La crisis siria ha marcado una tendencia decisiva de cara al futuro: el orden mundial impuesto tras la Guerra Fría se está cayendo a pedazos y la solución a los problemas económicos va más allá de las divisiones regionales, informa Lenta.ru.
En el conflicto sirio actualmente participan, de una u otra forma, todas las potencias mundiales: los países de la OTAN y del golfo Pérsico, además de Rusia, Irán y China, en lo que el artículo llama "una guerra indirecta" que lleva desarrollándose desde hace un buen tiempo.
Los países mencionados arman, financian, entrenan y apoyan a distintas fuerzas del conflicto sirio, al mismo tiempo que participan de la guerra contra la tercera fuerza: Daesh, organización terrorista proscrita en Rusia y otros países.
En el conflicto sirio actualmente participan, de una u otra forma, todas las potencias mundiales: los países de la OTAN y del golfo Pérsico, además de Rusia, Irán y China, en lo que el artículo llama "una guerra indirecta" que lleva desarrollándose desde hace un buen tiempo.
Los países mencionados arman, financian, entrenan y apoyan a distintas fuerzas del conflicto sirio, al mismo tiempo que participan de la guerra contra la tercera fuerza: Daesh, organización terrorista proscrita en Rusia y otros países.
Por ahora, el conflicto no ha terminado y la tragedia tiene un final abierto. Sin embargo, además del final de la guerra, existe otro punto de gran relevancia, explica el diario.
"La época en que solo un grupo limitado de países podía disfrutar del derecho de actuar de acuerdo a sus propios intereses y no a las demandas internacionales de la moral y el derecho, ha terminado".
Ahora toda una serie de países ha 'desafiado a Occidente' y empezará a actuar en el contexto internacional de acuerdo a sus propios intereses nacionales. Un ejemplo, opina el diario ruso, es la situación que se da en el mar de la China Meridional.
"Por esa razón, la regla de que 'solo un país puede romper las reglas' difícilmente vuelva a tener alguna vigencia a nivel internacional", dice el artículo.
En este sentido, situaciones como la que se produce en Siria son inevitables en el futuro, dada la regionalización del mundo, que provoca que los problemas sean globales y las soluciones, nacionales. Entre los mejores ejemplos de este nuevo orden mundial se encuentran el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP), que serán, de una u otra forma, aceptados en el futuro próximo.
La región euroasiática está enfocada también en lograr acuerdos parecidos, no solo entre los países de la región, sino también con potencias como China, que permitan generar una base institucional para un futuro de integración a nivel transnacional.
Así, concluye el artículo, las instituciones y el derecho internacional son la herencia más importante del siglo XX y son también estos elementos los que permitirán mantener una normalidad relativa y cierto control a nivel internacional. De colapsar estas instituciones, la humanidad regresaría a un estado anterior al sistema actual. Esta es, en conclusión, una enseñanza más de los terribles sucesos que azotan al Oriente Próximo.
"La época en que solo un grupo limitado de países podía disfrutar del derecho de actuar de acuerdo a sus propios intereses y no a las demandas internacionales de la moral y el derecho, ha terminado".
Ahora toda una serie de países ha 'desafiado a Occidente' y empezará a actuar en el contexto internacional de acuerdo a sus propios intereses nacionales. Un ejemplo, opina el diario ruso, es la situación que se da en el mar de la China Meridional.
"Por esa razón, la regla de que 'solo un país puede romper las reglas' difícilmente vuelva a tener alguna vigencia a nivel internacional", dice el artículo.
En este sentido, situaciones como la que se produce en Siria son inevitables en el futuro, dada la regionalización del mundo, que provoca que los problemas sean globales y las soluciones, nacionales. Entre los mejores ejemplos de este nuevo orden mundial se encuentran el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP), que serán, de una u otra forma, aceptados en el futuro próximo.
La región euroasiática está enfocada también en lograr acuerdos parecidos, no solo entre los países de la región, sino también con potencias como China, que permitan generar una base institucional para un futuro de integración a nivel transnacional.
Así, concluye el artículo, las instituciones y el derecho internacional son la herencia más importante del siglo XX y son también estos elementos los que permitirán mantener una normalidad relativa y cierto control a nivel internacional. De colapsar estas instituciones, la humanidad regresaría a un estado anterior al sistema actual. Esta es, en conclusión, una enseñanza más de los terribles sucesos que azotan al Oriente Próximo.
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