Los ministros de Asuntos Exteriores del G7, el 5 de mayo, al término de una cumbre en Londres, capital británica, mediante un comunicado conjunto, cargaron contra China y Rusia, calificando al Kremlin de “malicioso” y a Pekín de “matón” en temas como Ucrania y Taiwán.
De acuerdo con la extensa nota, el G7 compuesto por las principales naciones industriales (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, el Reino Unido y Estados Unidos), acusó a Rusia de actividades desestabilizadoras, como la “anexión” de Crimea en 2014, la concentración militar en la frontera de Ucrania y la intervención en los asuntos internos de otros países.
El grupo también validó la participación de Taiwán —isla considerada por China parte integrante de su territorio— como un país independiente en las reuniones internacionales de entidades como la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La crítica del G7 es parcial, conflictiva y carente de sustancia, y está avivando sentimientos antioccidentales entre los rusos, afirmó el embajador de Rusia en Londres, Andrei Kelin, en una entrevista exclusiva realizada el jueves con el diario británico Reuters. “Su actitud agresiva hacia Rusia y China está uniendo a las dos potencias mundiales”, subrayó el enviado ruso.
“Este es un juego peligroso” advirtió Kelin en su entrevista, para luego añadir que Rusia y China “no son aliados”, sin embargo, cuando presionan tanto a Rusia y China, automáticamente causan que estas naciones “se unan cada día más contra los desafíos del Occidente”.
En otro momento de la entrevista, el embajador ruso cuestionó el estado trágico de los derechos humanos en EE.UU. y el Reino Unido y agregó que estos dos países siempre “juzgan a los demás” pero “no prestan atención al estado de la democracia” en sus propios territorios.
Está previsto que los líderes del G7 se reúnan para una cumbre en St. Ives, en la región de Cornualles, en el suroeste del Reino Unido, el 11 de junio y se espera que el trato con Rusia sea un tema de la agenda.
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