Putin gana las elecciones presidenciales con un 75% de apoyo, un resultado histórico para el inquilino del Kremlin, quien también logra una alta participación para reforzar su victoria.
Vladimir Putin se impone por cuarta vez en las elecciones de Rusia. El presidente obtuvo este domingo el 75% de los votos, casi diez puntos más que en los comicios de 2012, según los resultados parciales de la Comisión Electoral Central, con más del 50% de las papeletas ya escrutadas. La suya es una victoria récord, con unos diez puntos más que en las presidenciales de 2012, su mejor resultado electoral desde que fue nombrado por primera vez presidente, hace 18 años. Una victoria lograda con una participación más alta de lo previsto, incluso en las dos grandes urbes de Rusia, Moscú y San Petersburgo.
“Rusia está condenada al éxito. Debemos mantener la unidad. (..) Este resultado significa que la gente ha entendido lo que hemos hecho, en circunstancias muy difíciles”, dijo el propio Putin tras conocerse el resultado. “Seguiremos trabajando y este país siempre será victorioso”, añadió.
Nada ha empañado la escenificación del poderío y de la popularidad de Putin en Rusia, un país que le ha entregado el mandato para gobernar hasta 2024, cuando cumplirá 71 años. De muy poco sirvió la llamada al boicot de Alexéi Navalni, el nacionalista al que Europa considera el verdadero opositor de Putin y cuya participación en las elecciones fue prohibida por Moscú.
Mientras, siempre de acuerdo con los resultados parciales difundidos por la comisión electoral, solo un contrincante de Putin habría logrado superar el 10%. Se trata del candidato del Partido Comunista ruso, el empresario Pavel Grudinin. En tercer lugar, se colocaría Vladimir Zhirinovski, el candidato del Partido Liberal Demócrata. La única mujer candidata, Ksenia Sobchak, obtendría el 2.5%
Menos pobreza, más empleo
Andrei Kolesnikov, politólogo de la sede del Instituto Carniege de Moscú, resume así el respaldo del que goza Putin entre los rusos: “Le apoyan personas de todos los sectores sociales, muchos de clase media, que dependen del Estado y de la burocracia, y entre los cuales hay tecnócratas, militares y personajes de los servicios secretos. Pero también lo apoyan los sectores más marginados, los que dependen de los subsidios”, explica.
Y, no obstante, incluso a algunos de los votantes de Putin les invadía un sentimiento de aprensión de cara al futuro, en momentos en los que los conflictos internacionales de Rusia se agravan. “Los estadounidenses no me gustan, son agresivos. Pero los europeos sí. He viajado mucho por Europa y hay tantas cosas bellas allí”, explicaba, antes de la votación, Galina, una jubilada de 76 años y antigua ingeniera de telecomunicaciones. “Aunque también antes Europa era más estable, ahora tiene tantos problemas…”, añadía para subrayar un sentir común entre los rusos frente a crisis como el Brexit.
La explicación a todo esto se encuentra en los datos. En el año 2000, cuando Putin entró en el Gran Palacio del Kremlin, 42 millones de rusos vivían bajo el umbral de la pobreza, hoy son menos de 20 millones. En 2000, la expectativa de vida en Rusia era de 65,5 años, hoy es de 71,1; el desempleo era del 10,6% y hoy es del 5,3%, según datos del Banco Mundial. Un bienestar que se ha visto frenado, no obstante, desde el año 2012, con la caída del precio del petróleo, las sanciones y la intervención militar rusa en Siria, pero que todavía contrasta con la imagen de desastre de la Rusia postsoviética.
"¿De qué elecciones me está hablando?"
En la capital, muchos moscovitas ya contaban este domingo con la victoria de Putin. En un un momento de crecientes tensiones con Occidente y bajo la amenaza de nuevas sanciones contra Rusia, las jornada electoral no alteró nada en Moscú. El metro estaba a reventar en las horas punta, las tiendas abrieron como siempre, los turistas hacían fotos ante del Kremlin y el teatro Bolshoi...
Ni siquiera había movimiento en la embajada británica de la calle Sofiyskaya Naberezhnaya, después de que Rusia anunciara el sábado la expulsión de 23 diplomáticos británicos, en represalia por la expulsión de otros 23 rusos de Reino Unido. Londres ha acusado al Kremlin del envenenamiento de Serguéi Skripal, un doble agente ruso que colaboró durante años con el espionaje británico. La crisis no ha mermado la popularidad de Putin.
“¿De qué elecciones me está hablando? ¿Hay elecciones en Rusia?”, decía un anciano, en la calle Pyatniskaya, en pleno centro de Moscú, donde pocos tenían ganas de dar su opinión sobre el asunto. “No sé si iré a votar. Si lo haré, creo que me decantaré por Putin o Ksenia Sobchak (candidata de Iniciativa Ciudadana y única mujer entre ocho contendientes)”, contaba Daria, una estudiante de Derecho de 18 años. “En todo caso, he leído los programas políticos de los candidatos y ninguno se merece ser presidente de Rusia”, añadía.
“Estas elecciones no son legítimas”, explicaba otra joven moscovita, Evgenia. “Y no. No hubiera votado por Navalni. Lo que quiero es que la actual clase política se vaya y disminuya la corrupción”, insistía, al abordar uno de los asuntos más polémicos en Rusia y menos tocados en los discursos de Putin, pese a que Rusia se encuentra en el puesto número 135 en el índice de percepción de la corrupción de Transparencia Internacional.
La jornada electoral no estuvo, sin embargo, exenta de incidentes. Por la mañana, la presidenta de la Comisión Electoral Central (CEC), Ela Pamfilova, informó de un ataque informático DDoS (denegación de servicio) a la página web de la comisión electoral. El diario independiente 'Novaya Gazeta' difundió imágenes de presidentes de los colegios electorales depositando puñados de papeletas de electores fantasma. También se denunciaron casos de votos emitidos por personas ya fallecidas y de urnas colocadas en trenes y aeropuertos para incentivar a la gente a votar.
Un escenario congelado
En las proximidades (o en algún caso, incluso en el interior) de varias sedes electorales, quienes acudían también podían comprar mercancías a precios inusitadamente bajos. Incluso en Moscú, donde en un colegio situado cerca de la estación de metro de Akademiska, un kilo de patatas se vendía por dos rublos, el equivalente a 0,02 centavos de euro. Golos, un grupo de observadores independientes, llegó a denunciar alrededor de 1.000 violaciones durante el voto. Todo ello, en una fecha simbólica para el conflicto ruso-ucraniano, el 18 de marzo, día en el que Rusia anexionó Crimea hace cuatro años, provocando una escalada de tensión con la Unión Europea y Estados Unidos. Allí, Putin obtuvo alrededor del 90% de los votos.
La incógnita es qué ocurrirá a partir de ahora. Según Kolesnikov -autor de un estudio titulado “Escenario congelado: El sistema político ruso”-, la victoria de Putin tiene entre sus misiones más inmediatas mantener en el poder al círculo de amistades políticas y empresariales del líder. Un sistema que no ha cambiado en las últimas dos décadas -tras la maltrecha salida de escena de Boris Yeltsin- y que está basado en un Estado central fuerte, una fuerte personalización (centrada en Putin), y un libre mercado vigilado. Todo, anclado en un nacionalismo y orgullo patrio que, a partir de este lunes, seguirá encarnando el eterno Putin.
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