México y Rusia están separados actualmente por más de 10.000 km. Sin embargo, aunque resulte difícil creerlo, hace dos siglos fueron vecinos durante veinte años en Alta California.
Tras su independencia de España en 1821, México estableció en Sonoma (Alta California) su guarnición más lejana para controlar las tribus indígenas y, según algunas fuentes históricas, para vigilar el Fuerte Ruso. Pero os preguntaréis qué hacía allí el Fuerte Ruso y qué tiene que ver con los rusos. La fortaleza llamada por los estadounidenses Fort Ross (Fuerte Ruso, en español) existió en Alta California entre 1812 y 1841. Se fundó por iniciativa de la Compañía Ruso-Americana (RAK, por sus siglas en ruso) que estaba dirigida por el comerciante Alexánder Baránov, el mismo que hizo florecer el comercio en la Alaska rusa.
Primero, los representantes de la Compañía Ruso-Americana visitaron esta región entre 1806 y 1811. Viendo que el poder de España iba aflojando, los rusos tomaron la decisión de ocupar pacíficamente la parte norte de Alta California. En septiembre de 1812 el administrador de la Compañía Ruso-Americana fundó allí la fortaleza Ross (¡a tan solo 80 km de San Francisco!). A unos 10 km de la fortaleza pasa el río Slavianka, que posteriormente, en 1841, los estadounidenses rebautizaron como Russian River (o Río Ruso, en español) y hasta la fecha conserva este nombre. A pesar de que España reclamaba el territorio, esta zona no fue colonizada y, por lo tanto, 25 rusos y 90 aleutas se asentaron allí sin mayor dificultad.
Varias fuentes históricas afirman, que los dueños directos de estos territorios fueron los indios pertenecientes al grupo kashaya-pomo, y que estos cedieron sus tierras a los rusos por tres mantas, tres pantalones, tres hachas, tres zapapicos e hilos.
Entre la Alaska rusa y México
Fue de esta manera como el Fuerte Ruso se convirtió en la colonia rusa más meridional. Su objetivo principal era suministrar productos agrícolas a la Alaska rusa. Aunque la agricultura no llegó a prosperar en estas tierras lejanas y de clima duro, los rusos se las apañaron para desarrollar la ganadería y cultivar manzanos, perales, cerezos, uvas y melocotones, que se enviaban a Novoarjánguelsk (actualmente, Sitka), la capital de la Alaska rusa. Se afirma que para 1828 el lugar contaba con 60 rusos, 80 aleutas y 80 indios locales. En 1836 la población creció hasta 260-290 personas, algunas de ellas se instalaron a orillas del río Slavianka.
Las fuentes históricas afirman también que los rusos recurrían a los indígenas para hacer los trabajos más duros y les pagaban con harina, ropa o alojamiento. A medida que iban pasando los años, las relaciones con los nativos empeoraron, aunque no hay testimonios de conflictos armados.
Rusia no reconoce la independencia mexicana y México no reconoce Fort Ross
Las relaciones con México, tras su independencia de España, tampoco fueron fáciles. La Compañía Ruso-Americana intentaba conseguir un reconocimiento oficial de las fronteras por parte de las autoridades mexicanas, pero México se negaba a hacerlo, alegando que no había relaciones diplomáticas entre los dos países.
En 1835 el barón Ferdinand von Wrangel (presidente de la Compañía Ruso-Americana entre 1840 y 1849, y que en 1867 se opuso a la venta de Alaska) fue enviado por los rusos para firmar un tratado comercial con México. Llegó a verse con el ministro de Exteriores y después intentó convencer al emperador Nicolás I para que Rusia reconociera la independencia de México y, a cambio, el país azteca reconocería el Fuerte Ruso. Sin embargo, el zar se opuso a esta iniciativa.
Pese a un estatus oficial impreciso, los rusos de Fort Ross desarrollaban el comercio con México de forma muy activa. Sin embargo, ni la agriclutura, ni la pesca, ni la ganadería eran suficientes para cubrir los gastos de mantenimiento de esta colonia rusa en Alta California. Fue así como en 1839 la Compañía Ruso-Americana decidió vender Fort Ross. México consideraba este territorio de su propiedad y, por lo tanto, no iba a pagar por las tierras. Probablemente los mexicanos esperaban que los rusos simplemente abandonasen este lugar, sin más... Pero finalmente, en 1841 fue vendido al empresario estadounidense de origen suizo John Sutter, que un año antes fundó la colonia agrícola y comercial en Alta California llamada “Nueva Helvetia” (o “Nueva Suiza”) y para ello adoptó la nacionalidad mexicana.
Venta contravertida
Así que Fort Ross fue vendido a Sutter por 30.000 piastras (o 42.857 rublos y 14 kópeks en plata). Según varias fuentes históricas, hubo problemas con el pago, de hecho, se sabe con seguridad que no se realizó en los plazos establecidos por el acuerdo (el empresario tenía que hacerlo en cuatro años). Varias veces a lo largo de la década de 1840 la Compañía Ruso-Americana tuvo que exigir el pago a Sutter, que en 1848 adoptó la nacionalidad estadounidense, cuando California pasó a formar parte de EE UU tras la guerra entre EE UU y México.
Algunos investigadores rusos incluso ponen en duda el hecho de Sutter llegara a cerrar la deuda del todo. Tras el descubrimiento de oro en sus territorios y la fiebre de oro que lo siguió, el empresario se declaró en quiebra en 1852. En contra de todas las esperanzas, no se enriqueció con el preciado metal deseado sino que “sus tierras” se vieron invadidas y arrasadas por los ansiosos buscadores de oro.
No obstante, basándose en los informes de la Compañía Ruso-Americana, la mayoría de los historiadores coinciden en que para el año 1850 Sutter completó o casi completó su deuda. Además, pagó a los rusos, no con alimentos y mercancías, como estaba previsto inicialmente en el acuerdo, sino con oro.
En 1867, 26 años después de vender Fort Ross en Alta California, la Compañía Ruso-Americana decidió deshacerse también de Alaska. La venta se cerró por 7,2 millones de dólares.
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