Un F-35A, el caza más avanzado de EEUU, se ha estrellado esta semana en Japón. Aún no se han encontrado todos los restos del aparato ni al piloto, y eso es un serio problema para EEUU
Todo apuntaba a que iba a ser un rutinario vuelo de adiestramiento, como los muchos que se suceden a diario en la base aérea japonesa de Misawa. Pero el vuelo de este pasado martes 9 de abril estaba destinado a ser bien distinto. A las a las 19:27 hora local, el F-35A que había despegado de la pista de Misawa 28 minutos antes, desapareció en el océano sin ningún aviso de problemas a bordo. Estamos ante un nuevo caso de accidente aéreo, accidente mortal con casi total probabilidad (hasta ahora no se ha podido localizar al piloto). Un accidente un tanto especial pues afecta a uno de los aviones más sofisticados del mundo y, además, es una pérdida que puede afectar no solo a las ventas del modelo, sino a la propia seguridad de la tecnología norteamericana.
Este accidente es, ante todo, una tragedia humana: tras cuatro días sin rastro del piloto, sería un milagro que se encontrara con vida en mitad del Pacífico. Pero también es un accidente con una relevancia sin precedentes para los intereses militares estadounidenses que puede tener impacto a nivel mundial, aunque es difícil saber ahora mismo hasta qué punto. A diferencia de los accidentes civiles, como el del Boeing 737 MAX, los militares no se pueden valorar ni tratar de la misma manera. Los aviones de combate son naves diseñadas para ir rozando los límites de la física, emplean materiales muy avanzados y se someten a esfuerzos inimaginables. Pero ¿qué sabemos hasta ahora de lo ocurrido?
El F-35 despegó junto a otros tres de la Base de Misawa para un vuelo de adiestramiento en condiciones nocturnas. Misawa es una de las más importantes instalaciones militares de la JASDF (Japan Air Self-Defense Force), la Fuerza Aérea japonesa. La Base se encuentra en la Prefectura de Aomori, en la costa este de la isla de Honshū, la más importante de Japón y donde se encuentra, más al sur, Tokio. El avión volaba sobre el Pacífico y se perdió a unos 137 kilómetros hacia el este de la Base.
Nada más conocerse la noticia se inició una importante operación de búsqueda, de momento con cierto resultado positivo al encontrarse algunos restos del avión (en concreto los estabilizadores de cola) aunque, por desgracia no ha aparecido aún el piloto, a quien todos los medios dan por desaparecido. En la operación de búsqueda se han volcado, por supuesto los japoneses, pero también EEUU. La profundidad de las aguas en la zona del accidente es de unos 1.500 metros, por lo que cualquier operación de rescate va a ser muy complicada y muy costosa. Pero los restos se deben recuperar casi a cualquier precio.
Por un lado en lo que quede del avión estará, presumiblemente, la respuesta del accidente y es necesario recuperar las grabadoras de misión del avión. Un dispositivo que funciona con la misma filosofía que las cajas negras de los aviones civiles, con la diferencia de que la principal utilidad de las grabadoras de misión es poder analizar cada vuelo realizado y sacar conclusiones. Con su información es posible reproducir el vuelo hasta el más mínimo detalle y se utilizan en lo que se denomina el 'debriefing' de misión. Algo vital que se realiza tras cualquier vuelo militar.
Pero hay mucho más. Unos restos hundidos y perdidos en las profundidades del Pacífico podrían ser recuperados por otros interesados. Hablamos de Rusia y, por supuesto, China. Y hablamos de los restos de un avión de Quinta Generación que va a ser la espina dorsal de las fuerzas aéreas de multitud de países occidentales. Rusos y chinos están inmersos en fabricar sus propios modelos con tecnologías punta, pero es algo reconocido que están teniendo numerosos problemas. Cualquier componente del avión siniestrado podría dar importantes pistas sobre cómo resolver un problema o en qué dirección avanzar, y esto podría suponer ahorros millonarios. Si hay alguien experto en lo que se denomina "ingeniería inversa", construir a partir de deshechos, son los chinos, que han utilizado esta técnica en multitud de ocasiones.
Personas de gran influencia como el estadounidense John Moore, experto miembro del Comité del Senado para Asuntos Internacionales, no ha tenido ningún reparo en afirmar que "no hay un precio demasiado alto en este mundo que China y Rusia no puedan pagar para hacerse con el F-35 perdido por Japón, si son capaces". El asunto es serio.
