Putin era poco conocido cuando llegó a ser primer ministro.
Antes de ser presidente de Rusia por primera vez, Vladimir Putin era un auténtico desconocido para los rusos, aun para la élite política de entonces; se sabía que era un ex agente de la KGB, pero no mayor cosa. Antes de él, Rusia tuvo tan solo en 14 meses tres presidentes, así que no había gran expectativa por su persona, se suponía que tendría el cargo solo algunos días, así que nadie le prestó mayor atención a su discurso de toma de posesión de la presidencia rusa; entonces nadie previó lo que llegaría a ser.
Rusia antes de la llegada de Putin vivía en un caos total, dejado por su predecesor Borís Yeltsin, un pusilánime hombre borracho y pendenciero, que su mayor mérito fue estar en el lugar y momento adecuado para aprovecharse de la revuelta social e intento de golpe de estado que destituyo al nefasto masón, empleado del Gobierno Mundial Oculto, de la élite financiera-bancaria iluminista, Mijaíl Gorbachov.
Mijaíl Gorbachov
Gorbachov fue el último presidente soviético, si es que ha eso se le puede llamar presidente, pues él fue el artífice de la destrucción de la URSS, el que siguió las instrucciones de la masonería internacional para destruir a su más peligroso oponente, es decir, a la unión soviética. Él lo hizo a través de su famosa Perestroika, que intencionadamente tenía el objetivo de sembrar el descontento popular, (aunque aparentemente era lo contrario), y de esa manera propiciar una revuelta social, que finalmente se dio.
Borís Yeltsin
Borís Yeltsin no hizo mayor cosa que arruinar el sistema productivo soviético que heredó; destruyó totalmente el aparato de gobierno, privatizó todo de manera desordenada, tendenciosa y deshonesta; en pocas palabras aniquiló lo que fue la Unión Soviética, pues al poco tiempo de ser designado presidente de la URSS, la disolvió. Y lo que fuera la otrora poderosa unión soviética él la desmanteló. pero cuando obtuvo el cargo de presidente de Rusia, después de disuelta la URSS, también la arruino económica y políticamente; dejando un caos total, una nación de pobres, con una poderosa oligarquía de amigos suyos que convirtió en dueños de los medios de producción, de los medios de comunicación, y de los recursos naturales del país que antes fueron del estado. Pero también dejó una gran mafia que controlaba el gobierno, y una terrible delincuencia organizada y no organizada en las calles. En pocas palabras, dejo una sociedad en descomposición, un estado fallido, que no tenía pies ni cabeza; y eso fue lo que recibió Vladimir Putin al iniciar su primer mandato como jefe de gobierno.
Mijáil Khodorkovsky
Desde su primer discurso ante la Duma rusa, Putin tenía claro los pasos a seguir para resolver la crisis que vivía su país; él sabía que era necesario acabar con las mafias de poder que controlaban al estado; él sabía que se necesitaba disciplina y mano dura, así como re-estructurar la pirámide de poder con gente patriota y no con vende patrias esbirros de los poderes fácticos extranjeros. También sabía que era necesario acabar con las oligarquías industriales, comerciales y de servicios que controlaban la economía rusa post soviética, pues ellas eran las culpables del escaso progreso de la nación, eran el lastre que no dejaba progresar a la economía rusa, pues limitaban su desarrollo; pero también eran las culpables de la enorme inequidad en la distribución de la riqueza del país, por lo tanto había que acabar con ellas, con su monopolio y poder. Es por eso que una de sus primeras acciones de gobierno fue arrestar al oligarca ruso de los energéticos y medios de comunicación, Mijáil Khodorkovsky, acusandolo de monopolista y enriquecimiento ilícito (era de los amigos de Yeltsin, el que lo ayudó a crear su monopolio regalándole prácticamente muchas empresas estatales soviéticas), para de esa manera poder confiscarle sus bienes y regresarlos al estado; es así como se crea la compañía estatal petrolera rusa Gasprom, y lo que fueron sus empresas las partió en varios grupos industriales, acabando con ello con el monopolio en la energía y medios informativos que mantenía ese sujeto y otros como él, que siguieron el mismo destino. Eso fue un gran incentivo para la economía nacional, y desde entonces comenzó a despegar y a desarrollarse.
