A muchos directivos, políticos y militares de EEUU les preocupa que sus empresas no puedan competir contra las colosales y ambiciosas aspiraciones de China de adelantarlos tecnológicamente. Sí, EEUU puede seguir siendo la meca tecnológica, pero para ello deberá abrazar lo que hizo de Silicon Valley la leyenda que es hoy, publica Bloomberg.
El secreto reside en que el Estado siga invirtiendo e impulsando sin reservas en el centro tecnológico y económico de San Francisco, dejando a un lado cualquier interés político. Y es que fueron precisamente la inversión y el papel central del Estado lo que hicieron de Silicon Valley lo que es hoy, explica Margaret O'Mara en el portal.
"Después de la Segunda Guerra Mundial y empujado por los nuevos peligros de la era nuclear, el Gobierno de EEUU realizó por primera vez y en tiempos de paz grandes inversiones en investigación científica y en tecnología avanzada. Lejos de centralizar toda esa investigación en agencias gubernamentales, lo que hizo EEUU fue dejar que las universidades y la industria privada llevasen a cabo todo el trabajo", prosigue O'Mara.
Los esfuerzos del Gobierno de Estados Unidos durante la década de 1950 transformaron la región californiana —entonces basada en la agricultura— en lo que es hoy.
Inundando el sector tecnológico de contratos federales, el gigante aeroespacial Lockheed trasladó su nueva división espacial y de misiles a Sunnyvale, la séptima ciudad más poblada de la bahía de San Francisco y una de las más grandes de Silicon Valley. Cuando la carrera espacial estaba ya en boca de todos —a finales de la década de 1950—, esta zona rural se había convertido ya en el destino favorito de los fabricantes de pequeños aparatos electrónicos y de miles de jóvenes ingenieros con talento.
El principal cliente de Silicon Valley fue el propio Gobierno de Estados Unidos, lo que hizo que el Estado hiciese las veces de mecenas y de fondo capital con la vista puesta en el futuro. Pero el Estado seguía siendo un Estado, y tanto las empresas como los centros de investigación procuraban crecer lejos de los poderes financiero y político.
Como explica O'Mara, el secreto no fue únicamente invertir, sino hacerlo sin reservas.
"Al invertir con recursos siendo flexibles para poder crear cosas nuevas mediante ensayo y error, los hombres y mujeres que fueron a Silicon Valley durante aquellos primeros años levantaron una Galápagos de emprendedores, el hogar de nuevas especies de empresas y de cepas únicas en la cultura empresarial", explica O'Mara.
Cambio de rumbo
Una vez Silicon Valley se acostumbró a esa nueva manera de crear tecnología y de recibir inversión, el deseo de esta Galápagos tecnológica de pensar de forma diferente y de cuestionar la autoridad se hizo más fuerte. Así que durante las décadas de los 60 y 70, cada vez que el Gobierno quería influir allí donde solo debía invertir, los gurús de Silicon Valley respondían con más fuerza.
Prueba de ello es que el entonces presidente, Ronald Reagan, se encontrase de frente con la ira de los expertos en computación cuando impulsó la Iniciativa de Defensa Estratégica, conocida popularmente como 'Guerra de las Galaxias'. La iniciativa proponía un programa de investigación y de tecnología para establecer un escudo defensivo ante un ataque soviético. Lo mismo ocurrió cuando la Administración Clinton propuso instalar una puerta trasera en todo 'software' estadounidense, a través de la que el Gobierno pudiese acceder. Las empresas tecnológicas protestaron tan vehementemente que el Ejecutivo aparcó la idea.
Con los años, la inversión estatal libre de intereses políticos que otrora hizo del valle la leyenda que es hoy se ha hecho minoritaria, asegura O'Mara. El ya pequeño espacio para pensar libremente y para discrepar se está reduciendo aún más, dice.
"Los países occidentales controlan cada vez más las inversiones y las tecnologías chinas. Los subsidios gubernamentales han llevado al despilfarro y a la corrupción", denuncia.
China
En 1980, el entonces líder chino, Deng Xiaoping, hizo de la costa de Shenzhen la primera zona económica especial del país. Cuatro décadas después, China cuenta con muchas más y con billones de dólares invertidos. "El sector tecnológico de China es un coloso", advierte O'Mara. Es más: los fondos chinos están comprando participaciones en empresas estadounidenses mientras que los gigantes tecnológicos chinos abren centros de investigación en el propio Silicon Valley. El Gobierno chino es ahora quien invierte y dirige jugosos subsidios a industrias que considera clave, como la de los semiconductores, la de los vehículos eléctricos o la de la inteligencia artificial.
Sin embargo, O'Mara advierte de que el problema no está en que EEUU no pueda competir con China, sino en que Washington "está abandonando voluntariamente" el modelo que abrazó una vez. Mientras China supera a EEUU en inversión en educación, tecnología e infraestructuras, los estadounidenses cierran la puerta a los estudiantes e investigadores extranjeros.
La clave del éxito para que EEUU vuelva a tomar la delantera es combinar correctamente el apoyo del Gobierno y la libertad de quienes emprenden. Esa combinación "puede hacer milagros", argumenta O'Mara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario