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jueves, 17 de abril de 2014

El Calcolítico en Oriente Próximo. Los ídolos serpiente.


El Calcolítico en Oriente Próximo. Los ídolos serpiente.


Aunque el término “Calcolítico” y su significancia nos evoca el paso humano hacia un periodo, dentro de la prehistoria, de “evolución tecnológica” - Si bien la labor sobre cobre ya era conocida desde el Neolítico anatólico, en el VII milenio a.c., ésta no tomará relevancia hasta fechas posteriores -, como así nos dicta J.J. Eiroa. Circunstancia a la que debemos añadir un “escalón más” en su evolución cultural. Éste incremento en el nivel de desarrollo permite, por un lado, una utilización más sistemática y diversificada del medio y por otro, una organización social más compleja. Es en éste último hito, la organización social, donde comienzan a cimentarse conceptos como la “jerarquización” y/o la “estratificación social”, y que son fruto de otro gran acontecimiento histórico: El nacimiento de las sociedades proto-urbanas.


Cabezas de ídolos en terracota. Periodo de El-Obeid II, 4.500 a.c. aprox. Se aprecian en los rasgos faciales los ojos tipo “grano de café”) y los cráneos alargados y el “moño” o corona.

En Mesopotamia, la “Cultura del El-Obeid”, derivada de la “Cultura de Samarra”. sin solución de continuidad, representa la transición desde el Neolítico al Calcolítico. Una evolución que cronológicamente será la siguiente:

Hassuna-Samarra o pre El-Obeid, 5800-5000 a.c. aprox.;

El-Obeid I o fase de Eridu, 5000-4900 a.c.; Obeid II, 4900-4300 a.c.; Obeid III, 4300-3900 a.c.; Obeid IV, 3900-3500 a.c; aprox,

Uruk o Fase “pre-literaria”, 3500-3100 a.c.;aprox.

Djemdet Nasr, 3100-2900 a.c.; Subfase de Kish, 2900-2400 a.c. aprox.

Nota: Es de recordar, en comparativa, que en Europa este proceso fue mucho más lento. Las sociedades complejas europeas no llegarán al estadio “proto-urbano” hasta mediados del II milenio. a.c. Ésta “desigualdad evolutiva” social y tecnológica con respecto a Oriente Próximo tuvo como consecuencia un extremo carácter referencial, incluso hoy en día, a lo largo de la Historia y que hacían proceder multitud de “idearios difusionistas” o de innovaciones culturales, incluidas las religiosas…, a partir de IV milenio a.c., en dirección al continente europeo.

Como en el caso de El-Obeid, el periodo de Uruk se subdivide en fases para su mejor comprensión y evolución. En la fase IV-V de Uruk, hacia el 3300-3200 a.c. aprox., aparecen los primeros textos escritos. De ahí que el conjunto de éstas dos sub-divisiones se les denomine, también , como “Periodo Proto-Literario”.

El periodo Pre-El Obeid, se significa por las corrientes migratorias que desde los asentamientos en las estribaciones de las montañas, sociedades ya consolidadas en su cultura agropecuaria, se producen en dirección a las valles aluviales del Tigris y Eufrates. - Yacimientos de Tepe Hisar, Tepe Sialk, Tepe Gawra y entre otros, junto con los de Hassuna-Samarra - En éste lapso es donde se encuentran los primeros trabajos sobre cobre, aunque todavía sin fundición. - Tell Halaf , cultura siria cuasi paralela a Hassuna-Samarra, 5500- 4600 a.c. . Los útiles de cobre se confeccionaban exclusivamente con técnicas de repujado -, así como, y en el caso de Hassuna, la aparición de unos “discos de piedra” o terracota con una cara lisa que presentan incisiones y que son considerados como los precursores de los cilindros-sellos mesopotámicos, unos cilindros-sello que se utilizarán hasta bien entrado el último milenio a.c. También es de recordar que durante la plenitud de la “Cultura de Hassuna-Samarra”, en el año 5000 a.c. y en los yacimientos de Choga Mami y Tell-Es-Sawwan, se dibujan las primeros pasos hacia la agricultura de regadío. Una agricultura de regadío que será fundamental para obtener tierras cultivables en las franjas aluviales de los dos ríos prominentes en Mesopotamia.

