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viernes, 4 de abril de 2014

¿Influyó el antisemitismo de Martín Lutero en Hitler?


Lutero era antisemita. Esto era lo habitual en todo cristiano de su época. Es cierto que en principio manifestó una gran ambigüedad con respecto a los judíos al albergar la vaga esperanza de su conversión a un cristianismo evangélico liberado de la nefasta influencia del Papado, pero un su panfleto “Contra los judíos y sus mentiras” manifiesta un antisemitismo que ya no deja lugar a dudas.

Autor: Juan Julio Alfaya


Lutero era antisemita. Esto era lo habitual en todo cristiano de su época. Es cierto que en principio manifestó una gran ambigüedad con respecto a los judíos al albergar la vaga esperanza de su conversión a un cristianismo evangélico liberado de la nefasta influencia del Papado, pero un su panfleto “Contra los judíos y sus mentiras” manifiesta un antisemitismo que ya no deja lugar a dudas.


Hitler, en su libro “Mi lucha”, habla de las razones por las cuales se hizo antisemita, pero no menciona ni una sola vez a Lutero. El fundador del nazismo alega haberse dado cuenta paulatinamente que los judíos eran una plaga para la sociedad e incluso acusa al partido y al movimiento cristiano-social de Austria de practicar un antisemitismo religioso, pero no racista, que para él era el único auténtico. «El antisemitismo del partido cristiano-social se fundaba en concepciones religiosas y no en principios racistas», escribe Hitler en “Mi lucha”.


El antisemitismo de Lutero se basaba en que los judíos rechazaron a Cristo y se resistían a creer en Él, mientras que Hitler era fundamentalmente racista y llega a afirmar que el “Estado judío” (sic) lo que hace en realidad es ocultarse detrás de su “religión”: «El Estado judío no estuvo jamás circunscrito a fronteras materiales; sus límites abarcan el universo, pero conciernen a una sola raza. Por eso el pueblo judío formó siempre un Estado dentro de otro Estado. Constituye uno de los artificios más ingeniosos de cuantos se han urdido, hacer aparecer a ese Estado como una “religión” y asegurarle de este modo la tolerancia que el elemento ario está en todo momento dispuesto a conceder a un dogma religioso. En realidad la religión de Moisés no es más que una doctrina de la conservación de la raza judía. De ahí que ella englobe casi todas las ramas del saber humano convenientes a su objetivo, sean éstas de orden sociológico, político o económico». (Adolf Hitler, “Mi lucha”).


Dietrich Eckart (1868-1923), a quien Hitler dedicó la segunda parte de “Mein Kampf” (Mi lucha), en su libro “Zwiegespräche zwischen Adolf Hitler und mir”, 1924, pág. 34 (Diálogo entre Adolf Hitler y yo), afirma que Lutero fue un modelo para Hitler y pone en boca del fundador del nazismo las siguientes palabras: “Lutero fue un gran hombre, un gigante. De una sentada quebrantó la penumbra. Vio al judío, como recién hoy nosotros comenzamos a verlo.”


De lo que no me cabe la menor duda es que el antisemitismo de Lutero caló muy hondo en el pueblo alemán y Hitler supo rescatarlo y reavivarlo en su nuevo formato racista. Dicen que hizo reimprimir y repartir el panfleto de Lutero “Sobre los judíos y sus mentiras”, lo que viene a significar que si bien Hitler no fue influenciado por Lutero, sí utilizó sus escritos para sus propios fines.


El antisemitismo de Lutero


Martín Lutero (1483-1546) formuló, respecto de los judíos, opiniones contradictorias que fueron desde la exaltación hasta el insulto y la propuesta de expulsión. Las ideas de Lutero acerca de los judíos oscilaban entre dos polos opuestos: 1º Jesucristo era judío y esto debía considerarse un honor para todos los judíos, pero 2º los judíos rechazaban a Jesucristo como Mesías.


En un opúsculo de 1523, “Das Jesus Christus ein geborener jude sei” (Que Jesucristo nació judío), el reformador se mostraba favorable a los israelitas: «... Los judíos son de la raza de Cristo... Jamás Dios concedió a ningún pueblo pagano un honor tan grande como a los judíos». Por el contrario, en una obra de 1542, “Gegen die luden und ihre lügen” (Contra los judíos y sus mentiras) Lutero propuso que se aplicasen a los judíos unas medidas extremadamente severas, llegando finalmente hasta la expulsión.


