Distintos expertos consideran que EEUU y la Unión Europea disponen de palancas para poder influir sobre Turquía. No obstante, en la práctica la situación podría ser muy diferente y el comportamiento del presidente otomano parece confirmarlo.
La incapacidad de Washington y Bruselas de 'castigar' a Ankara por la compra de los sistemas rusos S-400 sirvió al presidente turco Recep Tayyip Erdogan de prueba de que su estrategia de confrontación es correcta, opina el columnista ruso Iván Danilov.
"Los periodistas estadounidenses entendieron perfectamente para qué el líder turco visitó el Salón Aeroespacial Internacional MAKS 2019 y describieron correctamente el contexto diplomático de la broma que Erdogan se gastó durante el evento acerca de la compra del Su-57", escribe Danilov en su artículo para la versión rusa de Sputnik.
El columnista considera que el mensaje que envió el presidente otomano al mundo fue bastante claro: a Ankara no le importa su exclusión del programa de construcción de los cazas estadounidenses F-35. Turquía dispone de las alternativas adecuadas siempre que sea necesario contar con aviones avanzados.
Por el camino de Irán y Corea del Norte
El mandatario turco incluso fue más allá y elevó las apuestas al declarar el 4 de septiembre que era inaceptable que otros Estados le prohibieran a Ankara obtener sus propias armas nucleares.
"Algunos países tienen misiles con ojivas nucleares, no una, sino dos. Pero (ellos nos dicen) que no podemos tenerlas. Esto, no lo puedo aceptar", aseveró.
Distintos politólogos podrían reconocer en estas declaraciones un truco populista dirigido al público interno, pero Danilov considera que este mensaje fue enviado a sus socios occidentales.
Si la época de Trump le enseñó al mundo algo es que tener armas nucleares o estar a un paso de obtenerlas son las únicas protecciones eficaces contra la diplomacia estadounidense e incluso una agresión militar. Esta hipótesis se comprueba muy bien en la situación con Corea del Norte, a la que Trump está cansado de espantar con sus portaviones", recalca el columnista.
Washington y Bruselas están 'desarmados'
Según Danilov, en otras circunstancias Ankara habría sido castigada de manera ejemplar por las declaraciones de Erdogan, pero el mandatario otomano probó por vía experimental que Washington y Bruselas seguirán tolerándolas.
"Washington las tolerará para no permitir la destrucción del ala suroriental de la OTAN, mientras Bruselas permanecerá paciente con Erdogan porque el político turco tiene en sus manos el equivalente a un arma nuclear: millones de refugiados a los que puede dejar entrar en la UE", recuerda el autor del artículo.
El periodista recalca que la membresía de Turquía en la OTAN no ayudó a proteger a Erdogan de una intentona golpista, cuyos organizadores supuestamente gozaron del apoyo de Washington.
Anteriormente la UE podía espantar a la Administración turca bloqueando las negociaciones sobre su integración a la UE. Ahora, los partidarios de Erdogan y la mayor parte de la elite política entienden que estas conversaciones han sido una ficción desde el principio.
Danilov opina que el presidente otomano ha encontrado un esquema ideal para cooperar con la UE y EEUU: resulta que el mejor enfoque no radica en la obediencia absoluta y el sacrificio de los intereses nacionales a favor de las de Washington y Bruselas. Al contrario la mejor conducta implica "encontrar los puntos débiles" y frenar los intentos de organizar otra revolución de colores. Esta política, según el periodista, ayuda a "mantener cierta independencia y permite torcer un poco las manos a los jugadores geopolíticos serios".
"A medida que Erdogan inspire a otros líderes (...) la hegemonía occidental seguirá cayendo en el olvido cada vez más rápido", concluye.
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