En el discurso al cual hago referencia, Putin advertía que la voz de Rusia ya no era tomada en cuenta por las potencias extranjeras, Rusia ya no tenía autoridad ni peso político en el mundo, porque además de todo, su economía estaba muy debilitada, incapaz de tomar una acción militar en el exterior, si de por sí, tenía bastantes conflictos internos como para ocuparse de los externos. Putin hacia un llamado a la unidad nacional para poder enfrentar con éxito todos esos problemas que los aquejaban, y uno de los más urgentes por solucionar era lo que estaba pasando en la república federada de Chechenia, pues había una guerra en esa región que buscaba su independencia de Rusia.
Las tropas rusas en Chechenia en 2001.
Así que lo primero que hizo el señor Putin al tomar el cargo de presidente fue reformar las estructuras militares imprimiéndoles una mejor disciplina, pero aún más importante que eso, les pagó, y les pagó bien, pues antes de él al cuerpo castrense se le pagaba poco, y a veces les tardaban varios meses el pago; pero ya una vez recibieron su sueldo puntual la moral subió y la disciplina mejoró; eso fue crucial a la hora de enfrentar a los grupos rebeldes armados chechenos, pues lo que no lograron en tres años lo hicieron en meses y sofocaron la rebelión independentista; con ese triunfo la confianza en Putin mejoró notablemente, así como aumentó la admiración del pueblo ruso hacia su persona.
Poco a poco las cosas fueron mejorando para la economía de los rusos gracias a las reformas establecidas por Putin, como también por sus esfuerzos para acabar con los grupos fácticos de poder y su monopolio en la economía rusa, pero también por su combate a la delincuencia organizada. Todas estas acciones transformaron a la debilitada Rusia post-soviética a una potencia mundial en toda regla.
Putin desde su primer mandato buscó el resurgir de Rusia en la escena internacional. El, como agente de la extinta KGB, añoraba los años dorados de la Unión Soviética, cuando los rusos eran respetados y admirados por muchos, cuando todos tenían un trabajo y sueldo seguro; él extrañaba todo eso, y es por ello que desde el primer momento trabajó para regresarle a Rusia esa gloria perdida.
Putin recuperó algunos de los símbolos soviéticos, como la estrella de cinco puntas.
Ya desde el intento de invasión de la OTAN a Siria, él se mostró en todo su coraje y determinación, que no es que le faltara antes, pero no estaban las condiciones dadas para exhibirlo. Pero si nos regresamos unos años atrás, Putin ya había demostrado esa determinación a través de su empleado Dmitri Medvédev, entonces presidente ruso, al advertir a la OTAN y a los europeos que exponían a sus ciudadanos a un ataque atómico ruso si continuaban con la instalación en sus países del escudo anti-misiles global estadounidense. Entonces como que no se la creyeron mucho los de la OTAN, y eso a pesar de la respuesta rusa de colocar plataformas móviles de misiles Izkander, con capacidad atómica, en la región rusa, limítrofe con Polonia, de Kaliningrado.
Pero lo de Siria ya fue determinante y evidente, ahí ya se vislumbraba claramente el resurgir de Rusia como potencia global, admirada y temida; tanto así, que impidió el ataque militar de la OTAN a ese país, y no solo lo hizo con palabritas, lo hizo demostrando fuerza y voluntad al enviar buques de guerra a las costas sirias y al mediterráneo dispuestos a enfrentar a las fuerzas de la OTAN. Envió lo mejor de que disponía, incluyendo a su único porta aviones, y al buque insignia de la flota rusa del mar negro, el Moskvá, apodado el asesino de portaaviones. Con semejante muestra de poder los disuadió de intervenir militarmente en Siria.
Ya en Crimea, eso fue toda una declaración de intenciones, un grito de que no estaba dispuesto a tolerar más la intervención estadounidense en sus asuntos e intereses; un afirmación potente y palpable de la nueva Rusia, fue la presentación incuestionable de Rusia como potencia mundial, y no regional como desdeñosamente dijo Obama. A nadie le ha quedado duda ahora de la potencia que es Rusia hoy, una potencia equiparable a los Estados Unidos. Se ha hecho sentir la fuerza rusa, que ha regresado para demostración al mundo entero.
