un buen vehículo.
En España no tendremos que preocuparnos por todo esto. Aquí se utiliza un vehículo de fabricación nacional, el URO VAMTAC (Vehículo de Alta Movilidad Táctico). Un buen producto con el que el Ejército está muy satisfecho aunque la Infantería de Marina, que sustituyó sus viejos Humvee por el VAMTAC, ha tenido algunos problemas y es que la electrónica y el agua salada se llevan mal. Solucionados éstos, sin duda se trata de un muy buen vehículo, bien considerado en el exterior y del que su fabricante ha realizado importantes ventas a clientes extranjeros, lo que suele ser la “prueba del nueve” de que un producto es de calidad.
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