Los funcionarios de Rusia y EEUU que prepararon la cumbre en Ginebra entre los presidentes Biden y Putin coincidieron en que el tema nodal será la "estabilidad estratégica" y el "control de armas".
El polémico exmandatario ruso Mijaíl Gorbachov —quien se tragó todos los cuentos texanos de James Baker III al mostrar una excesiva candidez en referencia al irredentismo de la OTAN— saludó la Cumbre de Ginebra como un "evento importante y positivo para el mundo".
Existe notable concordancia en las declaraciones oficiales de la Casa Blanca y el Kremlin sobre los acuciosos temas a tratar que tendrán como objetivo "restaurar la predictibilidad y la estabilidad de la relación bilateral" mediante la seminal "estabilidad estratégica".
El think tank militarista RAND Corporation analizó en 2017 la estabilidad estratégica entre Rusia y EEUU. Por estabilidad estratégica se refiere a la "probabilidad de un intercambio nuclear estratégico" que durante la Guerra Fría se centró en el concepto terrorífico manejado por una escuela de pensamiento de EEUU basado en la teoría de la destrucción mutua asegurada —MAD por sus siglas en inglés— que significaba el aniquilamiento de la antigua URSS mediante un "primer golpe" definitorio que no daba lugar a la réplica de un "segundo golpe" del país agredido.
RAND aduce que existen ocho potencias nucleares, aunque "la relación estratégica nuclear de EEUU y Rusia, sigue siendo la más importante", ya que "las dos superpotencias nucleares tienen la capacidad de librar golpes coordinados de larga escala que pueden devastar continentes enteros".
Desde MAD hasta la fecha, el terrorífico concepto ha evolucionado sustancialmente debido a la militarización del espacio y a la ciberseguridad, lo cual en su conjunto ha mermado el "umbral nuclear" cuando Rusia, a decir de RAND, teme que el "desarrollo de capacidades convencionales avanzadas, en particular de defensas misilísticas" de EEUU puedan socavar la capacidad retaliatoria de Rusia para un segundo golpe, no se diga la angustia del Kremlin ante el irredentismo de EEUU para "derrocar al régimen".
RAND reconoce que "los riesgos son tan elevados, que la estabilidad estratégica debe permanecer como un punto focal en las futuras discusiones bilaterales entre EEUU y Rusia".
La estabilidad estratégica contempla dos corolarios:
1.La "estabilidad de la crisis": incentivos para usar las armas nucleares en primera instancia.
2.La "estabilidad de la carrera armamentística": incentivos para "construir nuevas armas nucleares".
Ambos corolarios subsumen el "riesgo integral de un intercambio nuclear estratégico" con un "infinito número de factores que influyen con tal riesgo".
Es probable que durante los meses de junio y julio opere una inédita dinámica susceptible de asentar las bases de un nuevo orden mundial pospandémico.
La postura de EEUU, con Trump o Biden, es archisabida. A contrario sensu de la estratagema del exasesor de Seguridad Nacional excesivamente rusófobo Zbigniew Brzezinski, quien formuló un G2 entre EEUU y China contra Rusia, ahora el equipo de Biden parece inclinarse por la estratagema más reciente del casi centenario Kissinger en favor de un G2 de EEUU con Rusia contra China.
El problema que se le atravesó a los asesores de Seguridad Nacional, tanto demócratas como republicanos, es que las fallidas políticas de Barack Obama y Donald Trump orillaron a que se acercaran Rusia y China, que dejaba aislado a EEUU.
Súbitamente Rusia se volvió el polo de atracción tanto de China como de EEUU, si se escudriñan la serie de reuniones que se han escenificado en fechas recientes y que es probable culminen con la visita de Putin a China el mes de julio.
Se han escenificado reuniones muy constructivas entre el secretario de Estado, el israelí-estadounidense Antony Blinken, y el canciller ruso Serguéi Lavrov al margen de la reunión del Consejo del Ártico en Reikiavik (Islandia), así como el relevante encuentro entre los dos asesores de Seguridad Nacional de EEUU y Rusia: la del israelí-estadounidense Jacob Jeremiah Sullivan y el ruso Nikolái Patrushev.
Ambas reuniones trascendentales se encaminaron a formalizar la cumbre de Biden y Putin, lo cual generó una muy entendible inquietud del lado chino.
Si por sus actos y declaraciones los juzguéis, la visión geoestratégica de Putin, a diferencia de la cosmogonía estadounidense, propende más a la sana incorporación de China, con un enfoque más multilateral, para preservar la estabilidad estratégica global, como se desprendió de su conversación telefónica con Yang Jiechi —director de la Oficinna de la Comisión de Asuntos Exteriores del Comité Central del Partido Comunista Chino—: hoy estrella ascendente quien paró en seco a Antony Blinken en el desencuentro de Anchorage (Alaska) entre EEUU y China.
Se desprende que la definición geoestratégica de Biden y Putin difieren en cuanto a su aceptación de China como tercer socio obligado. La Estabilidad Estratégica de Biden es bilateral, mientras que la de Putin es multilateral/global.
Cabe señalar que Yang Jiechi se ha reunido en Moscú con el muy influyente asesor de Seguridad Nacional ruso Nikolái Patrushev en el marco de la Decimosexta Ronda de la Consulta de Seguridad Estratégica de China y Rusia, lo cual ha valido la alerta precautoria de Global Times para quienes fomentan crear cuñas entre Pekín y Moscú.
Global Times se pronuncia sin tapujos por el equilibrio estratégico global para el "Zeitgeist (espíritu de los tiempos) de la nueva era del siglo XXI".
No faltan aguafiestas y amarra navajas como Isaac Stone Fish, quien desde el Washington Post alega que "Rusia y China no son tan amigos".
Shishir Gupta, del Hindustan Times, siembra la discordia: aprovecha la cumbre de Biden y Putin, que califica de "nuevo capítulo entre los dos anteriores enemigos amargos", lo cual significaría que "Rusia se alejaría de los frenos económicos de China", que, además, obligaría a China a "integrarse a los regímenes de control de armas y control cibernético".
La declaración conjunta de los asesores de Seguridad Nacional Sullivan y Patrushev sobre la estabilidad estratégica abarca "armas nucleares, misiles, armas antisatélites y defensa antimisilística".
A juicio de Shishir Gupta, la "normalización de los lazos entre EEUU y Rusia le conviene a la India" como "cercano aliado tanto de EEUU como de Rusia".
La cooperación de Rusia y China no se ha detenido cuando el pasado 19 de mayo Putin y Xi Jinping participaron en una videoconferencia para el lanzamiento de la construcción de cuatro nuevos bloques nucleares en China con tecnología rusa.
Cuando la relación bilateral de EEUU y Rusia había tocado uno de los puntos mas bajos de su historia, fue notoria la desescalada que operó Biden en el mar Negro —con la retirada de sus agresivos navíos— y al cesar su insana oposición a la construcción del gasoducto Nord Stream 2 acabado en más del 95%, lo cual hubiera perjudicado la soberanía energética de Alemania.
Después de su encuentro trascendental con Biden el 16 de junio, el académico chino Wang Xianju sopesa la visita de Putin a China el 16 de julio. Todo dependerá del resultado en la Cumbre en Ginebra entre Biden y Putin.
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