El 25 de enero, el pueblo griego está llamado a hacer historia con su voto, a crear un espacio de cambio y esperanza para todas las personas de Europa condenando las fallidas medidas de austeridad, demostrando que cuando la gente quiere, cuando se atreve y cuando supera el miedo, las cosas pueden cambiar.
Sólo la expectativa del cambio político en Grecia ha comenzado a cambiar las cosas en Europa. 2015 no es 2012.
SYRIZA no es un ogro ni una gran amenaza para Europa, sino la voz de la razón. Es el despertador que levantará a Europa de su letargo y su sonambulismo. Éste es el motivo por el que SYRIZA ya no se considera una gran amenaza como en 2012, sino como un reto para cambiar. ¿Todos lo consideran así?
No todos. Una pequeña minoría, condensada en los líderes conservadores del Gobierno alemán y una parte de la prensa populista, insiste en recuperar antiguos cuentos e historias sobre la salida de Grecia.
Pasa lo mismo que con Samaras en Grecia; ya no pueden convencer a nadie. Ahora que los griegos han experimentado su gobierno, saben diferenciar las mentiras de la verdad.
Samaras no ofrece más programa que continuar con las fallidas medidas de austeridad. Se ha entregado a nuevas bajadas en salarios y pensiones y a nuevas subidas de impuestos en el marco de un sinfín de recortes y tasas impositivas a lo largo de seis años. Pide que los griegos le voten para poder implementar este nuevo paquete. Precisamente como se ha comprometido con la austeridad, interpreta el rechazo de esta política fallida y destructiva como una supuesta acción unilateral.
Básicamente, está ocultando que Grecia, como miembro de la Eurozona, está comprometida con objetivos y no con los medios políticos con los que lograr esos objetivos.
Por esta razón, a diferencia del partido dirigente de Nea Dimokratia, SYRIZA se ha comprometido con el pueblo griego para aplicar desde el primer día de gobierno un programa específico, eficiente y fiscalmente equilibrado, "el Programa Thessaloniki", independientemente de las negociaciones con nuestros colaboradores.
Con acciones dirigidas a contener la crisis humanitaria. Con justicia fiscal para que la oligarquía financiera que no se ha tocado en los cuatro años de crisis tenga finalmente que pagar. Con un plan para relanzar la economía, combatir la tasa de desempleo sin precedentes y volver al crecimiento.
Con reformas profundas en el modus operandi del Estado y el sector público, porque nuestra finalidad no es volver a 2009, sino cambiar todo lo que llevó al país al borde de la bancarrota económica, pero también moral.
El clientelismo, un Estado que es hostil a sus ciudadanos; evasión de impuestos; fraude fiscal; dinero negro; contrabando de petróleo y tabaco son sólo algunos de los aspectos de un sistema de poder que gobernó el país durante años. Este sistema llevó al país a la desesperación y ahora sigue gobernando en nombre de la urgencia nacional y el miedo a la crisis.
Aunque, en realidad, no es miedo a la crisis, sino miedo al cambio. El miedo y la culpa del establishment que llevó a los griegos a una tragedia sin precedentes.
A los responsables de todo esto les digo, si saben algo sobre la tragedia de la antigua Grecia, que tienen muchos motivos para el miedo, porque después de la hibris vienen la némesis y la catarsis.
En cambio, el pueblo griego y europeo no tienen nada que temer. Porque SYRIZA no quiere el derrumbe, sino el rescate del euro. Y para los Estados miembros es imposible salvar el euro cuando la deuda pública está fuera de control.
El problema de la deuda no sólo es griego, sino europeo. Europa en su conjunto merece un debate, así como la búsqueda de una solución sostenible para Europa.
SYRIZA y el Partido de la Izquierda Europea defienden que, en el marco de un acuerdo europeo, tiene que suprimirse la mayor parte del valor nominal de la deuda pública, tiene que imponerse una moratoria del pago y tiene que introducirse una cláusula de crecimiento para revisar la deuda restante con el fin de dirigir los recursos disponibles hacia el crecimiento.
Pedimos unas condiciones de reembolso que no hagan que el país se suma en la recesión y que no lleve a la gente a la desesperación y a la pobreza.
Con su afirmación de que la deuda griega es sostenible, el señor Samaras pone a Grecia en peligro. Él no sólo ha bajado el listón para la negociación, sino que además se niega a una negociación conjunta. Si alguien admite que la deuda es sostenible y que el memorándum es "una historia de éxito", ¿qué es lo que hay que negociar?
Hoy en día podemos distinguir dos estrategias diametralmente opuestas sobre el futuro de Europa. Por un lado, tenemos la visión de Schauble de que, independientemente de si las leyes y los principios acordados funcionan o no, hay que seguir implementándolos. Por otro, está la estrategia de salvar el euro "cueste lo que cueste" -que primero pronunció el presidente del BCE-. En realidad, las próximas elecciones griegas son una confabulación de estas dos estrategias diferentes.
Creo que la última prevalecerá por una razón adicional. Porque Grecia es el país de Sófocles, que con Antígona nos enseñó que hay momentos en los que la ley suprema es la justicia.
Este post apareció originalmente en el 'HuffPost Grecia' y ha sido traducido de la edición estadounidense en inglés por Marina Velasco Serrano.
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