García admitió haber violado a al menos 30 menores de entre cinco y diez años en una serie de agresiones que revisten más gravedad por el hecho de que García está infectado del VIH.
El caso del clérigo forma parte de una serie de denuncias contra miembros de la Iglesia católica mexicana por pederastia. No obstante y pese a las pruebas y a las denuncias de las organizaciones defensoras de los derechos de la niñez, los involucrados no han sido juzgados.
Por su parte, una de las madres de las menores violadas planeaba reunirse con el papa Francisco para dar a conocer la delicada situación de la comunidad afectada, pero recibió una respuesta negativa del Vaticano.
A pesar de la gran cantidad de víctimas, únicamente dos se atrevieron a denunciar oficialmente. El respeto del que goza la institución religiosa en las comunidades indígenas de México y la influencia que tiene sobre algunos organismos gubernamentales ha impedido que se le dé la debida importancia. Las víctimas tienen miedo a represalias.
El sacerdote Apolonio Merino Hernández declaró que algunos curas de Oaxaca están implicados en casos de pederastia y que el 70% de ellos tienen hijos, muchos de ellos fruto de violaciones.
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