Con esto Rusia declara y aclara que la dominación imperial mundial estadounidense ha llegado a su fin, e inaugura un mundo bipolar, o más estrictamente, multipolar.
Rusia acabó con la potencia mundial hegemónica de antaño, y de paso los ha dejado en evidencia y vergüenza, diciendo al mundo la verdad de las mentiras exclamadas por el imperialismo Yanki. Ha desenmascarado su doble moral, su doble criterio, y su engañosa voz.
Semejanzas entre Vladimir Putin y Hitler
En cierta manera se podría comparar a Vladimir Putin con Adolf Hitler, pero solamente en su capacidad de liderazgo y convencimiento, pues ambos sacaron a sus países del atolladero en que quedaron: los alemanes al terminar la primera guerra mundial, y los rusos al perder la guerra fría contra Estados Unidos.
Hitler acabó con la inflación rampante, la falta de trabajo, los pésimos salarios, y le dio un nuevo impulso a la industria germana (en gran medida como consecuencia del rearme alemán), después del caos que reinó en Alemania al terminar la primera guerra mundial.
Con su liderazgo y carisma convenció a los alemanes de que podían resurgir de sus cenizas, y le creyeron, y lo hicieron. Despegó Alemania y se convirtió en líder en muchas cosas, como en la industria y la ciencia; pero además rearmó al ejército alemán, los hizo una fuerza militar poderosa y moderna, tanto, que estuvieron cercas de conquistar el mundo; subyugó a toda Europa y casi lo logra con Rusia e Inglaterra, y todo, o casi todo, fue mérito de Hitler y su grupo de colaboradores.
La diferencia entre Hitler y Putin está en su discurso y en su ideología, pues el primero buscaba la superioridad de la raza aria y la conquista del mundo para el Tercer Reich, exterminando en el proceso a todas las sub-razas, o sud-humanos como ellos les llamaban, empezando con los judíos, gitanos, y discapacitados. En resumidas cuentas, Hitler buscaba realizar un genocidio a gran escala, pues él era practicante de doctrinas ocultistas; él era miembro de sociedades secretas que mantenían comunicación con espíritus malignos.
En el caso de Putin, él, como lo hizo Hitler en su momento, es el artífice del resurgir de la gran Rusia como potencia global.
Empezó por imponer disciplina, acabó con las mafias de poder, acabó con los monopolios privados capitalistas, relanzó la industria y la técnica rusa, y finalmente reestructuró el ejército, marina y fuerza aérea, brindándoles mejores condiciones de vida (subiéndoles con ello la moral), y por último, se ha embarcado en un rearme en toda línea, renovando casi en su totalidad a las fuerzas armadas sustituyendo las antiguas armas soviéticas por otras nuevas, totalmente actualizadas y eficaces; como muestra de ello es el rechazo de la OTAN a enfrentarlos, y eso que apenas es el inicio del rearme, ahora que lo concluya imagínense el poder de disuasión y ataque que tendrá el ejército ruso.
Vladimir Putin más que practicar una doctrina maliciosa, como sí lo hizo Hitler, practica una doctrina cristiana; es el único líder mundial que practica y defiende los valores cristianos; el único que promueve los valores morales y éticos; el único que cuida a su pueblo de la influencia de la ideología luciferina del Nuevo Orden Mundial, prohibiendo la propaganda pro-homosexual y pro-abortista. Es el único líder que alza la voz y recrimina a los estadounidenses el haber abandonado los valores cristianos. Si hay alguien que luchará por conservar el cristianismo, aparentemente será él. Si hay alguien que defenderá la libertad religiosa, será él. Si algún ejército podría considerarse el ejército de Dios, sería el ruso. Aunque pueda parecer una contradicción, pues siempre los medios occidentales nos han vendido a los rusos como los malos, como los salvajes; pero ya vemos que en realidad los malos y salvajes son los líderes occidentales, los de la OTAN.
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