En la proximidad de las elecciones norteamericanas, no parece que el 'éxito' en el maltrato a la migración obtenido al convertir a México en un cuerpo policial contra la migración supere el fracaso que supuso para los Estados Unidos y para Donald Trump la derrota del Estado Islámico, liderada por Rusia. Derrota que fue seguida en el tiempo de la retirada de tropas norteamericanas de la región. Quizá en este libro de cuentas, de debes y haberes, se encuentre el principal motor de los movimientos geopolíticos en Irán y Venezuela y la desesperada búsqueda de un conflicto de gran magnitud.
El acuerdo nuclear con Irán de 2015
El acuerdo alcanzado en el año 2015 entre Irán y las potencias occidentales, auspiciado por Europa y Barack Obama, imponía restricciones al programa nuclear iraní, imposibilitando la fabricación de una bomba nuclear, a cambio del levantamiento de la mayoría de sanciones que pesaban sobre Irán.
Irán se comprometió a limitar el almacenaje de uranio a 300 kilos, que además debería estar enriquecido como mucho al 3,67%, cuando había sido capaz de almacenar 100.000 kilos altamente enriquecido. Para hacernos una idea, se requiere que el enriquecimiento de uranio se sitúe en el 90% para la fabricación de una bomba. El acuerdo también limitó la cantidad y modernidad de las centrífugas operativas, así como la limitación de un reactor de agua pesada, lo que impidió la producción de plutonio. Además, se facilitó el acceso de los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Todo ello supuso en la práctica la renuncia de Irán a a la fabricación de una bomba atómica. Pero ¿por qué es tan importante la fabricación de armamento nuclear? Los occidentales aseverarán que resulta peligrosa la proliferación de armas nucleares, pero lo cierto es que un arma nuclear en manos de Irán cambiaría el tablero geopolítico de Oriente Próximo. ¿Habría acontecido la actual crisis si Irán poseyera un arma nuclear? ¿Se sancionaría y asfixiaría a un país que posee armamento nuclear? ¿Se intentaría derrocarlo o convertirlo en un estado fallido como ya se hizo con otros países de la región?
Una vez alcanzado el acuerdo, las potencias mundiales levantaron las sanciones económicas, se descongelaron miles de millones de dólares que se encontraban en el exterior y se permitió que Irán comerciara. Todo caminaba hacia la normalidad hasta que llegó...
La temeridad de Donald Trump
Donald Trump desde un primer momento se mostró, junto a Israel, contrario al acuerdo, al que calificó en el momento de la firma como "el peor de los acuerdos" o "un desastre". Lo hizo porque este no afectaba a los misiles balísticos y a medida que pasara el tiempo las restricciones se irían levantando, dado que el acuerdo lo que pretende es la normalización de las relaciones entre Irán y Occidente. Por ello, en el año 2023 los iraníes podrían construir 30 centrífugas más avanzadas de las que el acuerdo permitía a la firma —2015– y en 2030 quedarían levantadas las restricciones sobre el nivel de enriquecimiento de uranio y las limitaciones de almacenaje.
La idea del acuerdo no era limitar la capacidad nuclear de Irán de forma perpetua, y por tanto afectar a su soberanía y su capacidad geopolítica en la región, sino que la capacidad nuclear avanzara en la media en la que la confianza con Occidente se restableciera. En la medida en la que se convirtieran en socios o aliados occidentales. De lo contrario, obviamente, la idea occidental se mantendría en prorrogar el acuerdo.
El año pasado, 2018, Donald Trump no tuvo otra ocurrencia que levantarse unilateralmente del acuerdo y hacerlo pedazos. Ello no solo provocó la reacción airada de Irán, sino la repulsa de Europa que, incluso, llegó a protestar públicamente por medio de sus dos líderes más destacados, Francia y Alemania. Tanto Emmanuel Macron como Angela Merkel afirmaron que había constituido un error dejar en manos norteamericanas la política exterior desde la II Guerra Mundial y que debían hacer lo posible por revertir esta situación. Es decir, en esencia, afirmaron que había constituido un error que Europa se hubiera convertido en un protectorado moderno de los Estados Unidos de Norteamérica.
Y razón no le faltaba al Viejo Continente porque, aunque olvidado de forma general por los medios occidentales, el programa nuclear de Irán comenzó con la ayuda de Estados Unidos en 1967 al Sha de Persia, Mohammad Reza Pahlevi. Lo llamaron "Átomos para la Paz", como cuando Reagan recibió a los mujaidines afganos y los calificó como "luchadores por la libertad". Lo que demuestra que el problema no reside tanto en la proliferación de las armas nucleares como que estas estén o no en manos aliadas. Por ello, derrocado el Sha de Persia en 1979, el programa fue cancelado y poco después los norteamericanos lanzaron a la Irak de Sadam Huseim contra la recién creada República Islámica de Irán. El mismo Sadam que tiempo después se revolvió contra Occidente.
Volviendo al presente, la salida norteamericana del acuerdo dejó en una situación muy delicada al Gobierno de Irán y facilitó las críticas de los sectores más radicales. De hecho, Hasán Rohaní ya ha sufrido numerosas protestas en respuesta a la inflación ascendente y la aparente ausencia de beneficios económicos del acuerdo. Una prueba de ello podemos encontrarla en el anuncio del apresamiento de 17 espías iraníes al servicio de la CIA, pues según diversos expertos solo se trata de un movimiento para contrarrestar la emisión de un documental que critica al presidente, Hasán Rohaní, al que califica de ineficaz y débil ante el espionaje occidental. En realidad, los 17 detenidos lo habrían sido en los últimos años y no en fechas recientes, pero no deja de demostrar que existe una facción crítica y dura con el Gobierno iraní.
