Los que escucharon la intervención del aún presidente de México, Enrique Peña Nieto, en donde aseguró que está dejando al país con "resultados tangibles" y "mejor del que recibió hace seis años", podrían imaginar un México próspero y estable donde la gente vive en paz y con bienestar social. Sin embargo, la realidad es completamente diferente.
Solo sobrevive lo que no progresa porque no envejece (Carlos Fuentes, 1928-2012)
De acuerdo con los análisis económicos, en las últimas dos décadas la pobreza apenas se redujo y más de 60 millones de mexicanos sufren de hambre.
Al mismo tiempo, el bienestar social lo disfrutan solo uno 0,18% de la población, un porcentaje compuesto por unos 200.000 inversionistas que poseen el 42% del valor de la economía nacional. Entre ellos se encuentran 16 de los superricos que disponen de 143.000 millones de dólares, según el Informe de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBN): 'Gobernar para las Élites: Secuestro Doméstico y Desigualdad Económica'.
El pueblo, mientras tanto, sigue esperando por más de dos décadas los tiempos mejores que han estado prometiendo los presidentes de turno siendo "el 80% de los habitantes de México vulnerable al registrar cuando menos una carencia", de acuerdo con los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Durante las últimas dos décadas, el país que menos éxito ha tenido en erradicación de la pobreza ha sido México. En 1990, la pobreza en América Latina llegó al 48,3% en promedio. Sin embargo, este índice bajó en 2017 al 30,7%, como lo certificó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). En el mismo período de tiempo, México apenas redujo la pobreza de 47,7 a 43,6% en 2017.
La mayoría de los economistas mexicanos y norteamericanos atribuyen la persistencia de la pobreza en México al débil crecimiento económico que caracterizó al país durante las últimas décadas. Desde los años 1980, todos los presidentes, empezando por Miguel de la Madrid (1982-1988), Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), Ernesto Zedillo (1994-2000), Vicente Fox (2000-2006), Felipe Calderón (2006-2012) y Enrique Peña Nieto prometieron un sólido crecimiento económico que nunca lograron.
La expansión económica en México durante las últimas tres décadas hasta el Gobierno de Peña Nieto ha sido en promedio 2,85% al año. Las promesas electorales del actual presidente Peña Nieto de llevar al país a tasas de crecimiento económico de entre 5% y 6% no solamente no se cumplieron, sino que con el índice de crecimiento anual de 2,31%, este mandatario pasará a la historia como uno de los tres peores presidentes en materia económica de los últimos 88 años. (Proceso 2 de septiembre, 2018).
Quizás uno de los 'resultados más tangibles' del sexenio de Peña Nieto ha sido la construcción de su casa, bautizada la 'Casa Blanca', que fue financiada con siete millones de dólares por el Grupo Falcón, uno de los contratistas más cercanos al Gobierno, lo que afectó seriamente la credibilidad del presidente y de su Administración.
Las "exitosas profundas transformaciones económicas" que anunció el mandatario en su reciente discurso se relacionan con su promesa electoral hecha en 2011, cuando Peña Nieto declaró que México había sido rehén de una ideología que había retrasado el desarrollo y el dinamismo del sector energético. En aquel entonces, aquel candidato presidencial propuso privatizar a la entonces gigante estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), idea que siempre ha promovido Washington para apoderarse de los hidrocarburos mexicanos. (La Jornada, 10 de agosto, 2015).
Debido a la existencia de grandes reservas potenciales de petróleo en México todavía no exploradas, que podrían ascender a unos 53.000 millones de barriles, Washington siempre ha tenido una fijación especial con los hidrocarburos de México. Enrique Peña Nieto ha sido un hombre ideal en un momento adecuado para romper el monopolio de Petromex y terminar con 75 años de la nacionalización de hidrocarburos declarada en 1938 por el general Lázaro Cárdenas retornando legalmente el petróleo explotado por 17 compañías extranjeras al Estado mexicano. De acuerdo al portal De Smog Blog, la secretaria de Estado (2009-2013) Hillary Clinton presentó al presidente Peña Nieto un borrador de reforma de la industria de hidrocarburos en México que el presidente aceptó inmediatamente como se había acordado previamente.
En 2015, la industria nacional petrolera mexicana fue privatizada para beneficio de ExxonMobil, Chevron, British Petroleum (BP) y el Instituto Americano de Petróleo. Se beneficiaron también los autores del proyecto, Hillary Clinton, el exembajador de EEUU en México Carlos Pascual (2009-2011) y el presidente de Goldwyn Global Strategies, David Goldwyn, entre otros. La electricidad y otras energías alternativas también han sido privatizadas entrando al mismo redil creado por Washington con la aprobación del Congreso mexicano. El senador mexicano Manuel Bartlett Díaz definió esta acción de Peña Nieto como "un contubernio del presidente para entregar las riquezas del país".
