El secretismo rodea el incendio en un sumergible militar ruso en el que murieron el lunes 14 personas, entre ellos siete capitanes de alto rango –dos de ellos condecorados como Héroes de Rusia, la más alta distinción--. Las autoridades se han negado a confirmar el tipo de submarino implicado, tampoco a aclarar las causas del accidente. El suceso se considera secreto de Estado, según ha confirmado este miércoles el Kremlin, una catalogación que no ha hecho sino levantar aún más sospechas de que la embarcación –que según se ha afanado por recalcar el Gobierno se encontraba “en aguas territoriales rusas”-- estaba realizando algún tipo de misión especial secreta. También de si se trataba de un sumergible nuclear.
El ministro de Defensa, Sergéi Shoigu, ha asegurado este miércoles que hay supervivientes del incendio, aunque no ha aclarado cuántos ni quiénes. Shoigu, que ha viajado a la base militar de Severomorsk, en el Ártico, donde fue trasladada la nave, ha elogiado a la tripulación del sumergible por su acción “heroica”. "Evacuaron a un experto civil del compartimiento envuelto por las llamas y cerraron la puerta para evitar que el fuego se extendiera más; lucharon por la supervivencia de la nave hasta el final”, ha dicho Shoigu en Severomorsk, según cita la agencia Interfax.
El Gobierno ruso ha dado escasos detalles del incidente del submarino. “El comandante en jefe [el presidente, Vladímir Putin] tiene toda la información, pero por supuesto no puede ser completamente pública. Pertenece a la categoría de alto secreto”, ha declarado el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, que ha tratado de derivar cualquier pregunta al Defensa.
El martes, un día después de la tragedia, las autoridades emitieron una escueta nota en la que informaban de que una “embarcación de investigación de aguas profundas en el Mar de Barents” había sufrido un incendio en “aguas territoriales de Rusia” en el que murieron 14 de sus tripulantes. Comenzó entonces la especulación sobre un asunto especialmente sensible para la ciudadanía rusa por la enorme tragedia del submarino Kursk, en la que hace en el año 2000 murieron 118 personas y cuya pésima gestión y secretismo ha marcado a Putin desde entonces. Ayer, tratando de evitar un caso parecido, el presidente ruso suspendió su agenda y se reunió con Shoigu, a quien encargo personalmente la supervisión del caso. “No se trata de un barco ordinario”, reconoció Putin en la reunión, emitida por televisión.
Ciertamente no lo es, apunta el experto militar Alexander Goltz. “Se trata de una unidad militar de alto secreto. Además, para el Ejército ruso es algo extraordinario que en una tripulación estén siete capitanes de primer rango”, comenta al Eco de Moscú. En el Ejército ruso, ese rango supone, por ejemplo, encabezar la tripulación entera de un submarino nuclear. “Todo apunta a que esa unidad militar no es nada habitual ni ordinario. Esto no tiene precedentes en las Fuerzas Armadas de Rusia”, añade Goltz.
Este miércoles por la tarde, horas después de que la prensa rusa publicase sus identidades y fotografías y tras las acusaciones de secretismo de los medios independientes, el Ministerio de Defensa ha hecho públicas las identidades y biografías de los fallecidos. A los siete capitanes de alto rango se le suman otros tres de segundo rango. Y no solo había dos Héroes de Rusia, toda la tripulación tenía amplias condecoraciones.
Según el diario Fontanka –que se caracteriza por sus trabajos de investigación—, los fallecidos estaban asignados a una división secreta de una unidad militar de San Petersburgo, dedicada fundamentalmente a las operaciones de inteligencia y en estaciones nucleares de aguas profundas.
El diario Komsomolskaya Pravda incluso ha aventurado que el submarino implicado estaba realizando un trabajo tan “delicado” como el de recuperar del fondo marino un dron nuclear armado. Sin embargo, todo son elucubraciones. Incluido el tipo de embarcación accidentada. Aunque todos los medios rusos la identifican como un submarino AS-12 (o AS-31, que es la clasificación real), conocido más bien por el nombre de Losharik, una embarcación de inmersión que, según algunos expertos militares, puede llegar a alcanzar una profundidad de 6.000 metros y que, en alguna ocasión ha estado bajo el foco de EE UU, que sostiene que ha destruido o interceptado cables de comunicación del fondo marino.
Lo ocurrido en el Losharik es el accidente naval ruso más grave desde 2008, cuando 20 tripulantes del submarino nuclear Nerpa, de la flota del Pacífico, murieron cuando se inició accidentalmente el sistema de extinción de incendios.
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