El semanario estadounidense Newsweek ha publicado que EEUU ha creado un ejército secreto de unas 60.000 personas oculto por el desarrollo de la inteligencia artificial. Pero, ¿es esto posible? Y si es así, ¿con qué finalidad? Sputnik habla con expertos en ciberinteligencia y ciberespionaje para esclarecer algunos puntos al respecto.
Vivimos en la época de la red, de la deep web, de internet, de la inteligencia artificial, la cibertinteligencia y la contrainteligencia. Un mundo donde la geopolítica y el control de datos lo son todo; y para ganar el tablero de Risk el fin justifica cada vez más los métodos en terrenos que ya no son palpables salvo al otro lado de la segunda dimensión.
Las fake news o noticias falsas difundidas imparables tanto a través de las redes sociales como de las pantallas de televisión tradicionales, están a la orden del día y sirven a los Gobiernos para ganar elecciones. Por ejemplo, el expresidente Donald Trump mantuvo la estrategia de difundir "hechos alternativos" desde que asumió el poder y hasta después de perder la presidencia frente a Joe Biden, cuando siguió propagando fraude a pesar de las evidencias en contra.
Según el Washington Post, que llevó el recuento de mentiras de Trump, el expresidente profirió más de 22.200 afirmaciones falsas desde que asumió el poder. Peligroso, si se tiene en cuenta la permeabilidad evidente de la sociedad actual expuesta a múltiples estímulos y sin capacidad para discernir la verdad de la mentira en multitud de casos.
El semanario Newsweek ha publicado una investigación reciente donde afirma que EEUU ha creado un ejército (o ciberejército) secreto de más de 60.000 efectivos.
"Esta fuerza, más de diez veces mayor que los elementos clandestinos de la CIA, lleva a cabo misiones nacionales y extranjeras, tanto con uniformes militares como bajo cubierta civil, en la vida real y en línea, a veces ocultándose en empresas y consultorías privadas", escribió el medio estadounidense.
Este nuevo ejército secreto contaría además con fuerzas de operaciones especiales, especialistas en inteligencia militar y combatientes cibernéticos encargados de manipular campañas políticas o electorales para influir a los medios sociales y a la ciudadanía (el caso del éxito del referéndum sobre el Brexit es paradigmático).
Algo que no es nuevo. El Big Data, o la recopilación de datos de los usuarios a través de la red (las cookies no son galletitas inocentes sin un propósito), resulta un ingrediente casi analógico en comparación a los avances que se han experimentado durante los últimos años en este ámbito.
Ya no se trata solo de obtener mucha información de los ciudadanos sino de saber discernir cuál es la información importante y para qué se puede utilizar. Nunca fue más apropiado el uso de aquella máxima: "La información es poder". Por algo, los Gobiernos del mundo utilizan estos datos en su beneficio e incluso no dudan en sobrepasar los límites recurriendo al espionaje de sus ciudadanos si así fuese necesario.
En este sentido, cuando pensamos en el origen, podríamos remontarnos varios años atrás, a cuando todavía nos sorprendíamos ingenuos ante las revelaciones de un exanalista de inteligencia de la Agencia Nacional de Seguridad de EEUU (NSA por sus siglas en inglés).
En 2013, Edward Snowden reveló un espionaje masivo por parte del Gobierno de EEUU a través de operaciones de inteligencia alrededor del mundo, que incluían a sus aliados. Los documentos que filtró el analista mostraban que la NSA disponía de una "puerta trasera" para tener acceso a la tecnología de empresas como Facebook, Google, Microsoft o Yahoo para hacer seguimiento de las comunicaciones en internet a través de un programa de vigilancia conocido como Prism. Las escuchas telefónicas dirigidas fueron otro de los escándalos que hoy en día ya no sorprenden.
Pero volviendo al nuevo (ciber)ejército jamesbondiano que según el semanario estadounidense habría creado el Pentágono, habría que analizar cuánto de estrategia, de marketing y de geopolítica hay en esta publicación. ¿Es casualidad que aparezca justo ahora?
¿Hay que darle credibilidad?
Para Daniel Largacha, experto en ciberinteligencia de la Asociación Española para el Fomento de la Seguridad de la Información (ISMS FORUM), "la única razón que se me ocurre para que esto se haya hecho público es para decir: 'Oye, nosotros también estamos aquí y tenemos una serie de capacidades, aunque no sean tan conocidas'. Este tipo de noticias se utilizan para ganar terreno desde el punto de vista de la imagen y para la opinión pública", explica a Sputnik.
El experto asegura que la creación de "ejércitos" digitales y tradicionales destinados a labores de inteligencia no es algo exclusivo de EEUU, sino que existe en la mayoría de países, siendo Rusia y China los más poderosos en ese sentido. Sin embargo, la "opacidad" es la tónica y por lo tanto, a la hora de dar credibilidad a las características de este nuevo ejército secreto norteamericano, hay que ser cautos.