Como resultado del desmantelamiento de la industria de hidrocarburos, México empezó a importar de EEUU desde el 28 de octubre de 2015 unos 75.000 barriles diarios de petróleo ligero. Asimismo, comenzó a traer de EEUU el 75% de gasolina que se consume en el país y a mandar al país norteamericano petróleo pesado que es más barato. En total, la exportación de los productos petroleros aportó al fisco mexicano 23.700 millones de dólares y la importación de estos productos le costó a México 42.000 millones de dólares. Tal es la situación que las remesas de los mexicanos de EEUU ya superaron en cuantía a las exportaciones de petróleo, llegando en 2017 a 28.000 millones de dólares. Solamente la industria agroalimentaria (la cerveza, el aguacate, el tequila, el jitomate y las bayas como las fresas y frambuesas) está encima de las remesas, aportando al país 32.000 millones de dólares en 2017.
Al comienzo de los años 90, los medios de comunicación globalizados y sus ramificaciones nacionales, siguiendo las instrucciones de Washington, promovieron la idea de que la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con EEUU y Canadá lanzaría al país al exclusivo grupo de los países más desarrollados. El pueblo lo creyó y así se firmó en 1994 el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA en inglés) que convirtió a México en una maquiladora de EEUU y terminó con su soberanía tanto política, como económica, alimenticia y energética. Del productor de maíz desde tiempos prehistóricos, México se convirtió en importador de maíz para tortillas beneficiando a Walmart. Actualmente el país importa el 50% del maíz de EEUU para el consumo doméstico.
La firma del TLCAN afectó también dramáticamente la industria nacional. Desde 1994 a 2013, según la Secretaría de Hacienda, de las 1.155 empresas públicas que había en el país en los años 80, se privatizaron 957 compañías. De la venta de las empresas se obtuvo 33.000 millones de dólares, pero posteriormente el Estado tuvo que aportar 109.000 millones de dólares por la quiebra de las empresas privatizadas. Todo esto influyó en el crecimiento del trabajo informal que involucra al 57,1% de la Población Económicamente Activa (PEA), según el Instituto Nacional de Estadística, con un sueldo mínimo de 146 dólares al mes. También México es el país donde más horas se trabaja al año: 2.228, en comparación con las 1.779 horas en EEUU, 1.489 en Francia y 1.371 horas en Alemania.
México, considerado como la 15ª economía del mundo, también es uno de los países más peligrosos en nuestro globo terrestre sumido en narcotráfico, corrupción, violencia acompañados por la pobreza y desigualdad.
El pueblo, mientras tanto, sigue esperando por más de dos décadas los tiempos mejores que han estado prometiendo los presidentes de turno siendo "el 80% de los habitantes de México vulnerable al registrar cuando menos una carencia", de acuerdo con los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Durante las últimas dos décadas, el país que menos éxito ha tenido en erradicación de la pobreza ha sido México. En 1990, la pobreza en América Latina llegó al 48,3% en promedio. Sin embargo, este índice bajó en 2017 al 30,7%, como lo certificó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). En el mismo período de tiempo, México apenas redujo la pobreza de 47,7 a 43,6% en 2017.
La mayoría de los economistas mexicanos y norteamericanos atribuyen la persistencia de la pobreza en México al débil crecimiento económico que caracterizó al país durante las últimas décadas. Desde los años 1980, todos los presidentes, empezando por Miguel de la Madrid (1982-1988), Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), Ernesto Zedillo (1994-2000), Vicente Fox (2000-2006), Felipe Calderón (2006-2012) y Enrique Peña Nieto prometieron un sólido crecimiento económico que nunca lograron.
La expansión económica en México durante las últimas tres décadas hasta el Gobierno de Peña Nieto ha sido en promedio 2,85% al año. Las promesas electorales del actual presidente Peña Nieto de llevar al país a tasas de crecimiento económico de entre 5% y 6% no solamente no se cumplieron, sino que con el índice de crecimiento anual de 2,31%, este mandatario pasará a la historia como uno de los tres peores presidentes en materia económica de los últimos 88 años. (Proceso 2 de septiembre, 2018).
