En una reunión mantenida este miércoles con los directivos del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB, por sus siglas en ruso), el mandatario ruso ha condenado los intentos de las campañas occidentales de “inmovilizar” a Rusia con sanciones económicas, el “bloqueo” de grandes proyectos internacionales como gasoducto Nord Stream 2, cuestionar logros del país en su lucha contra la pandemia e “injerencia” en asuntos sociales y políticos de Rusia, entre ellos el caso del opositor Alexei Navalni.
“No se trata de una competencia natural en las relaciones internacionales, sino de una política sistemática y muy agresiva dirigida a obstaculizar y frenar nuestro desarrollo, crear problemas externos, provocar inestabilidad interna y socavar los valores que unen a la sociedad rusa”, ha enfatizado Putin.
En esta misma línea, Putin ha instado al Servicio Federal de Seguridad de Rusia a prestar especial atención a los contactos entre los servicios secretos extranjeros y las organizaciones terroristas, que están intentando ahora reiniciar sus operaciones en el país.
Asimismo, ha solicitado al Servicio Federal de Seguridad de Rusia garantizar el libre derecho al voto en las elecciones legislativas en todo el territorio ruso el próximo mes de septiembre ante “cualquier provocación”. De este modo, ha considerado importante “trazar una línea clara de separación” entre la lucha que existe entre los partidos políticos y aquellas acciones “que no tienen nada que ver con la democracia” del país.
Además, ha aseverado que el Servicio Federal de Seguridad de Rusia también debe garantizar la “seguridad cibernética” del país con nuevas estrategias para averiguar los riesgos existentes, puesto que hoy en día, el espacio digital internacional es escenario de una “competencia geopolítica muy intensa”.
Rusia y el Occidente siguen sin poder superar las tensiones que surgieron después de la crisis de Ucrania y la anexión de la península de Crimea a Rusia en un referéndum no reconocido internacionalmente. Como medidas de presión, EE.UU. y la Unión europea vienen imponiendo, desde entonces, una serie de sanciones a funcionarios, empresas y sectores económicos rusos.
El último episodio de desencuentro entre las partes se puede encontrar en la injerencia occidental sobre un fallo judicial dictado contra Navalni, quien fue detenido el pasado 17 de enero en un aeropuerto de Moscú (capital rusa) a su regreso de Alemania por saltarse su régimen de semilibertad.
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