Otros analistas van incluso mucho más allá. Hablan de que podríamos presenciar en los próximos días las mayores operaciones de espionaje y contraespionaje submarino desde los años de la "Guerra Fría". Difícil aventurarse a predecir qué ocurrirá en las oscuras profundidades del Pacífico, pero está claro que hay un interés importante por parte de todos los actores de conseguir algún trozo del pastel. Lo que sea. Por ejemplo, cualquier parte del radar sería gravísimo que cayera en manos 'extrañas'. Lo mismo se puede decir de cualquier componente electrónico y el F-35 es, como alguien ha dicho, un "ordenador con alas". Pasa lo mismo con el motor, el más potente del mundo en un avión de combate, e incluso del fuselaje, del que se podrían extraer importantísimos datos sobre la "invisibilidad" del avión al radar.
Y lo que es peor, cualquier dato que no suponga un interés tecnológico para terceros podría revelar los puntos débiles del avión.
No es de extrañar, por tanto, que ya se encuentren en la zona no menos de ocho buques, varios helicópteros y que entre los siete aviones que colaboran en la búsqueda, los norteamericanos hayan enviado uno de sus nuevos P-8 Poseidón, el avión de patrulla marítima más sofisticado del mundo, sustituto del P-3 Orión y que, casualidades de la vida, es un modelo militar basado en el Boeing 737-800, justo la versión anterior al 737 MAX.
¿Dónde ha podido estar el fallo?
Pasará bastante tiempo hasta que se sepa de verdad qué pasó e incluso es posible que toda o al menos parte de la información sobre el accidente se considere "material clasificado" y, en consecuencia, jamás se haga público. Aunque varios medios especializados aseguran que el avión desapareció sin ninguna comunicación, algunas fuentes japonesas han afirmado que, previo al accidente, el piloto comunicó que abortaba los ejercicios previstos, pero no dio ningún mensaje de alarma ni avisó de ningún problema a bordo. Este hecho podría indicar que el piloto tuvo algún problema de sistemas en el avión que, o bien fue de repente a más y perdió el control del aparato o bien no supo identificar correctamente. Aquí juega un papel importante el hecho de que el F-35 es un avión tecnológicamente muy complejo.
El piloto, del que no se ha facilitado de momento su identidad, era muy experimentado: cuarenta años y 3.200 horas de vuelo. Esto, en un piloto militar de aviación de combate, le convierte en un verdadero experto, pero de ellas tan solo 60 horas eran de F-35. Es decir, ya contaba con cierta experiencia pero aún se encontraba en plena transición al nuevo aparato.
Hay otro aspecto que también es, por lo menos, llamativo. El avión siniestrado, un modelo con tan solo 280 horas de vuelo, es precisamente el primero construido en Japón y no un modelo construido en Estados Unidos. Como siempre esto no es más que un dato que puede que no tenga la más mínima influencia, pero está ahí. Hay que reconocer que cuesta creer que la industria japonesa, incluida por supuesto la de defensa, haya podido cometer el más mínimo fallo. Pero el dato es el que es.
El futuro del programa del F-35
Se trata del segundo accidente de un F-35 y el primero de la variante 'A'. El primer accidente fue un F-35B de los "Marines", la versión de despegue vertical. Aún en el caso de que se demostrara que fue un problema del avión,no parece probable que afecte de manera significativa al programa. Dos accidentes, en versiones diferentes y en un modelo tan complejo no parece, a priori, algo determinante, incluso con el historial de problemas que se han tenido que ir resolviendo. Otros programas, como el del conocido V-22 Osprey, tuvieron muchos más accidentes e incidentes en su fase de desarrollo y hoy es un modelo muy fiable.
Japón no se echará atrás. Se ha convertido en uno de los principales usuarios extranjeros del F-35 junto al Reino Unido. Sus planes iniciales de adquisición eran originalmente de 42 aparatos del modelo 'A' basado en tierra, pero han aumentado hasta un total de 147, de los cuales 42 serían de la versión 'B' con capacidad de aterrizaje y despegue vertical.
Bélgica, Australia e Italia (si los puede pagar…) ya están comprometidos. Otros países como Grecia y Polonia, son firmes candidatos a ser usuarios del F-35. Que Grecia pase a tenerlo se considera muy probable, sobre todo teniendo en cuenta que su vecino, Turquía, también quiere el F-35, pero se está encontrando con el veto norteamericano (muy lógico) al querer adquirir, simultáneamente, el nuevo sistema antiaéreo S-400 ruso. Suiza y Finlandia también están interesados, sobre todo los nórdicos, que tienen también un vecino "incómodo".
Y, lo que es más importante, con este volumen de ventas los precios bajan. Lockheed Martin, fabricante del modelo, afirma que el precio de un F-35A, todo incluido, está ahora en 89,2 M$ (79 M€) y el de un F-35B, el modelo que más le interesa a España para sustituir a los Harrier, en 115,5 M$ (102,6 M€). Sigue siendo caro, pero ya no prohibitivo.
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