El 7 de septiembre, por primera vez desde 1975, en la frontera entre la India y China tuvo lugar un enfrentamiento entre los uniformados de los dos países con el uso de armas de fuego. Esto marca el inicio de una nueva escalada de tensiones entre dos países. Entretanto, Moscú está dispuesta a dar una plataforma para el diálogo.
El conflicto cuyo inicio se remonta a mediados del siglo XX se agravó en junio de este año cuando se produjeron escaramuzas en la frontera entre la República Popular China y la India que se saldaron con decenas de muertos por ambos lados. Entonces las partes lograron llegar a un acuerdo y detener la escalada, pero las tensiones permanecieron muy altas. Semanas después, en agosto, los problemas se reanudaron y los dos países de nuevo están al borde de un conflicto abierto.
La manzana de la discordia es la llamada Línea de Control Real en la región conocida como Ladakh. La línea fue reconocida por ambos en los acuerdos firmados en 1993 y 1996. Sin embargo, los soldados a cada lado de dicha línea a menudo protagonizan riñas y se acusan el uno al otro de violar el límite.
La escalada tiene lugar en el contexto del creciente nacionalismo tanto chino como indio. Las manifestaciones contra la otra parte son bastante comunes en los dos gigantes asiáticos. El lugar donde sucede la escalada es parte de la zona conocida como Cachemira, la región donde Pekín, Nueva Delhi e Islamabad protagonizaron conflictos armados en ciertos puntos de su historia.
La India ha tenido que competir en esa región con sus dos rivales principales, China y Pakistán, durante décadas y el conflicto actual es solo la continuación de los conflictos anteriores.
El conflicto cuyo inicio se remonta a mediados del siglo XX se agravó en junio de este año cuando se produjeron escaramuzas en la frontera entre la República Popular China y la India que se saldaron con decenas de muertos por ambos lados. Entonces las partes lograron llegar a un acuerdo y detener la escalada, pero las tensiones permanecieron muy altas. Semanas después, en agosto, los problemas se reanudaron y los dos países de nuevo están al borde de un conflicto abierto.
La manzana de la discordia es la llamada Línea de Control Real en la región conocida como Ladakh. La línea fue reconocida por ambos en los acuerdos firmados en 1993 y 1996. Sin embargo, los soldados a cada lado de dicha línea a menudo protagonizan riñas y se acusan el uno al otro de violar el límite.
La escalada tiene lugar en el contexto del creciente nacionalismo tanto chino como indio. Las manifestaciones contra la otra parte son bastante comunes en los dos gigantes asiáticos. El lugar donde sucede la escalada es parte de la zona conocida como Cachemira, la región donde Pekín, Nueva Delhi e Islamabad protagonizaron conflictos armados en ciertos puntos de su historia.
La India ha tenido que competir en esa región con sus dos rivales principales, China y Pakistán, durante décadas y el conflicto actual es solo la continuación de los conflictos anteriores.
Los frentes militar y diplomático
Fuentes gubernamentales indias confirmaron que el 7 de septiembre se efectuaron disparos en la Línea de Control Real en la parte este de la región de Ladakh y este ha sido el primer incidente de este tipo —con el uso de armas de fuego— en 45 años. Antes los militares indios y chinos protagonizaron peleas entre sí con el uso de piedras o cuerpo a cuerpo. Al referirse a este incidente una fuente del Ejército indio informó que hubo "disparos de advertencia".
El Ministerio de Defensa de la República Popular China anunció que sí hubo un enfrentamiento armado entre las tropas indias y el Ejército Popular de Liberación. Las fuentes militares chinas aseguraron, por su parte, que los soldados indios cruzaron la Línea de Control Real de manera ilegal. Al mismo tiempo, la situación tras el tiroteo por ahora permanece relativamente estable, pero no se puede excluir que el incidente se repita.
Las fuerzas indias desplegadas en Ladakh se encuentran en estado de alerta máxima. El Ministerio de Defensa de China señaló que es necesario abstenerse de las "acciones provocativas" y exigió que la India investigue y analice las acciones de quienes abrieron fuego. De esta manera, Pekín insinúa que la responsabilidad del incidente cae sobre Nueva Delhi.