De De izquierda a derecha. Representación en terracota de dos figuras humanoides femeninas procedentes de Ur y Eridu. Periodo de Al-Ubaid II, año 4500 a.c. aprox. Se aprecia los cambios en la representación femenina con respecto al Neolítico y que se imagina de forma mas estilizada, juvenil y con un pecho mas pequeño. En una de ellas, el infante aparece con la modificación craneal propia de la Cultura del El-Obeid. British Museum. Derecha: Representación funeraria en terracota de una figura humanoide con supuesto aspecto de reptil, amamantando a un niño. Ver el “moño” o corona. Periodo Al-Ubaid IV, 3900-3500 a.c. aprox., procedente de Eridu. National Museum (Irak)

Dentro de una sub-fase de Hassuna, que forma parte del conjunto arqueológico de Hassuna-Samarra, y dentro de su estética edificativa – El periodo de Samarra se identifica por casas de planta rectangular, con varias dependencias y un patio, ya no construidas con barro apisonado, sino con adobe y cubierto por un revocado de yeso -, aparece bajo el primer nivel de construcción algunos pequeños santuarios que pueden estar acompañados por enterramientos y de donde han sido rescatadas multitud de figurillas que Lara Peinado vincula a rituales afectos. Éstas piezas presentan una decoración plástica muy característica, dado que se esbozan con cráneos muy alargados que se acompañan de ojos modelados en forma de “grano de café”. Ésta estética representativa tiene rasgos, en su similitud, con otras figuraciones del Periodo El-Obeid, del que hablaremos mas tarde, e incluso con diseños sumerios del periodo dinástico arcaico del siglo XXIX a.c., aprox.


Figura de terracota encontrada en Tell Songor A. Periodo de Hassuna-Samarra. 5500-5000 a.c. Representa a una mujer sentada que presenta el estilismo, la modificación craneal y los ojos en forma de “grano de café”.

El-Obeid, o Al Ubaid, es el nombre un “tell” , colina o montículo, en la periferia de la antigua ciudad de Ur que del que se tomará en nombre para una segunda fase de evolución cultural acontecida en el sur mesopotámico. Ésta cultura tuvo la cualidad de imponerse en todos los asentamientos de la cuenca del Tigris y del Eufrates y cuyo ámbito de expansión cultural también incluiría la vertiente oriental de los Montes Zagros, el sudeste iraní y amplias zonas del Golfo Pérsico arábigo. En sus mas preponderantes yacimientos del sur mesopotámico, Tell ‘Oueili, Ur, Uruk, Lagash, Eridu y El-Obeid, las casas son más grandes que en periodos anteriores, si bien no faltarán las levantadas con cañas y revestidas de arcilla, mas humildes, de episodios anteriores.- Se puede dar el caso, y que se observa en poblamientos como Tepe Gawra, Ninive o Tell-Es-Awwan, entre otras, que sus cimientos estén asentados también sobre trabajos en piedra - De este tiempo son las primeras grandes construcciones religiosas y que serán edificados con adobe moldeado, estandarizándose el uso de plataformas que aislarán la construcción de las humedades del suelo. Estaríamos antes las primeras señales del acontecimiento urbano y de las primeras sociedades pre-teocráticas que, posteriormente, se estructurarían económicamente en torno a las labores y posesiones del templo.

Retomando el tema de las costumbres funerarias, posiblemente anteriores y/o paralelas a éstas sociedades pre-hieráticas, se vislumbran las creencias de una vida en el “Mas Allá” y coincidente con el periodo neolítico . Dentro del ajuar de éstos enterramientos - enterramientos que se realizaban ya en cementerios. Caso de Ur y Eridu, éste último con más de un millar de tumbas, si bien, también, se siguen manteniendo las anteriores fórmulas reflejadas en el periodo de Hassuna-Samarra - es donde aparecen unas figurillas realizadas en terracota, y que posiblemente reflejen una parte de ese sentido mágico-religioso, retratando a mujeres, algunas amamantando niños, así como a hombres con cabeza y supuestas facciones de ofidio que se acompañan con apliques de betún a modo de cabellera o corona (Mc Adam, 2003), a los que se añaden resaltes ornamentales en hombros, brazos y pecho a modo de hipotéticas escamas: Los “ídolos serpiente”.

