Ante las crecientes protestas por el brutal asesinato del afroamericano George Floyd, se declara toque de queda en las principales ciudades estadounidenses.
Floyd, un hombre negro de 46 años, murió el lunes luego de ser arrestado por la Policía de la ciudad de Mineápolis, en el estado de Minesota (norte de EE.UU.). La difusión de varias imágenes de un policía blanco con la rodilla en su cuello ha multiplicado las protestas, bajo el lema “no puedo respirar”, en alusión a las últimas palabras de este afrodescendiente antes de morir.
Los Ángeles, Filadelfia y Atlanta son algunas de las ciudades que anunciaron el sábado toque de queda, que se mantendrá hasta este domingo, para intentar apaciguar los ánimos caldeados contra la policía tras el asesinato.
También se implementó toque de queda nocturno en Louisville, Kentucky. En Minesota, donde murió Floyd durante una detención policial, líderes comunitarios y religiosos pidieron a la gente que se quede en sus casas.
“Para aumentar la seguridad de los manifestantes, de las fuerzas de seguridad y de todos los ciudadanos de Los Ángeles vamos a establecer toque de queda”, indicó el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, a través de su cuenta de Twitter.
Las autoridades de Atlanta, a su vez, explican que las restricciones se deben a “los recientes actos de violencia que se han podido ver en la ciudad”.
La orden entra en vigor mientras continúan las multitudinarias protestas por los asesinatos de un afroamericano en Cleveland, en el estado de Ohio (noreste), y de otro en Austin, en el estado de Texas (sur-centro), de acuerdo con medios locales.
En esta tesitura, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha pedido a los “gobernadores y alcaldes liberales” que sean “mucho más duros” ante las protestas “o el Gobierno federal intervendrá y hará lo que hay que hacer, y eso incluye el uso del poder ilimitado de nuestro Ejército y muchos arrestos”. “¡Cruzar las fronteras estatales para incitar a la violencia es un CRIMEN FEDERAL!”, ha advertido Trump en Twitter.
La violencia de la Policía de EE.UU. ha suscitado críticas de diversos países y organizaciones de derechos civiles que aseguran que la comunidad afroamericana es objeto de una grave e incesante ola de abusos en la que los agentes están involucrados. Los abusos policiales se han incrementado desde que Trump llegó al poder en enero de 2017, ya que con sus políticas de corte racista alientan a los grupos xenófobos.
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