Para los multimedia del Deep State, Trump se encuentra al borde del 'impeachment', mientras que el atribulado presidente impreca contra el golpe de Estado de los Demócratas que puede desembocar en una guerra civil librada por los 'evangelistas sionistas'. El Ucraniagate liquida la candidatura de Joe Biden y tiene en jaque a Adam Schiff.
A sabiendas quizá de que la reelección de Trump, con todo y sus grandes defectos, parecía imparable, Nancy Pelosi, una católica ferviente y lideresa de la Cámara de Representantes a mayoría Demócrata, emprendió en forma temeraria y antigravitatoria la 'investigación' para proceder a la defenestración (impeachment) del presidente Trump, quien se encuentra contra la pared por el Ucraniagate: una supuesta llamada al presidente cómico de profesión (literal) Volodímir Zelenski para obtener las tratativas mafiosas de Hunder Biden, hijo prodigo del exvicepresidente y hoy candidato presidencial Joe Biden (católico), a cambio de la ayuda militar por 1.000 millones de dólares, una versión muy similar, pero de mayor alcance letal, que el fallido montaje del Russiagate.
El epílogo del impeachment, en caso de que no se produzcan las acostumbradas traiciones en los dos partidos, es muy claro: es aprobado, con o sin razón, en la Cámara de Representantes a mayoría Demócrata, mientras que es repelido en el Senado, a mayoría Republicana, donde se requieren las dos terceras partes para su aprobación, lo cual suena muy lejano.
Esto lo saben los Demócratas, quienes quizá, más que el impeachment per se, buscan o bien el desenlace al estilo Nixon, obligado a renunciar, o mancillar al máximo al presidente Trump para provocar un repudio generalizado en la opinión pública y así impedir su reelección.
Parece que el tiempo apremia a los Demócratas quienes han lanzado una fulminante batería de sus tres importantes Comités en la Cámara de Representantes —Espionaje, Asuntos Extranjeros y Vigilancia de las Instituciones— que han citado a cinco funcionarios del Departamento de Estado implicados en el Ucraniagate para acelerar testimonios a puerta cerrada, lejos de los multimedia para así poner en jaque a Trump con sentencias perentorias en las fiestas navideñas y dejarlo herido de muerte antes de las elecciones del primer martes de noviembre del 2020.
Se infiere que los Demócratas buscan un proceso expedito sin interferencias de ninguna índole, en particular, con la venia de los multimedia que apoyan hasta su ausencia en los testimonios de los comités aludidos.
El portal WSWS informa que dos de los tres comités están presididos por 'judíos': Adam Schiff, del Comité de Espionaje, y Eliot Engel, de origen ucraniano (sic) —recipiendario de la 'generosidad electoral' de George Soros—, del Comité de Relaciones Exteriores.
Es evidente que Trump y sus feroces partidarios no se encuentran sin municiones y los 'evangelistas sionistas', en la voz del pastor bautista sureño Robert Jeffress, amenazó con una guerra civil.
Sin tapujos, Trump fustigó que los Demócratas buscaban propinar un 'golpe de Estado'.
La fractura entre Demócratas y Republicanos es tremenda y ha alcanzado tintes teológicos dramáticos que enfrentan a los 'evangelistas sionistas' y a los 'católicos' Joe Biden y Nanci Pelosi.
También la comunidad judía de EEUU se encuentra fracturada entre el grupo que controla George Soros, acérrimo enemigo de Trump, y el otro grupo del yerno del presidente Jared Kushner y del atribulado ex primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.
La exposicion de la ruptura de la comunidad judia en EEUU, como reflejo de la subrepticia guerra civil, no es ociosa, ya que el mismo 'evangelista sionista' Robert Jeffress imprecó que los "judíos serian maldecidos con sus hijos por Dios si votasen por los Demócratas" —feroz acusación disuasiva que había proferido Trump al tildar de 'desleales' a los judíos que no votasen por los Republicanos—.
Llamó la atención que el israelí-estadunidense Stephen Miller, consejero político de Trump, comentara que el anónimo (sic) delator (whistleblower) sea un vulgar agente de la CIA que haya operado para beneficiar al Deep State que busca decapitar al presidente.
Justamente un rotativo que opera para el Deep State y que parece haber diluido un tanto su vino, The New York Times, ha puesto en tela de juicio la colusión del anónimo delator (whistleblower) con el israelí-estadunidense Adam Schiff, jefe del Comité de Espionaje de la Cámara y quien es financiado por George Soros.
La imagen de Adam Schiff ha sido demolida debido a su asociación criminal con el contrabandista de armas ucraniano Igor Pasternak.
Trump reviró y acusó a Adam Schiff de haber ayudado a escribir la demanda del delator anónimo implicando que "se trata de una traición" y de un "fraude".
A estas alturas, ya no importa la identidad del anónimo delator cuando los Demócratas en la Cámara votarán en forma automática y expedita por el impeachment de Trump, debido a la fuerte presión de su ala progresista Squad (pelotón) encabezada por la representante puertoriqueño-neoyorquina Alexandria Ocasio Cortez.
Kara Swisher, —especialista en tecnología digital— reclama que Twitter, el arma favorita de Trump, cierre la cuenta del presidente, ya que, a su juicio, contraviene los reglamentos digitálicos, específicamente la sección 230 de la Enmienda de la Decencia (sic) de las Comunicaciones, en alusión a la guerra civil de los 'evangelistas sionistas' pregonada por el pastor Robert Jeffress y que retuiteó el presidente: "Trump es muy peligroso para Twitter. El presidente viola en forma flagrante las reglas sociales de la plataforma. Es tiempo de excluirlo".
¿Está el Partido Demócrata controlado por la facción de la CIA del megaespeculador George Soros?
Al parecer un sector de la CIA— Léase: el nepotismo dinástico de los Bush— a través del procurador William Barr 'protege' a Trump.
Se recuerda que los Bush, pese a ser Republicanos, también 'protegieron' a Clinton de su impeachment por el mancillado 'vestido azul' de su becaria favorita Mónica Lewinsky.
Se desprende que los Bush no son muy proclives a los impeachments.
Sin embargo, otro sector de la CIA dentro del Partido Republicano, el de los mormones —donde se encuentran sobrerrepresentados—, capitaneado por Brent Scowcroft —asesor de Seguridad Nacional de los expresidentes Gerald Ford y Daddy Bush— y el fallido candidato presidencial Mitt Romney (cuyo padre nació en la colonia mormón de Chihuahua, México) juegan en las subterráneas aguas turbulentas del impeachmenten contra de Trump.
Lo que si queda prístino es que el Ucraniagate parece haber liquidado las aspiraciones presidenciales del católico Joe Biden debido a las tratativas de su hijo Hunter con la gasera Burisma Holdings de Kiev.
Con el popular judío progresista Bernie Sanders en el hospital, debido a una cardiopatía, la senadora Elizabeth Warren parece haberse quedado con la candidatura presidencial por el Partido Demócrata. Esta es una de las primeras consecuencias fulminantes del Ucraniagate que ha puesto en alto riesgo la reelección de Trump.
The Washington Post, otro rotativo que controla el Deep State, expone que Trump habló recientemente con China (sic) —sin especificar con quien— para investigar los 1.500 millones de dólares que obtuvo Hunter, el hijo pródigo de Joe Biden, en forma anómala.
Esta llamada de Trump a 'China' es motivo de otro impeachment, según alegan los Demócratas.
¿Un Chinagate yuxtapuesto al Ucraniagate?
¿Tendrá Trump la suficiente resiliencia para soportar tantos escándalos juntos?
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