Hace 80 años, el 26 de julio de 1941, tuvo lugar un evento insólito en la historia de la aviación militar, pues el portaviones volador soviético Zveno-SPB protagonizó su primera misión de combate.
La historia del primer portaviones volador soviético en usarse en combate comenzó 10 años antes, cuando en 1931 al diseñador Vladímir Vajmistrov se le fue encomendada la misión de expandir el radio de acción de los cazas usando el combustible de un avión más grande.
Además, de esta forma los cazas podrían convertirse en unos bombarderos en picado que portasen bombas más pesadas de las que podrían elevar por su propia cuenta. El proyecto fue bautizado como Zveno, o eslabón en español, y ya en diciembre del mismo año se realizó su primer vuelo.
El papel del portaviones fue desempeñado por el bombardero TB-1, y bajo sus alas estaban suspendidos dos cazas I-4. Durante las pruebas uno de estos dos cazas estaba pilotado por el legendario as Valeri Chkálov. Tres años más tarde la configuración del Zveno fue modificada: ahora el papel del portaviones fue relegado al bombardero pesado TB-3, que en lugar de dos cazas portaba tres: dos bajo sus alas y uno bajo su fuselaje.
Un caza I-16 bajo el ala del bombardero TB-3 del proyecto Zveno. El caza va armado con dos bombas de 250 kg
A lo largo de los años se probaron muchas configuraciones del sistema, y en una de ellas incluso se portaban cinco cazas: dos bajo las alas, uno bajo el fuselaje y otros dos sobre el ala. Sin embargo, al final se introdujo el complejo Zveno-SPB, con dos cazas I-16 suspendidos bajo las alas. Cada uno de ellos podía portar dos bombas de 250 kilos. Gracias a esta configuración, el alcance de los cazas aumentó un 80% y la autonomía de todo el complejo era de 2.500 kilómetros. La carga de combate de los cazas acabó siendo cinco veces mayor en comparación con lo que podrían portar al despegar por su propia cuenta.
El bautizo de fuego del portaviones volador soviético
Inicialmente estaba previsto que fueran fabricados y que entrasen en servicio 40 complejos Zveno-SPB, 20 para la Fuerza Aérea y otros 20 para la Armada. Sin embargo, al final solo cinco de ellos llegaron a formar parte de las Fuerzas Armadas de la URSS. Todos ellos estaban emplazados en Crimea.
Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, uno de los principales objetivos de la aviación soviética en la región era el puente Chernavodski, que unía las dos orillas del Danubio. Era vital destruirlo para frenar la llegada de las tropas rumanas, pero los primeros intentos de eliminarlo con bombarderos ordinarios no tuvieron éxito.
Fue entonces cuando se decidió usar los portaviones voladores, y a modo de entrenamiento a un Zveno-SPB se le fue encomendada la misión de destruir una refinería de petróleo en la ciudad rumana de Constanza. La operación tuvo éxito.
El 26 de julio de 1941, un TB-3 con dos I-16 bajo sus alas se acercó al objetivo a 40 kilómetros, después de lo cual los cazas se desacoplaron. Su presencia en el cielo de Rumanía fue una sorpresa, puesto que nunca antes los cazas soviéticos habían logrado llegar tan lejos, e incluso al principio se creyó que eran cazas rumanos.
Todo esto ayudó a los pilotos a bombardear su objetivo, después de lo cual volvieron a la ciudad de Odessa, en Crimea.
Dos semanas más tarde, dos complejos Zveno-SPB se usaron para destruir el blanco principal: el puente sobre el Danubio. Los resultados no fueron satisfactorios, razón por la cual varios días más tarde fueron tres los portaviones voladores los que fueron empleados, y en esta ocasión el daño que ocasionaron al puente fue lo suficientemente sustancial como para dar la misión por cumplida.
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