Donald Trump utilizó este martes la plataforma de la Asamblea General de Naciones Unidas, la gran reunión anual de la comunidad internacional, para atacar a su gran rival durante su primer mandato como presidente de EEUU: China. A la pugna comercial y tecnológica que mantienen ambos países desde la llegada del multimillonario neoyorquino a la Casa Blanca se ha visto sumado la pandemia de Covid-19, originada en la ciudad china de Wuhan.
Trump ha utilizado a China y a la Organización Mundial de la Salud (OMS) como chivos expiatorios de la crisis sanitaria y económica desatada por el virus en EEUU, el país más afectado del mundo, con 200.000 muertos y millones de puestos de trabajo eliminados por las restricciones para controlar la pandemia.
En su discurso, apenas a 40 días de la cita con las urnas para su reelección, en la que su gestión de la pandemia -para sus críticos, tibia, ineficiente y descoordinada- será clave en el voto, insistió en apuntar con el dedo a China. Acusó a la segunda potencia mundial de «infectar al mundo» ya que, según sus palabras, «en los primeros días con el virus, China cerró los vuelos domésticos pero permitió vuelos al extranjero». Por ello, exigió a la ONU que China «rinda cuentas».
A la par que a China, Trump acusó a la OMS de complicidad con la dictadura comunista. Aseguró que la organización -que está bajo el paraguas de la ONU- está «controlada» por China. Acusó a ambas de decir al comienzo de la crisis que no había evidencias de transmisión entre humanos y de negar que las personas asintomáticas pudieran transmitir el virus.
Crítica medioambiental
No fue el único ataque contra Pekín, de quien dijo que «cada año lanza millones millones de toneladas de plástico y basura a los océanos, satura los bancos de pesca de otros países, destroza arrecifes de coral y emite más mercurio tóxico que cualquier otro país en el mundo». También aseguró que sus emisiones de carbono son «casi el doble» que las de EE.UU. y que «aquellos que atacan la excepcional labor medioambiental estadounidense a la vez que ignoran la polución rampante de China no están interesados en el medio ambiente».
El presidente aprovechó al discurso para celebrar los recientes acuerdos de paz de Israel con Emiratos Árabes Unidos y Bahrein y de Serbia con Kosovo y para reafirmar, como en cada ocasión que ha hablado ante la Asamblea General de la ONU, su política contraria al multilateralismo. «Yo estoy impulsando con orgullo es EE.UU. primero’», dijo en referencia a uno de sus grandes lemas de campaña en las elecciones de 2016. «Y vosotros también debéis poner a vuestros países primero», dijo al resto de la comunidad internacional, en un dardo a los llamamientos a la cooperación internacional y al multilateralismo que se repitieron en la víspera, durante la celebración del 75º aniversario de la creación de la ONU.
Trump ha utilizado a China y a la Organización Mundial de la Salud (OMS) como chivos expiatorios de la crisis sanitaria y económica desatada por el virus en EEUU, el país más afectado del mundo, con 200.000 muertos y millones de puestos de trabajo eliminados por las restricciones para controlar la pandemia.
En su discurso, apenas a 40 días de la cita con las urnas para su reelección, en la que su gestión de la pandemia -para sus críticos, tibia, ineficiente y descoordinada- será clave en el voto, insistió en apuntar con el dedo a China. Acusó a la segunda potencia mundial de «infectar al mundo» ya que, según sus palabras, «en los primeros días con el virus, China cerró los vuelos domésticos pero permitió vuelos al extranjero». Por ello, exigió a la ONU que China «rinda cuentas».
A la par que a China, Trump acusó a la OMS de complicidad con la dictadura comunista. Aseguró que la organización -que está bajo el paraguas de la ONU- está «controlada» por China. Acusó a ambas de decir al comienzo de la crisis que no había evidencias de transmisión entre humanos y de negar que las personas asintomáticas pudieran transmitir el virus.
Crítica medioambiental
No fue el único ataque contra Pekín, de quien dijo que «cada año lanza millones millones de toneladas de plástico y basura a los océanos, satura los bancos de pesca de otros países, destroza arrecifes de coral y emite más mercurio tóxico que cualquier otro país en el mundo». También aseguró que sus emisiones de carbono son «casi el doble» que las de EE.UU. y que «aquellos que atacan la excepcional labor medioambiental estadounidense a la vez que ignoran la polución rampante de China no están interesados en el medio ambiente».
El presidente aprovechó al discurso para celebrar los recientes acuerdos de paz de Israel con Emiratos Árabes Unidos y Bahrein y de Serbia con Kosovo y para reafirmar, como en cada ocasión que ha hablado ante la Asamblea General de la ONU, su política contraria al multilateralismo. «Yo estoy impulsando con orgullo es EE.UU. primero’», dijo en referencia a uno de sus grandes lemas de campaña en las elecciones de 2016. «Y vosotros también debéis poner a vuestros países primero», dijo al resto de la comunidad internacional, en un dardo a los llamamientos a la cooperación internacional y al multilateralismo que se repitieron en la víspera, durante la celebración del 75º aniversario de la creación de la ONU.
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