Un equipo israelí de arqueólogos podría haber descubierto la primera prueba física de la existencia del profeta Isaías del Nuevo Testamento. Los detalles del que podría ser uno de los hallazgos religiosos más importantes de la historia han sido publicados en la revista Biblical Archaeology Review.
La evidencia ha resultado ser los restos de una pequeña esfera de arcilla de tan solo 1,016 centímetros de ancho en la que se indica que pertenecía al 'profeta Isaías'. El descubrimiento ha tenido lugar en unas excavaciones en la colina de Ophel, un promontorio al sur del Monte del Templo.
Junto con los restos de arcilla se han encontrado pequeñas figuras de animales y fragmentos de marfil, explica en su investigación la arqueóloga y doctora de la Universidad Hebrea de Jerusalén Eilat Mazar. Este tipo de esferas, conocidas como 'bullae', se utilizaban hace 2.700 años en las transacciones comerciales, generalmente de ganado, y su portador las debía sellar con su firma. Las 'bullae' se usaban como pagarés: el comerciante guardaba en su interior el equivalente a lo que había vendido y se la entregaba al comprador quien, de esta forma y rompiendo la esfera, podía recordar los detalles del trato.
El libro de Isaías es el más citado por los autores del Nuevo Testamento. Para los cristianos, el profeta predijo la llegada del Mesías, la muerte de Jesucristo y el nacimiento de la Virgen María. Vivió en el Reino de Judá —en parte del territorio del actual Israel—, durante los tiempos del rey Ezequías, de quien Isaías llegó a ser consejero.
Piedras en el camino
Puesto que la 'bulla' encontrada no está completa, la firma tampoco.
"[Entre las 'bullae' que encontramos estaba la de [un tal] 'Yesha'yah[ininteligible] Nvy[ininteligible]', lo que se traduce en un primer momento como 'El profeta Isaías'", señala Mazar en su investigación. Yesha'yahu es el nombre hebreo de Isaías en la escritura hebrea arcaica y las letras 'N', 'v' e 'y' corresponden a las tres consonantes que conforman la palabra 'profeta' en hebreo: 'navi'. Como la última letra —'aleph'— no figura, los arqueólogos no pueden descartar que perteneciese a alguien llamado Navi, un nombre muy común en aquella época, añade Mazar.
La arqueóloga advierte que la firma no puede ser, del todo, descifrada.
Sin embargo, la teoría de que en efecto pertenecía al profeta cobra fuerza cuando se recuerda que, en 2015 y a escasos metros del lugar donde se ha desenterrado la esfera, los arqueólogos hallaron la 'bulla' del propio rey Ezequías. Que el Isaías de la Biblia llegase a ser su consejero y que la misteriosa esfera se encontrase al lado de la de Ezequías tampoco se les pasa por alto a los arqueólogos.
Se cree que el profeta Isaías fue el responsable de la descripción bíblica de los cielos (Isaías, 6). Muchos son los investigadores que señalan que la visión de Dios entronado en los cielos fundó los cimientos de las posteriores descripciones del reino celestial.
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