La idea de crear un Ejército común de la UE, expresada por varios líderes europeos, ha encontrado un inesperado apoyo en Vladímir Putin. En Rusia, que durante siglos ha sufrido varias invasiones desde Occidente, todo auge de fuerza europea tradicionalmente es visto con desconfianza. Entonces, ¿a qué se debe este respaldo?
El pasado 6 de noviembre, el presidente de la mayor potencia militar europea, Emmanuel Macron, propuso comenzar a formar el Ejército común de la UE. "Debemos protegernos de China, de Rusia e incluso de EEUU", justificó. Donald Trump criticó duramente la sugerencia y llamó a su par francés a financiar mejor la OTAN.
En defensa de la iniciativa de Macron salió la canciller de la mayor potencia económica europea, Angela Merkel. La jefa del Gobierno alemán aseveró que "un Ejército común mostraría al mundo que una guerra en Europa es imposible".
La idea de crear un Ejército común de la UE no es nueva. En un pasado cercano, otros líderes prominentes, como el presidente francés Jacques Chirac, el canciller alemán Gerhard Schroder o el entonces primer ministro de Luxemburgo, y ahora presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, también han mencionado la iniciativa, pero esta siempre se ha visto saboteada por la posición del bloque anglosajón dentro de la OTAN. Ahora, la política de Donald Trump hacia sus aliados por un lado y la salida del Reino Unido de la UE por otro, parecen haber allanado el camino para una mayor integración europea en la esfera militar.
Dolores fantasmales
Es muy simbólico que sean precisamente Francia y Alemania las que han formado todo este nuevo alboroto. Y es que ambos países, cada uno en su tiempo, fueron los promotores de la creación una fuerza europea unificada.
Para Francia, las Guerras napoleónicas, probablemente, han sido el último gran éxito geopolítico y militar.
Después de años de conquistas, Napoleón formó entonces su Gran Ejército, algo que podría considerarse el primer intento de crear una fuerza común europea. Además de los franceses, estaba compuesto por grandes contingentes de alemanes, belgas, holandeses, austriacos, suizos, así como de pequeñas fuerzas de voluntarios daneses, noruegos, portugueses y croatas.
Irónicamente, toda esa fuerza se vio reducida durante la invasión a Rusia, lo que marco el principio del fin de Napoleón y sus grandes éxitos.
El segundo gran intento de unificar toda Europa en una sola fuerza lo realizó la Alemania nazi. Si bien nadie descarta el aporte que hizo la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, también es cierto que miles de franceses se alistaron a la causa nazi y combatieron junto a ellos durante toda la guerra. Además de los franceses, a favor de los nazis combatieron contingentes de toda Europa: italianos, húngaros, rumanos, búlgaros, finlandeses, belgas, holandeses, austriacos, eslovacos, croatas, noruegos e incluso voluntarios españoles.
Pero, una vez más, al igual que el Gran Ejército napoleónico, las fuerzas unificadas de toda Europa encontraron en el suelo ruso solo la derrota y el fin de sus ideas.
Pancarta de la Segunda Guerra Mundial que llama a los franceses unirse a la 'Gran Cruzada' europea contra el bolchevismo
Los últimos 'restos de superpotencia'
Pero, a pesar de la aparente comunión entre los dos actores más influyentes de Europa en su intento de formar una fuerza común, es difícil no notar que los franceses son particularmente celosos con esta idea.
Con el Brexit, Francia se convertirá en el único miembro de la UE en poseer armas nucleares. A pesar de que Alemania, Bélgica, Italia y los Países Bajos también tienen ojivas nucleares en su territorio, estas están fuera de control de sus militares y a total disposición de EEUU. Tal situación hace de Francia el principal garante de la política de disuasión nuclear dentro de la Unión Europea.
La ambición francesa se intensifica por el hecho de que ahora mismo París está perdiendo los últimos 'restos de superpotencia' que alguna vez fue. Y no hay que ir a la época de Vietnam o Argelia para encontrar ejemplos.
En primer lugar, Libia. Si bien nadie pretende defender a Muamar Gadafi, hoy día da pena ver la interminable masacre y absoluta destrucción en la que se hundió el, alguna vez, país más próspero y moderno de África. La culpa habitualmente se le atribuye a Occidente en su conjunto o a EEUU en particular, pero en realidad pocos recuerdan que fue la Francia de Nicolas Sarkozy la principal instigadora militar.