Aunque éstas figuraciones correspondan, como ya se ha comentado, al Periodo de Al-Ubaid, arqueológicamente estarán restringidas a la Baja Mesopotamia - Léase los yacimientos de Eridu, Al-Ubaid, Tell ‘Oueili, Ur, Uruk, Nippur, entre otros -. Se trata de representaciones de hombres y mujeres - aunque en el registro arqueológico aparezcan también algunas asexuadas - con unas medidas que oscilan entre los 5 y 15 cm de alto, cuando son de “cuerpo entero”, siendo las mas realistas las piezas de mayor entidad. Están confeccionadas, las mas modernas, con un cuerpo de arcilla donde se han incorporado detalles mediante técnicas de “picado”, tallado y posterior pintura. (Mc Adam , 2003), predominando las figuraciones femeninas. Una característica de éstas representaciones humanoides, y que parece invariable tanto en las piezas del norte como del sur mesopotámico, son sus formas esbeltas y que sugieren que tratamos con imágenes de individuos jóvenes y saludables en uno como en el otro sexo. A esto se añade, la particularidad que todas las formas craneales aparecen alargadas, y que en sus diseños aparecer sentadas o acostadas, como sugiere, en el segundo caso, la ausencia de una base donde poder mantenerlas erguidas.

«Ninmah dijo a Enki: “La Naturaleza de los hombres puede ser buena o mala. (55) ¡Me comprometo darles, de acuerdo con mi voluntad, un destino bueno o malo! “Y Enki respondió a Ninmah: “¡Bueno! ¡Yo corregiré ese destino, bueno o malo, que tú has elegido.” Ninmah, entonces, cogió arcilla de las orillas del Apsù, y el primer hombre que al que ella dio forma, no podía sostener nada en sus anquilosadas manos» Pasaje del poema “Enki y Ninmah” .Traducción Jean Botteró. texto de Nippur. XIX a.c.



Figuras humanoides de terracota procedentes de Tell-Es-Sawwan. Periodo de Hassuna-Samarra, 5800 a.c. aprox. Se trata de un torso y cabeza de mujer y un torso de hombre. National Museum (Irak)

Resulta evidente que la convivencia del hombre con los ofidios es de carácter universal, extendiéndose los mitema de esa relación a toda la historia de la Humanidad, como queda reflejado en multitud de simbolismos y acepciones culturales. Una mitología que quedó plasmada tanto en la literatura y como en el arte, existiendo una milenaria combinación entre terror y veneración. En el caso que nos atañe, Mesopotamia, ésta dualidad, como no podía ser de otra manera, se repite, apareciendo diversos seres con tal configuración - Caso de las serpientes u “ofidios-dragón,” los “muššatur” o “serpientes iracundas” - . Así surgen divinidades con tal representación zoológica o zoomórfica, tales como el dios Ningišzida, o la diosa Nintu/Ninmah, y determinados avatares afectos a la primigenia diosa amorrito-babilónica Tiamat, la Serpiente Ancestral es su papel de primigenia y hecatómbica “Naturaleza Creadora”. Ninmah/Nintu, “La Diosa de la Concepción”, la sosias de la neolítica diosa Mami, y que debe ser relacionada con las posteriores diosas sumerias y acadias Inanna e Ishtar. Divinidad que , según las creencias sumerias, fue la diseñadora de los seres humanos y la que ayudaría en su alumbramiento a la “Madre Primigenia”, Nammu, la “Vagina de la Naturaleza”. Aquella que, y dentro de su desafío con el dios Enki, creará a los “u.mu.ul” – En sumerio “Mi día ésta lejos”. Aunque en otras versiones del “Mito de la Creación Humana” sería Enki quien, en exclusiva, creó a los “umûl” (Botteró) -, “Los que sus Días No Han Sido Comenzados”, “Primeros ” Nacidos” (G. Leick, 2002).

