El Instituto Central de Aerohidrodinámica (TsAGI) ruso inició las pruebas terrestres del avanzado motor de cohete. El nuevo proyecto tiene un objetivo audaz: crear un propulsor capaz de mantener en la órbita extremamente baja los aparatos espaciales sin necesidad de combustible.
El futuro motor, designado como un motor estatorreactor eléctrico, debe ser capaz de generar empuje del aire presente en la atmósfera enrarecida por medio de ionización en el campo electromagnético.
El aire ionizado y acelerado se convertirá en plasma, que generará el empuje para la nave espacial, en particular, para un satélite. Sin requerir combustible, la vida útil del motor solo dependerá de su resistencia física.
"El motor está diseñado para mantener los aparatos espaciales en órbitas extremamente bajas, menos de 250 kilómetros, durante largos períodos de tiempo", reza el comunicado del TsAGI.
Esta capacidad, según el texto, permitirá que un satélite pueda realizar las mismas tareas que los aparatos lanzados a bajas órbitas terrestres, alrededor de 1.000 kilómetros de altura.
Pero el costo de lanzarlo será "unas 300 veces menor", el propio aparato será de un menor tamaño y los equipos a bordo y de comunicación terrestre pueden tener una menor potencia.
Básicamente, se trata de un aparato orbital que usará el motor alimentado por el aire para combatir la fricción atmosférica y resistir el descenso hacia la superficie durante un largo periodo.
En la fase actual, los científicos del TsAGI determinaron los límites del futuro motor respecto al aire lo suficientemente enrarecido como para aprovechar la menor resistencia, pero también para generar plasma en el motor.
Los ensayos iniciales demostraron que el proceso es posible en alturas de entre 150 y 190 km.
"El siguiente paso será determinar el recurso del motor. Vamos a estudiar varias propuestas técnicas, calcularlas y ponerlas a prueba ", explicó el director del programa de estudios aeroespaciales del TsAGI, Alexandr Filátiev.
Después de las pruebas terrestres, llegará la hora de un experimento de vuelo en las órbitas terrestres ultrabajas, concluyó
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