Entretanto, Moscú se muestra lista para ofrecer una plataforma para el diálogo entre las partes en conflicto. El ministro de Defensa indio, Rajnath Singh, se reunió en Moscú el 4 de septiembre con su homólogo chino, Wei Fenghe. La reunión tuvo lugar en el marco del evento ministerial de la Organización de Cooperación de Shanghái —los tres países forman parte de ella—.
Pero la reunión no ha sido muy fructífera dado que las dos partes solo expresaron sus posiciones oficiales y nada más. Tras la reunión, el Ministerio de Defensa de China publicó un comunicado en el que aseguró que "ningún centímetro de China puede ser perdido" y agregó que "el Ejército chino está decidido y es capaz de garantizar la soberanía y la integridad territorial del país".
Al día siguiente, el 5 de septiembre, se vio marcado por otro incidente que tuvo lugar en otra porción del límite entre China y la India, en el estado de Arunachal Pradesh —en el este del país—: las autoridades informaron sobre el secuestro de cinco civiles por militares chinos.
Pese al intercambio de acusaciones las partes siguen con intentos de dialogar. Ambos recurren a una retórica belicosa, pero al mismo tiempo muestran su disposición a mantener negociaciones y buscar una salida de esta situación. A finales de esta semana en Moscú se celebrará otro encuentro: esta vez se reunirán los ministros de Exteriores de los dos países. Es de esperar que los diplomáticos alcancen ciertos logros en el proceso de desescalada.
Moscú presenta una plataforma para el diálogo
China y la India tratan desde hace tiempo de resolver las tensiones. Los mayores logros los alcanzó el país sudasiático en la primera mitad de la década del 2000 cuando el país fue liderado por el primer ministro, Atal Behari Vajpayee.
El jefe del Gobierno visitó China en varias ocasiones y se reunió con los líderes del país vecino: en general, las relaciones entre dos gigantes asiáticos mejoraron considerablemente. Sin embargo, en 2004 su partido perdió las elecciones generales indias.
El principal problema radica en el hecho de que la sociedad india no quiere ver en la silla del primer ministro a una persona dispuesta a hacer concesiones a China. Incluso si gana las elecciones y luego trata de llegar a un acuerdo, se arriesga a perder la popularidad.
Pero hay que tener en cuenta que la gestión política china hasta el día de hoy no parece estar decidida a hacer concesiones que complazcan solo a la India. Es evidente que cada una de las partes busca la paz en sus propios términos y será muy difícil acercar sus posiciones dada la coyuntura política y social dentro de estas dos naciones.
Tanto la India y China entienden perfectamente que será difícil salir victorioso en un conflicto armado —aunque Pekín tiene más posibilidades militares y de hecho ganó la guerra sino-india de 1962—. El primer ministro actual, Narendra Modi, afirma que busca resolver el conflicto cuanto antes.
Moscú no se presenta como mediador en las negociaciones entre dos países porque cree que Pekín y Nueva Delhi son capaces de resolver el asunto por sí mismo. En su lugar, Moscú presenta una plataforma para el diálogo. La parte rusa está interesada en que China y la India pronto lleguen a una reconciliación o, por lo menos, en que haya una calma relativa en su frontera porque ambos países son socios cercanos de Rusia.
Estados Unidos no puede ni mediar ni dar una plataforma para las negociaciones entre los dos porque en la actualidad Washington es el adversario número uno de Pekín. Lo único que EEUU es capaz de hacer ahora es consultar con la parte india y darle consejos.
Es casi imposible resolver el conflicto limítrofe entre China y la India hoy en día y así será durante muchos años por venir: es que este problema es muy complejo y aquí son necesarios esfuerzos extraordinarios para darlo por zanjado.
Ninguna de las dos partes está lista para poner fin definitivo a este conflicto, pero se puede aseverar con toda seriedad que harán todo lo posible para evitar una fase caliente del conflicto porque esta puede traer consecuencias devastadoras para ambas naciones.
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