En relación a lo anterior, en el caso de las figuraciones femeninas y en contra de anteriores representaciones paleo-neolíticas del norte mesopotámico anatólico, no existen vientres abultados ni grandes pechos caídos. Por el contrario, se trata de vientre planos y pechos pequeños, donde se adivinan situaciones pre-reproductivas o post-reproductivas – Como así parece indicar, y como ya ha sido comentado, un cierto número de piezas donde aparece un niño que está siendo amamantado – y que invita a pensar en ciertas simbologías paleo-neolíticas del Mediterráneo Oriental y Oriente Próximo hacia la dualidad de las “Diosas-Madres”, Léase Potnia Theron/Asherah/Athirat vs Asasara/Anat/Ishtar, así como en los cultos hierógamos posteriores a su “parte juvenil” y que se sobrepusieron al Calcolítico.

Lo que si parece plausible, comparando las efigies encontradas en Tell Songor A, Choga Mami y Tell-Es-Sawwan, Periodo de Hassuna-Samarra, con las muestras encontradas en Ur, Eridu, Periodo de Al-Ubaid, es que las segundas deriven en su concepción morfológica y simbólica de las primeras (Mc Adams, 2003). De hecho, presentan la misma composición facial y craneal: Ojos en forma de “granos de café” y cabezas elongadas, así como un cuerpo esbelto, diferenciándose exclusivamente en la posición que toma su diseño que en las primeras es sedente y en las segundas es erecta.


Alegoría de estuco procedente del templo sumerio arcaico de Inanna en Assur. nivel H. Alta Mesopotamia (2650-2350 a.c.). Aparece una mujer postrada con complejos tatuajes mortuorios.

Su posible representación como dios/a-serpiente, tal vez tuviera un simbolismo semejante a las figuraciones zoomórficas del posterior dios patronal de la ciudad sumeria de Gishbanda - “La Ciudad de los Jóvenes Árboles” y su patrón el dios Ningishzida, “Señor del Verdadero Árbol y Protector de sus Raíces” -, y que en su positividad, según mi parecer, simbolizaría “lo sano”, “lo que crece fuerte y abundante” - Las raíces de los árboles eran consideradas por los sumerios como serpientes. Serpientes que, supuestamente, los protegían de seres y circunstancias dañinas – . No olvidar que las serpientes, en otras culturas, caso del Antiguo Egipto egipcia, tienen una significancia simbólica y práctica como protectores de haciendas, viviendas o vidas. - Caso de la diosa egipcia Renenunet protectora, la que “Da Destino o Vida” a los recién nacidos – ¿Porqué no también extender su protección a ese “Mas Allá” en las culturas calcolíticas mesopotámicas..? o como ya hemos sugerido ¿Hablaríamos de una “extensión” de las primigenias creencias paleo-neolíticas reencarnativas..? La respuesta posiblemente se encuentre en la valoración arqueológica del contexto social de las figuras y de su época.

En primer lugar, habría que apuntan que las primeras estatuillas encontradas en Eridu y Al-Ubaid (Hall & Woolley, 1927), aunque aparecieron en los respectivos cementerios, no formaban parte del ajuar funerario de las tumbas, como así lo confirman otras muestras encontradas posteriormente en Rajib X, Al-Ubaid IV (Woolley, 1955), Hajji-Muhammad, Al-Ubaid II-III (Strommenger, 1963) y numerosos fragmentos incorporados en la mampostería y procedentes de construcciones de Nippur (Van Buren, 1930) - De hecho, una gran parte de los fragmentos encontrados en Hajji-Muhammad sirvieron a modo de grava en grandes ladrillos de adobe para el ziqqurat del templo de An(û), (Heinrich, 1937) -. Dato, el anterior, que nos podría sugerir un cambio en los modos religiosos y funerarios ante la supuesta “profanación” de las figuras, aunque y desde la visión sumeria sobre lo “sacro del hecho constructivo” , tal vez, no sea así el real significado que haya de considerarse. Si bien, y teniendo en cuenta la escasez de piezas con procedencia de Ur, Eridu y Tell ‘Oueili, en el El-Obeid mas meridional, puede identificar una evolución en su intencionada ubicación, y que va desde los propios hogares de Tell ‘Oueili , El Obeid 0-I; de localización indiscriminada dentro del asentamiento, caso de Ur y Eridu, El-Obeid I-II, y exclusivamente en cementerios en El-Obeid III-IV. Una evolución que culminaría en el Periodo Final de Ur, donde ningún enterramiento conserva semejante ajuarmy que probablemente suponga exclusivamente un progresivo cambio en los modos funerarios. En ese mismo sentido, se especula que tales figurillas acompañaran a sus primeros creadores en vida y posteriormente en la muerte dentro de un primigenio contexto de creencias lares ctónico-infernales; para luego ser diseñadas por personas concretas, léase sacerdotes.., dentro de una liturgia que finalizó durante El-Obeid IV, y que concuerda temporalmente con el posterior influencia en la Baja Mesopotamia de parte las culturas elamitas a comienzos del Periodo de Uruk, 3500-3100 a.c., así como la paralela conservación del ritual en la Alta Mesopotamia.