Existe una primera hipótesis basada en cierta ingenuidad por parte de Lutero al creer que presentando un cristianismo liberado de la nefasta influencia de la curia romana, de la corrupción del clero católico, del abuso de las bulas así como de todo tipo de supersticiones (adoración de imágenes, sufragios por los difuntos, etc.), los judíos aceptarían a Cristo sin problemas. Pero los judíos se mostraron indiferentes ante la nueva forma de cristianismo que les ofrecía el reformador, a pesar de que éste insiste todavía en algunos escritos de sus últimos años en el carácter privilegiado del pueblo judío.


Otra hipótesis considera que no existió un cambio radical en el pensamiento del reformador. En 1523 Lutero no se hacía demasiadas ilusiones sobre la posibilidad de convertir a los judíos; explicó que quería exponer sus ideas sobre el nacimiento de Jesús “con el propósito también de atraer, quizás, a algunos judíos a la fe cristiana”. Este “quizás” deja un margen muy reducido para una supuesta decepción. Lutero no era ningún iluso.


Lutero, en cuanto teólogo, recorrió un camino de evolución ideológica y, en cada etapa, consideró de manera diferente el lugar de los judíos en la economía de la salvación. Pero Lutero, como hombre del medioevo, no cambió; sus escritos ofrecen un testimonio notable de la desconfianza que animaba a todos los clérigos respecto de los judíos. El judío descendiente de Abraham era considerado con cierta indulgencia; el judío contemporáneo no merecía más que insultos. Incluso el texto de 1523 era bastante duro al afirmar que “los judíos se apartan del resto de la Humanidad”, que “se refugian en la mentira y en la mala fe”, que “únicamente se aferran a la letra de la Escritura” y que “son incapaces de comprender un pensamiento sutil”.


En su último texto dedicado a la guerra de los campesinos, atacó con violencia a los judíos, cuyo corazón “está tan rebosante de funesta perfidia que no tienen otro deseo profundo que el de suscitar escándalo. Los judíos son malvados y peligrosos, detestan a los cristianos, sus libros son inmorales, roban y explotan al pobre pueblo”. Estos temas clásicos que figuran en los escritos del reformador, ponen de manifiesto que éste es, en el fondo, un reflejo de su época.


La escisión de los cristianos entre católicos y protestantes no impidió que en ambos bandos persistiera el odio secular hacia los judíos. La reforma protestante no cambió en nada el estado de la judeofobia.


La judeofobia de Lutero llegó a adquirir tintes verdaderamente paranoicos, como en la carta que éste escribió a su mujer, el 1 de febrero de 1546: “He sido presa de un malestar poco antes de llegar a Eisleben. Ha sido culpa mía. Pero si tú hubieras estado entonces, habrías dicho que la culpa correspondía a los judíos o a su Dios, ya que hemos tenido que atravesar, un poco antes de llegar a Eisleben, un pueblo donde viven muchos judíos; tal vez han sido ellos los que han soplado tan fuerte contra mí. En este momento hay más de 50 judíos que viven en Eisleben. Y esto es verdad: cuando he pasado en coche cerca de este pueblo, un viento frío ha entrado en el coche por detrás y ha soplado sobre mi cabeza a través del bonete como para transformar mi cerebro en un bloque de hielo. Ello ha podido contribuir a mi mareo. Una vez que haya arreglado los asuntos principescos, deberé imponerme la tarea de expulsar a los judíos. El conde Albert les es hostil y los ha puesto ya fuera de la ley; pero nadie les hace nada todavía. Si Dios quiere, quiero ayudar al conde Albert desde el púlpito y ponerlos, también yo, fuera de la ley”.


Es prácticamente imposible que el pueblo alemán, profundamente marcado por la Reforma de Lutero, no haya conservado en su inconsciente colectivo mucho del antisemitismo del reformador y que éste haya aflorado en un momento de profunda humillación a consecuencia del Tratado de Versalles descargando su frustración y resentimiento no contra las potencias ganadoras de la Primera Guerra Mundial, sino contra un chivo expiatorio indefenso: el pueblo judío.

Juan Julio Alfaya

FUENTE

Sobre el antisemitismo de Lutero, ver:
Martín Lutero, Sobre los judíos y sus mentiras (Von den Juden und ihren Lügen)
http://www.herenciacristiana.com/luther/intro.html

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