Renzi ha respondido a una entrevista a Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, que criticó el nivel de deuda pública de Italia; Weidmann declaró al diario La Stampa, que Italia necesita consolidar su presupuesto para evitar dudas emergentes sobre la sostenibilidad de su deuda pública.
Ante las críticas recibidas, Renzi no se ha callado y ha revelado una cruda verdad que en gran parte está siendo ocultada al público.
Según Renzi, las dificultades que enfrentan los bancos italianos sobre sus malos préstamos, entre los que destaca el Monte Paschi de Siena, son minúsculos si se comparan con los inmensos problemas que algunos grandes bancos europeos y especialmente alemanes, enfrentan con sus inversiones en derivados.
Renzi sin duda estaba hablando del Deutsche Bank, cuya monstruosa exposición a derivados financieros se eleva a los 42.000 millones de euros, una cantidad varias veces superior al producto interior bruto alemán y que es considerado por muchos expertos como una bomba de relojería que podría provocar un crack económico de proporciones históricas a nivel mundial.
Sin embargo, se habla muy poco sobre el inmenso peligro que el Deutsche Bank y su burbuja de inversiones en derivados representa para la economía global.
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