En definitiva, si bien éstas representaciones funerarias están vinculadas simbólicamente con las serpientes, como parte de unas creencias hacia el “Mas Allá”, a las “Diosas-Madres”/”Diosas de la Fertilidad” y a la Reencarnación. Posiblemente, en un primer estadio, fuera una imagen recordatorio de la personalidad del difunto en un contexto de religiosidad lar, tal vez como una guía para una futura reencarnación, y que continuó, mas adelante, utilizándose en recintos específicos intra o extra-muros dentro un contexto funerario comunal o aldeano. Si bien, A. Daems (2006), afirma que tales representaciones retratan la devoción y la pena hacia el finado dentro de un general ritual mortuorio, sería a considerar la posibilidad que tales figuras, además de lo ya comentado, fueran una exposición de la virtudes físicas y sacras del difunto de cara a su aprobación por parte de la diosa en su decisión reencarnativa, y no como exvoto. De hecho, tales observancias rituales se mantuvieron vivas en los rituales funerarios sacerdotales posteriores de la Alta Mesopotamia en templos afectos a las diosas de la Fertilidad.

Dicho esto, los diferentes aspectos de su diseño y que parecen imitar la cabeza y características de un ofidio, deben ser considerados primeramente como un rasgo cultural y luego sacro, y no la representación de una determinada divinidad. Rasgos culturales que se extendieron por Mesopotamia y Anatolia y que derivan de los modos funerarios de las anteriores culturas de Halaf y Hassuna-Samarra, manteniéndose como parte de un general ritual hasta bien entrado el Dinástico Arcaico en la Baja Mesopotamia y en el proto-Dinástico de Assur en la Alta Mesopotamia hacia mediados del III milenio a.c. Una práctica cultural que incluiría la modificación craneal de los infantes en determinadas élites (Molleson and Campbell 1995; Moorey 2003; Wengrow 1998) y donde el tatuaje mortuorio proclamaría una “extrema santidad” en la devoción del finado/a hacia la divinidad (J. Black). Tatuajes mortuorios, como así se refleja también un bajorrelieve encontrado en el “Templo Arcaico de Inanna” en Assur (W. Andrae, 1935), que incluyen ornamentaciones alrededor de los ojos a similitud de las formas en “grano de café”, y que concuerdan en su acepción con otro tipo de piezas encontradas en el “Templo de los Ojos” en Tell-Brak, Alta Mesopotamia, año 3500-3300 a.c. aprox., durante el Periodo de Uruk, hacia cultos hacia “Diosas-Madres” omnividentes, y que podrían a sugerirnos determinadas “facetas adivinatorias” de las sacerdotisas de cultos hierógamos posteriores.

Lo que si parece evidente son dos cosas: Que existen, en esos primeros momentos, una continuidad en la evolución cultural mesopotámica que reniega de cualquier ruptura a contextual proveniente del “exterior” de Oriente Próximo hasta el periodo de Djemdet Nasr y la llegada de los sumerios a la Baja Mesopotamia, y por otro, que no es necesario dar explicaciones peregrinas a ciertas piezas arqueológicas, aunque éstas resulten “menos románticas” que los cuentos de la “Abuelita Espacial”.

Referencias y mas información:

“Nociones de Prehistoria general” Jorge Juan Eiroa (2006)

“A Snake In The Grass: Reassessing the Ever-Intriguing Ophidian Figurines” Aurelie Daems (2006)

“La civilización sumeria” Federico Lara Peinado (1999)

“Ubaid Headshaping: Negotiations of Identity Through Physical Appearance?” Kirsi O. Lorentz (2006)
“The cult of the serpent” Balaji Mundkur (1983)

Imágenes:

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