Hasta ahora todavía no está clara la posición final de Turquía al respecto ni el grado de concesiones que están dispuestas a hacer Finlandia y Suecia para convencer a Ankara.
Ante esta situación, la OTAN y los gobiernos occidentales pueden intentar presionar a Turquía para que ceda, indica el medio.
Por ejemplo, "Biden puede frenar un acuerdo de exportación de F-16 con Turquía que previamente había pedido al Congreso que aprobara. Una medida punitiva más dramática sería limitar la participación de Turquía en los planes de interoperabilidad y ejercicios conjuntos de la OTAN", escribió Episkopos.
Sin embargo, admitió que estas medidas podrían ser contraproducentes, ya que "Erdogan podría optar por redoblar la apuesta en lugar de dar marcha atrás". El mandatario turco ya lo hizo en respuesta a las sanciones occidentales tras su decisión de 2017 de importar el sistema de defensa antimisiles S-400 de Rusia.
"Las consecuencias no solo torpedearían las candidaturas de Finlandia y Suecia a la OTAN, sino que se corre el riesgo de abrir una brecha permanente en la solidaridad de la OTAN", indicó.
Aclaró que la Alianza del Atlántico Norte no tiene ningún mecanismo de exclusión de países, y es poco probable que Erdogan decida salir por su cuenta.
"Una Turquía resentida debilitará el bloque desde dentro durante décadas", predijo el columnista.
Altos funcionarios de Washington y Bruselas presentaron la expansión escandinava como un éxito seguro que reforzaría la coalición en medio de las crecientes tensiones en Europa, según el autor. En realidad, han iniciado un peligroso proceso a largo plazo con consecuencias potencialmente graves para la unidad de Occidente a largo plazo, concluyó Episkopos.
Finlandia y Suecia habían entregado sus solicitudes de ingreso en la OTAN al jefe de la Alianza, Jens Stoltenberg, quien dijo que la organización acogería a los Estados escandinavos en sus filas y se aseguraría de que pudieran integrarse rápidamente.
Moscú insistió en que la OTAN buscaba una confrontación. El portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, afirmó que su nueva ampliación no aportará mayor seguridad a Europa. Al mismo tiempo, aclaró que no consideraba la posible participación de Helsinki y Estocolmo en la alianza una amenaza existencial para Moscú.
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