Quizás uno de los 'resultados más tangibles' del sexenio de Peña Nieto ha sido la construcción de su casa, bautizada la 'Casa Blanca', que fue financiada con siete millones de dólares por el Grupo Falcón, uno de los contratistas más cercanos al Gobierno, lo que afectó seriamente la credibilidad del presidente y de su Administración.
Las "exitosas profundas transformaciones económicas" que anunció el mandatario en su reciente discurso se relacionan con su promesa electoral hecha en 2011, cuando Peña Nieto declaró que México había sido rehén de una ideología que había retrasado el desarrollo y el dinamismo del sector energético. En aquel entonces, aquel candidato presidencial propuso privatizar a la entonces gigante estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), idea que siempre ha promovido Washington para apoderarse de los hidrocarburos mexicanos. (La Jornada, 10 de agosto, 2015).
Debido a la existencia de grandes reservas potenciales de petróleo en México todavía no exploradas, que podrían ascender a unos 53.000 millones de barriles, Washington siempre ha tenido una fijación especial con los hidrocarburos de México. Enrique Peña Nieto ha sido un hombre ideal en un momento adecuado para romper el monopolio de Petromex y terminar con 75 años de la nacionalización de hidrocarburos declarada en 1938 por el general Lázaro Cárdenas retornando legalmente el petróleo explotado por 17 compañías extranjeras al Estado mexicano. De acuerdo al portal De Smog Blog, la secretaria de Estado (2009-2013) Hillary Clinton presentó al presidente Peña Nieto un borrador de reforma de la industria de hidrocarburos en México que el presidente aceptó inmediatamente como se había acordado previamente.
En 2015, la industria nacional petrolera mexicana fue privatizada para beneficio de ExxonMobil, Chevron, British Petroleum (BP) y el Instituto Americano de Petróleo. Se beneficiaron también los autores del proyecto, Hillary Clinton, el exembajador de EEUU en México Carlos Pascual (2009-2011) y el presidente de Goldwyn Global Strategies, David Goldwyn, entre otros. La electricidad y otras energías alternativas también han sido privatizadas entrando al mismo redil creado por Washington con la aprobación del Congreso mexicano. El senador mexicano Manuel Bartlett Díaz definió esta acción de Peña Nieto como "un contubernio del presidente para entregar las riquezas del país".
Como resultado del desmantelamiento de la industria de hidrocarburos, México empezó a importar de EEUU desde el 28 de octubre de 2015 unos 75.000 barriles diarios de petróleo ligero. Asimismo, comenzó a traer de EEUU el 75% de gasolina que se consume en el país y a mandar al país norteamericano petróleo pesado que es más barato. En total, la exportación de los productos petroleros aportó al fisco mexicano 23.700 millones de dólares y la importación de estos productos le costó a México 42.000 millones de dólares. Tal es la situación que las remesas de los mexicanos de EEUU ya superaron en cuantía a las exportaciones de petróleo, llegando en 2017 a 28.000 millones de dólares. Solamente la industria agroalimentaria (la cerveza, el aguacate, el tequila, el jitomate y las bayas como las fresas y frambuesas) está encima de las remesas, aportando al país 32.000 millones de dólares en 2017.
Al comienzo de los años 90, los medios de comunicación globalizados y sus ramificaciones nacionales, siguiendo las instrucciones de Washington, promovieron la idea de que la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con EEUU y Canadá lanzaría al país al exclusivo grupo de los países más desarrollados. El pueblo lo creyó y así se firmó en 1994 el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA en inglés) que convirtió a México en una maquiladora de EEUU y terminó con su soberanía tanto política, como económica, alimenticia y energética. Del productor de maíz desde tiempos prehistóricos, México se convirtió en importador de maíz para tortillas beneficiando a Walmart. Actualmente el país importa el 50% del maíz de EEUU para el consumo doméstico.
La firma del TLCAN afectó también dramáticamente la industria nacional. Desde 1994 a 2013, según la Secretaría de Hacienda, de las 1.155 empresas públicas que había en el país en los años 80, se privatizaron 957 compañías. De la venta de las empresas se obtuvo 33.000 millones de dólares, pero posteriormente el Estado tuvo que aportar 109.000 millones de dólares por la quiebra de las empresas privatizadas. Todo esto influyó en el crecimiento del trabajo informal que involucra al 57,1% de la Población Económicamente Activa (PEA), según el Instituto Nacional de Estadística, con un sueldo mínimo de 146 dólares al mes. También México es el país donde más horas se trabaja al año: 2.228, en comparación con las 1.779 horas en EEUU, 1.489 en Francia y 1.371 horas en Alemania.
