La moneda arrastró consigo a las otras dos reinas, ethereum y dogecoin. La primera cotizó por debajo de los 1.900 dólares, y la segunda se desplomó un 16%. Semana negra para las crypto la del 18 de mayo. Porque además el valor del bitcóin osciló en torno al 30%, lo que provocó que acabase hundiéndose hasta los 30.016 dólares por unidad. Lejos queda ya la histórica marca de los 63.000 dólares de abril.
Volatilidad, incentivo y China
Según un informe de Chainalysis de finales de mayo citado por Bloomberg, los inversores estarán en números rojos a menos que la divisa cueste más de 36.000 dólares.
De ahí que "ahora hay mucho más en juego que el año pasado", advierte Philip Gradwell, el economista jefe de Chainalysis, a Bloomberg. Y es que los inversores ahora mismo están perdiendo el dinero invertido. Tanto es lo que se puede perder que ahora "existe el incentivo y los recursos para abordar los problemas que impiden que [el bitcóin] sea un activo maduro", opina.
Precisamente porque no lo es, China decidió declararle la guerra. El gigante asiático prohibió a mediados de mayo las plataformas financieras y de pago que permitían en su territorio realizar transacciones con criptomonedas. Son fáciles de manipular, su precio no está respaldado por un valor real y los contratos comerciales no están protegidos por la legislación china. Fueron los argumentos del país para plantar batalla. Tal y como apunta Bloomberg, "las criptomonedas no tienen detrás una estructura comercial centralizada como la que tienen los activos tradicionales".
Una inversión no apta ni para pesimistas ni para Elon Musk
Además, los miles de millones de dólares a los que actualmente cotiza la moneda están en manos de relativamente poca gente, en comparación con otros activos. Es suficiente que algún pez gordo retire parte del dinero para que la crypto haga que los inversores se tiren de los pelos. Y las caídas traen consigo pesimismo. "El ruido [en torno al bitcóin] se puede interpretar negativamente", y es entonces "cuando te topas con estas variaciones", añade Eric Green, el director de inversiones de capital de Penn Capital.
Si hay que echarle la culpa a alguien —además de a China— de lo mal que lo está haciendo el bitcóin, es al fundador de Tesla, Elon Musk. Convertido en el mesías de los inversores después de que aceptase la divisa como pago para comprar sus autos, de la noche a la mañana se ganó el odio de muchos al arrepentirse y dejar de aceptarla.
Alegó el impacto medioambiental. Y es que para generar bitcoines —o minarlos— es necesaria una enorme cantidad de energía. Genera, según la Universidad de Cambridge, las mismas emisiones de carbono anuales que Nueva Zelanda y Argentina. Sin embargo, estas afirmaciones han sido refutadas por expertos en el área. Además, muchos analistas han destacado que el sistema bancario tradicional consume más energía.
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