El verano pasado escribimos que el crecimiento económico de EE.UU. ya estaba empezando a desacelerarse y que la economía seguiría en esta trayectoria en los próximos meses. Eso ya está resultando cierto, con un crecimiento interanual del PIB que ha pasado del 12,2% en el segundo trimestre de 2021 al 3,5% en el primer trimestre de este año.
El Departamento de Comercio suele citar el crecimiento del PIB como la variación porcentual anualizada de un trimestre a otro, pero esas cifras tienden a oscilar mucho más que las cifras interanuales. Sin embargo, ambos datos muestran la desaceleración del crecimiento económico entre 2021 y 2022.
Y hay una mezcla tóxica de vientos económicos en contra, como la guerra en Ucrania y los confinamientos a causa del covid-19 en China, que provocan choques de oferta que impulsan la inflación y desaceleran el crecimiento.
Una parte clave del problema de la inflación está relacionada con los US$ 3,9 billones en estímulos fiscales inyectados en la economía en 2020 y 2021, junto con más de US$ 100.000 millones en bonos que la Reserva Federal estaba comprando cada mes desde el punto máximo de la pandemia.
Por supuesto, cuando las desaceleraciones económicas se afianzan, tiene sentido que la Fed intente apuntalar el crecimiento económico recortando las tasas de interés. Pero en este caso, la Fed está tratando de compensar el no haber reaccionado antes a la inflación. Ya advertimos el año pasado que la inflación se nos estaba yendo de las manos. El banco central debería haber actuado desde el verano pasado.
Ahora la Fed no tiene más remedio que endurecer la política subiendo agresivamente las tasas de interés para frenar la inflación. Esto aumenta materialmente el riesgo de empujar la economía a una recesión total.
Hace solo seis meses que la Reserva Federal empezó a desacelerar sus compras de activos. Y finalmente comenzó a subir las tasas hace solo dos meses, pero en ese momento la inflación general ya se había disparado a un máximo de 40 años, afectando a los estadounidenses en todos los rincones del país.
Para el inversor medio, es difícil encontrar un lugar donde esconderse. Las recesiones suelen ir acompañadas de auténticos mercados bajistas, en los que las acciones caen bastante más del 20%, y a menudo mucho más. Y con la Fed subiendo las tasas agresivamente, el mercado de bonos no es un refugio seguro. Las acciones y los bonos son más arriesgados de lo habitual, y la creciente inflación significa que incluso el dinero en efectivo bajo el colchón está perdiendo su poder adquisitivo.
¿Qué pueden hacer los estadounidenses? Una de las respuestas puede ser no hacer nada, y tratar de aguantar la volatilidad sin intentar medir el mercado. Para quienes estén dispuestos a guardar algo de dinero durante al menos un año, los bonos del Tesoro protegidos contra la inflación podrían formar parte de la combinación.
Los consumidores podrían considerar la posibilidad de recortar los gastos no esenciales, especialmente evitando derrochar en artículos de gran valor. Con las nubes de tormenta de la recesión que se avecinan, es una buena idea guardar algo de dinero para una época de vacas flacas.
Y para quienes buscan empleo, dado que las recesiones conllevan importantes pérdidas de trabajo, ahora es el momento de actualizar el currículum y hacer cualquier movimiento profesional mientras el mercado de trabajo aún está caliente. Ten en cuenta: los empleos relativamente seguros se encuentran en empresas cuyos productos o servicios los clientes necesitan día a día, incluso durante una recesión, lo que hace que estas empresas sean menos vulnerables a los problemas de la economía.
Habrá más noticias económicas difíciles por venir. Y la prudencia exige escepticismo ante cualquier palabra tranquilizadora de la Reserva Federal, la administración de Biden o los optimistas de Wall Street sobre un esperado “aterrizaje suave”. Pero prepararse con anticipación puede ayudar a suavizar el golpe.
Tras haber perdido la oportunidad de subir las tasas de interés el año pasado, la Reserva Federal se arriesga ahora a una recesión para frenar la inflación. En consecuencia, de forma realista y objetiva, es el momento de estar en guardia.
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