México, considerado como la 15ª economía del mundo, también es uno de los países más peligrosos en nuestro globo terrestre sumido en narcotráfico, corrupción, violencia acompañados por la pobreza y desigualdad.
Desde 2006, cuando el presidente Felipe Calderón declaró la guerra al narcotráfico, es decir, en estos 11 años, se han producido 257.556 homicidios en el país que tienen relación con el crimen organizado y el Estado. En los últimos 18 años, más de 100 periodistas han sido asesinados, incluyendo seis en los primeros cuatro meses de 2018. También durante la última campaña electoral donde Andrés Manuel López Obrador resultó ser el ganador de las elecciones presidenciales, 46 candidatos fueron ultimados. Tal es la situación que ya en 2013 el Consejo Regulador de Industria y Servicios de Seguridad de la República Mexicana llegó a la conclusión de que la violencia está convirtiendo a México en un Estado fallido (El Economista, 24 de marzo, 2013).
Este es el país que está esperando con impaciencia al nuevo presidente, AMLO, quien desde el próximo primero de diciembre dirigirá el destino de la república. Prometió "cambios que serán profundos, pero con apego a la legalidad". Consideró como su tarea principal la lucha contra la pobreza y la desigualdad a través de los programas sociales de apoyo a grupos vulnerables. Aseguró también que en la lucha contra la corrupción castigaría inclusive a amigos y a familiares en caso de ser necesario.
AMLO piensa combatir la violencia sacando al ejército a la calle y perfeccionando la profesionalización de la policía corrigiendo los errores de sus predecesores. Habló también de una reforma energética para que México sea autosuficiente en combustible y en la necesidad de mejorar la educación pública gratuita.
Sin duda alguna será difícil cumplir con todas estas promesas tomando en cuenta la condición de dependencia en que le están dejando al país a López Obrador sus predecesores y, en especial, Enrique Peña Nieto que está por firmar un nuevo tratado con EEUU para sustituir al TLCAN que Donald Trump decidió eliminar para imponer condiciones más favorables para EEUU a costa de México.
El activista mexicano Manuel Pérez Rocha ya advirtió a AMLO que "desafortunadamente, igual como en el caso del tratado TLCAN, nadie sabe sobre las decisiones que propone el nuevo acuerdo comercial impuesto por EEUU respecto al sector energético y las organizaciones laborales estaban excluidas de las negociaciones lo que dificultaría la tarea de Andrés Manuel López Obrador de gobernar al país de acuerdo a sus promesas".
No cabe duda que a AMLO le espera una tarea titánica para mejorar en algo al país dominado en términos políticos, económicos y militares por su vecino del norte. Sin embargo, esta vez el pueblo mismo se cansó de su amnesia y decidió votar por un candidato algo más cercano a las aspiraciones de los mexicanos.
Este es el país que está esperando con impaciencia al nuevo presidente, AMLO, quien desde el próximo primero de diciembre dirigirá el destino de la república. Prometió "cambios que serán profundos, pero con apego a la legalidad". Consideró como su tarea principal la lucha contra la pobreza y la desigualdad a través de los programas sociales de apoyo a grupos vulnerables. Aseguró también que en la lucha contra la corrupción castigaría inclusive a amigos y a familiares en caso de ser necesario.
AMLO piensa combatir la violencia sacando al ejército a la calle y perfeccionando la profesionalización de la policía corrigiendo los errores de sus predecesores. Habló también de una reforma energética para que México sea autosuficiente en combustible y en la necesidad de mejorar la educación pública gratuita.
Sin duda alguna será difícil cumplir con todas estas promesas tomando en cuenta la condición de dependencia en que le están dejando al país a López Obrador sus predecesores y, en especial, Enrique Peña Nieto que está por firmar un nuevo tratado con EEUU para sustituir al TLCAN que Donald Trump decidió eliminar para imponer condiciones más favorables para EEUU a costa de México.
El activista mexicano Manuel Pérez Rocha ya advirtió a AMLO que "desafortunadamente, igual como en el caso del tratado TLCAN, nadie sabe sobre las decisiones que propone el nuevo acuerdo comercial impuesto por EEUU respecto al sector energético y las organizaciones laborales estaban excluidas de las negociaciones lo que dificultaría la tarea de Andrés Manuel López Obrador de gobernar al país de acuerdo a sus promesas".
No cabe duda que a AMLO le espera una tarea titánica para mejorar en algo al país dominado en términos políticos, económicos y militares por su vecino del norte. Sin embargo, esta vez el pueblo mismo se cansó de su amnesia y decidió votar por un candidato algo más cercano a las aspiraciones de los mexicanos.
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