Los resultados de la 'operación de paz' son palpables incluso hoy día. El país galo se ha deshecho de toda responsabilidad. Actualmente estamos viendo cómo Rusia ha tomado la iniciativa y está trabajando activamente con las diferentes fuerzas libias en la restauración del Estado.
Otro ejemplo radica en África occidental, una región que no destaca a menudo en los titulares, pero en donde el extremismo ha sabido levantar cabeza. Los Estados europeos en muchos casos mantienen su influencia política, económica e incluso militar sobre sus antiguas colonias y esta región ha sido considerada zona de predominio francés.
Pero los logros de Rusia en el combate al extremismo han hecho a algunos países de la región mirar hacia Moscú. Cada día son más comunes las noticias que apuntan a una intensificación de la cooperación entre la región y Rusia, sobre todo en el ámbito de defensa y seguridad, pero también en el desarrollo político, económico y social, desplazando de allí a la antigua metrópolis.
Por último, Siria, un antiguo protectorado francés, en donde París ha quedado totalmente al margen de la toma de decisiones. Después de años de guerra civil, invasiones y millones de migrantes inundando Europa, el destino del país árabe ha quedado en manos de potencias como Rusia, EEUU, Irán y Turquía.
Todo esto explica de alguna manera el deseo de París de volver a jugar su papel de superpotencia y garante de la seguridad, al menos dentro del continente europeo.
Rusia, a favor de una Europa soberana
Cada siglo, Rusia ha sufrido una invasión de una u otra potencia contemporánea europea. En el siglo XVII fueron los polacos, que incluso llegaron a ocupar Moscú y cuya expulsión de la capital rusa se celebra hoy como el Día de la Unidad Nacional. En el XVIII les llegó el turno a los suecos, Napoleón en el siglo XIX. Hitler en el XX fue el más reciente seguidor de esa triste tendencia, llevándose la vida de 26 millones de soviéticos.
Todas estas incursiones, a su manera, han dejado una huella muy profunda no solo en la historia, sino también en la conciencia del pueblo ruso, formando su carácter indoblegable ante el invasor, pero también inculcándole a nivel de reflejo una desconfianza total a todo intento de reunir una considerable fuerza militar en Europa. Pero ahora, la idea de crear un Ejército común de la UE parece haber encontrado apoyo en la cúpula política rusa.
Primero, y ante todo, porque vivimos en tiempos de armas nucleares. Rusia sigue teniendo el estigma de 'fortaleza asediada', pero poco a poco está abandonando el constante temor por su existencia. La estrategia de disuasión nuclear deja claro que la intención de invadir el país en cualquier caso terminaría mal para el agresor, algo que el presidente ruso, Vladímir Putin, volvió a reiterar recientemente.
"No contamos con un ataque preventivo [en nuestra estrategia nuclear]. Pero todo agresor debe saber que la retribución será inevitable, que será destruido", respondió el presidente a la pregunta de si estaría dispuesto a utilizar armas nucleares para defender los intereses de Rusia.
En segundo lugar, porque Rusia se ha unido al bloque de países que apuesta por un mundo multipolar. A diferencia del mundo anglosajón, que ve con recelo cualquier intento de cambiar el orden mundial existente, para Moscú un nuevo polo de fuerza global es una pieza más a favor.
"Europa es una poderosa unión económica y es totalmente natural que quieran ser independientes, autónomos, soberanos en el ámbito de defensa y seguridad. Creo que en general esto sería un proceso positivo en términos de fortalecimiento de la multipolaridad en el mundo. En este sentido, nuestras posiciones coinciden con Francia", recalcó Putin.
El principal énfasis en las palabras de Putin recae sobre la independencia del Ejército europeo, algo que subraya en tres ocasiones, con palabras diferentes. La idea la defiende con la necesidad de construir un mundo multipolar.
Eso es en lo que están trabajando Rusia y otros países: la formación de un nuevo orden posatlántico, posanglosajón, posestadounidense. Una Europa soberana que sepa cuidar de sus propios intereses sería para Rusia un vecino mucho más prudente y cuidadoso, que una Europa influida y dirigida por fuerzas con aspiraciones de dominio global. Más que eso, la formación de un nuevo polo ayuda a equilibrar la supremacía de EEUU dentro de la propia OTAN.
La Europa unida ya tiene el potencial político, económico e intelectual para convertirse en un jugador independiente, y con su propia fuerza militar, la UE estará más cerca de convertirse en un polo en pleno sentido.
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