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sábado, 12 de noviembre de 2016

LA VICTORIA DE TRUMP



Estos días es casi imposible hablar de nada más serio que la asombrosa victoria de Donald Trump y la aplastante derrota de la protegida del globalismo, Hillary Clinton, en las elecciones estadounidenses. Este acontecimiento es tan importante para todo el orden mundial, que puede ser analizado desde diferentes lados. Todo está tan saturado de significados diferentes que no sabes por dónde empezar...

El ascenso de Trump, en primer lugar, pone un final decisivo al mundo unipolar. Trump ha rechazado directamente la hegemonía estadounidense tanto en su forma moderada, en la que el CFR insiste, como en su forma dura, como exigen los neoconservadores. En estas elecciones, los dos principales thinks thanks globalistas estadounidenses se unieron alrededor de la candidatura de Clinton y se derrumbaron. Esto significa que el mundo unipolar es liquidado no sólo bajo la presión de otros países, sino desde dentro de los propios Estados Unidos. Los pueblos y estados del mundo pueden finalmente respirar profundamente. La expansión del globalismo ha sido detenida en su propio centro. El nuevo mundo multipolar significa que los Estados Unidos se convertirán en uno de los varios polos del orden mundial, uno poderoso e importante, pero no el único, y lo más importante, que no tiene pretensiones de ser excepcional.

Putin, en su posición a la vanguardia de la lucha por la multipolaridad, condujo a esto. El 8 de noviembre de 2016 fue una victoria muy importante para Rusia y para él personalmente. No hay alternativa al orden multipolar, y ahora podemos finalmente crear la arquitectura de este nuevo orden mundial, no a través de la guerra, sino a través de la paz. Trump ha traído esto con él.

La victoria de Trump muestra que hay dos Norteaméricas hoy, o más bien, dos versiones de Estados Unidos: la Norteamérica de Clinton y la Norteamérica de Trump. La Norteamérica de Trump es tradicional y conservadora, sana y digna de respeto. Esta Norteamérica dijo un rotundo "no" al globalismo y a la expansión de la ideología liberal. Esta es la verdadera Norteamérica, la Norteamérica del realismo que ha elegido a su presidente y no ha sucumbido a la falsa propaganda de los medios liberales globalistas. Esto significa más que una completa quiebra para casi todas las grandes redes y grandes corporaciones de información, aparte de The Angeles Times que, en contra de todos los demás, predijo con confianza la victoria de Trump. Esto significa el surgimiento de una nueva esfera de la información, símbolo de la cual es Infowars de Alex Jones, que se ha convertido en el recurso más poderoso de la verdadera información en los EE.UU., y cuya audiencia ha crecido rápidamente a 20.000.000 en cuestión de días, y ha sobrepasado a los canales de gran presupuesto. Esto no es sólo el poder de la creencia, éste es el poder de la verdad. Al insistir en que la verdad importa, Alex Jones expresa la posición de la verdadera Norteamérica, esa Norteamérica que vio a su representante completo en Trump. Más de la mitad de la población estadounidense cree sólo en sí misma, no en la mentirosa propaganda globalista liberal de las élites transnacionales. Esta es una noticia brillante. Se puede llevar un diálogo con este tipo de Norteamérica. De las sombras ha surgido una segunda Norteamérica cuyos recursos informativos simbólicos son ahora The Angeles Times y la televisión de Internet de Alex Jones.

Alex Jones afirma claramente: La victoria de Trump es el comienzo de una revolución americana. La gente está derrocando a la élite transnacional. Este es el alba de una lucha de liberación nacional. Las redes del gobierno mundial han aflojado su apretón en la garganta de los Estados Unidos y, de aquí en adelante, Estados Unidos estará en la misma posición que todos los demás estados que participan en la misma lucha de pueblos, culturas y tradiciones contra la maníaca secta liberal de globalistas. Hoy, todos estamos en solidaridad con el pueblo estadounidense.

Después de estas elecciones, debemos abandonar el antiamericanismo simplista, que era totalmente apropiado cuando Estados Unidos estaban gobernados por los globalistas, pero que ahora está más fuera de lugar. Si Estados Unidos, como Trump prometió, se concentra en sus problemas internos y deja a la humanidad sola, entonces ya no hay razón para odiarlos.

Después de todo, no es Norteamérica, sino sus élites, las que impusieron agresivamente a la humanidad valores antinaturales, repulsivos y destructivos, y subyugaron estados, sembraron el terror y el caos bajo el disfraz de la "democracia", derramaron océanos de sangre e invadieron estados soberanos. Trump no pertenece a estas élites. Él no es uno de ellos. Esto significa que apoyará otros valores, conservadores, americanos y cristianos. Sus políticas hacia el resto del mundo serán diferentes.

Los liberales europeos han perdido a su consejero. Cuando llamen patéticamente a Washington para preguntar dónde y cuándo debe celebrarse el próximo desfile gay, Merkel o Hollande obtendrán ahora una rústica y ruda respuesta estadounidense: "Vete al infierno".

Las redes globalistas de un sinnúmero de ONGs y agentes extranjeros en Rusia perderán aún más apoyo. Si quieren ayudar a la Norteamérica de Trump, entonces pueden ir a los Estados Unidos y trabajar sin descanso. No se asignarán más fondos para combatir y degradar otras culturas y tradiciones. A diferencia de Clinton, Trump no considera que el LGBT, el feminismo y el posmodernismo sean las últimas palabras del progreso, sino una enfermedad. Lo más que podrá salir de América ahora es el tratamiento para sus perversiones. La Fundación Soros, una organización que ya está prohibida en Rusia, según parece será reconocida en un futuro próximo como extremista en Estados Unidos. Todo esto y mucho más es el trabajo de Donald Trump.

Algunos replican que sobreestimamos a Trump. Ayer se burlaron de nosotros cuando predijimos su victoria. Hoy ha llegado el momento. Esta es una ventana de esperanza y está abierta. Si no la usamos ahora, entonces tendremos que culparnos a nosotros mismos.

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