"No hay manera de saber ni comprobar si lo que dice esa publicación es verdad o no. Puede decir 50.000, 70.000 (ciber)soldados, o la cifra que quiera. Nadie lo va a comprobar porque no hay manera de hacerlo, así que pueden jugar con la información según les parezca", explica.
"El periodista de Newsweek hace referencia a unos pocos documentos. ¿Son una muestra real o relevante? ¿De dónde salen? No lo sabemos", se pregunta por su parte en entrevista con esta agencia Carlos Seisdedos, experto de Internet Security Auditors.
"Todas las unidades de inteligencia de los países han utilizado todo tipo de artimañas para dar cobertura a sus operativos. Eso siempre ha existido y siempre existirá. A partir de ahí, hablar de cifras es complejo, aventurarse a saber cuántos efectivos tienen es difícil", sostiene.
¿Dónde están los límites?
Dónde están los límites o quién regula a los reguladores que se presupone deben proteger a la ciudadanía y no violar su intimidad. Establecer líneas rojas y, sobre todo, cumplirlas, no es tarea fácil cuando hablamos de ejércitos secretos y cibernéticos al servicio de los obiernos, como sería el caso de este puesto en marcha por el Pentágono.
"Cada país tiene una serie de normativas que permiten regular este tipo de actitudes. En España, por ejemplo, la figura del agente encubierto, hasta hace un par de años no existía sobre el papel y sobre la ley, así que no estaba regulado", sostiene Carlos Seisdedos. “La línea es difusa. Depende de cada país, y es muy vulnerable en estas cuestiones de inteligencia y contrainteligencia".
Sin embargo, para el experto en ciberinvestigación, los Gobiernos "no necesitan gran cosa para espiarnos. Ya se lo damos nosotros. Estamos cediendo toda nuestra vida de forma gratuita. Cuando mandas una foto desnuda a tu novio, un audio a tu jefe o un contrato por WhatsApp o Telegram. Pensamos que esas acciones quedan en la intimidad, pero no es así. Estamos cediendo datos personales a empresas y luego los países hacen convenios con esas empresas para acceder a esta información. Por eso EEUU apoyó a Google en su guerra contra China".
Apple, Facebook y Google aparecieron en las filtraciones de la NSA sobre espionaje de EEUU a sus ciudadanos a través del acceso directo del Gobierno a sus datos personales almacenados en estas empresas tecnológicas a través de correos, fotografías, videos, conversaciones de chat o transferencias de archivos. Toda la privacidad de millones de personas expuestas.
Por su parte, para el experto Daniel Largacha, como ciudadanía "tenemos un problema con la concienciación. Nuestro smartphone es una ventana de entrada al mundo digital con el que realizamos un porcentaje muy alto de nuestras interacciones y transacciones del día a día".
Para Largacha, el desafío como ciudadanos es educarnos para saber cómo consumir la información y qué información privada aportar a la nube y a la red. Es decir, ante la incapacidad evidente de saber qué hacen Gobiernos como el de EEUU con nuestra privacidad o poder discernir qué hay de cierto y qué no ante la mediática de ciberejércitos masivos secretos con fines cuestionables, el protagonismo debe adquirirlo la propia ciudadanía para preservar sus intereses y su intimidad.
"Un compañero me dijo hace poco que internet le recordaba a cuando se descubrió América y se abrió un nuevo dominio que era el mar. Hasta entonces, el mar eran los 50 km que separaban a los ciudadanos europeos de sus costas, pero de repente pasó a ser un dominio sin ley. Eso pasa ahora con internet. Para controlar el tránsito y el dominio del mar se llegó a acuerdos internacionales, pero con el caso de internet, el ciberespionaje o la ciberinteligencia no hay ni siquiera un amago de entendimiento y de poner normas. Solo hay una especie de acuerdo más o menos tácito con el tema de la pornografía infantil, pero con nada más; ni siquiera con el terrorismo, el tráfico de drogas o armas", sostiene el analista.
La batalla privacidad vs. exposición inevitable a las redes, deseo de figurar o desarrollo imparable de las nuevas tecnologías cada vez más sofisticadas es una realidad palpable en cuanto a la concienciación de su existencia, pero al mismo tiempo, resulta más difícil desarrollar una inteligencia cognitiva como individuos y como sociedad, capaz de hacer frente al mal uso que desde arriba hacen de las posibilidades del sistema.
La posverdad (la mentira) ha llegado para quedarse como arma de guante blanco, hasta el punto de que publicaciones como la del semanario estadounidense Newsweek nos hacen preguntarnos dónde está la matrix, la matriz, la ilusión colectiva de pertenencia a un mundo que en ocasiones se presenta como una simulación interactiva. La historia de su relato pareciera ponernos a prueba. ¿Creer o no creer esta película? ¿Tomar la pastilla roja o la pastilla azul? ¿Continuar con nuestra vida sin hacernos preguntas o lanzarnos al vacío de la crítica individual y colectiva?
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