La crisis del Estrecho de Ormuz
Por todo ello, la respuesta de Irán a la temeraria decisión de Estados Unidos de abandonar el acuerdo nuclear y retomar las brutales sanciones se ha manifestado mediante dos líneas diferentes. Por un lado, ha perpetrado ataques —que niega— e interceptado petroleros occidentales, tanto en el año 2018 como en este 2019, aunque no ha sido el único país en recurrir a métodos violentos. Recordemos que el pasado 4 de julio la Marina Real Británica apresó en Gibraltar el petrolero iraní Grace 1 y Estados Unidos e Irán se han visto envuelto en el derribo de drones.
Además, en marzo de 2019 Hasán Rohaní lanzó un ultimátum de 60 días a Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania para que se solventaran las restricciones a la banca de su país y a la venta de petróleo. Todo ello porque Europa fracasó en su intentó de sortear las sanciones norteamericanas con lo que se ha conocido como Instex, un comercio basado en alimentos, productos farmacéuticos o elementos básicos de consumo, que no ha sido capaz de integrar el comercio con petróleo y, por tanto, no ha podido contrarrestar el impacto de las sanciones norteamericanas.
Por tanto, ha sido este fracaso europeo y la temeridad de Donald Trump los desencadenantes de la campaña iraní de ataques e interceptaciones de petroleros occidentales que han tenido lugar en los últimos meses, pues la asfixia económica está llevando al país a una crisis de Gobierno considerable. No parece desde luego que sea Irán el actor que busca el conflicto y no desea el acuerdo, sino que se está viendo obligado a ello.
Críticas a la debilidad de Reino Unido
Apresado el 4 de julio el Grace 1, los iraníes respondieron el 19 de julio con la captura del buque Stena Impero, lo que era de prever por cuanto fue advertido por el propio jefe de Estado Mayor iraní, Mohamad Bagheri, que avisó que el apresamiento del buque iraní tendría contestación en el momento adecuado. Sin embargo, el movimiento ha sorprendido a las Fuerzas Armadas británicas y ello ha levantado una oleada de críticas.
En primer lugar, el exjefe de Estado Mayor Naval británico, Alan West, ha criticado que la sucesión política de Reino Unido y el Brexit hayan impedido que el Gobierno británico centrara su atención en lo que ocurría en el golfo Pérsico. West afirma que se debería haber enviado a la zona una nueva fragata y un buque con tanque para repostar, tal como estaba previsto, pero esto no aconteció, lo cual sorprende por cuanto una semana antes del apresamiento, la única fragata británica en la zona, la HMS Montrose, impidió el asalto de un petrolero por buques iraníes. Además, el ex alto mando militar alerta sobre las consecuencias de una respuesta militar, que califica de inapropiada por cuanto Reino Unido no tiene capacidad militar para asumir un conflicto con Irán.
En segundo lugar, la clase política británica se ha mostrado contraria desde el primer momento, como la mayoría de Europa, a la ruptura del acuerdo nuclear con Irán, sin embargo, intenta a toda costa también mantener las buenas relaciones con Estados Unidos, muy deterioradas desde la llegada de Trump a la Casa Blanca. Por ello, son muchas las voces que advierten que Reino Unido no puede cometer el error de seguir a Estados Unidos mientras este se encamina a un enfrentamiento bélico, tal y como lo hizo en la fatídica guerra de Irak. De hecho, han advertido al nuevo presidente británico, Boris Johnson, tan excéntrico y extremista como Donald Trump, que vigilarán de cerca sus movimientos.
España, el portaaviones de Estados Unidos; Arabia Saudí, una nueva base
Entre tanto, España se ha convertido en portaaviones de Estados Unidos y los incrementos y movimientos militares ya son evidentes en las bases norteamericanas, aunque como es costumbre en el país los grandes medios nacionales lo ocultan. Las bases de Rota y Morón, al sur de España, cuentan con las pistas de aterrizaje más largas de Europa y suponen uno de los enclaves norteamericanos más importantes en el Mediterráneo Occidental y en el mundo.
Por ello, en Rota se encuentran destinados de forma permanente cuatro destructores con sistemas antimisiles y en Morón se emplazan las fuerzas de respuesta rápida para una crisis, fuerzas que en ocasiones como la que nos ocupa suelen aumentarse. En muchos casos, incumpliendo los tratados firmados con España.
Además, dado que uno de los petroleros interceptados en el golfo Pérsico tiene relación con Arabia Saudí, el rey Salman ha decidido conceder permiso a los norteamericanos para que accedan al país. Otra base más para un potencial conflicto bélico.
El mundo en manos de la diplomacia de Donald Trump y Boris Johnson
En este contexto, la llegada al poder en Reino Unido de Boris Johnson, cercano amigo de Donald Trump, resulta una pésima noticia, ya que deja la crisis con Irán —y las relaciones con el resto del mundo— en manos de dos excéntricos, lunáticos y extremistas sujetos. Serán ellos los que tendrán que imponer cordura, restablecer puentes con Irán y gestionar el ascenso de Rusia y China para evitar caer en la temida y peligrosa trampa de Tucídides.
No hay comentarios:
Publicar un comentario