Así es, hoy se supo que el efecto que tienen los misiles hipersónicos sobre los radares y las computadoras de cálculo de trayectoria de objetivos entrantes es que estas, las computadoras, se vuelven locas tratando de determinar la trayectoria de los misiles, así como la cantidad de proyectiles involucrados en el ataque; de tal modo que son incapaces de realizar un cálculo preciso de cuantos misiles entrantes están llegando, así como sus respectivas trayectorias y posibles lugares de impacto.
Esto se debe a que, debido a la extraordinaria
velocidad de estos misiles (entre mach 5 y mach 22, que es la velocidad
del misil ruso Avangard), así como por sus trayectorias constantemente
cambiantes, es que los radares, y sus respectivas computadoras, de los
sistemas de defensa antiaérea occidentales no pueden determinar el
número de los misiles involucrados en el ataque, así como la trayectoria
de los mismos, por lo que se bloquean tratando de resolver el problema.
Este efecto se logra por el hecho de que los misiles
hipersónicos debido a su enorme velocidad, así como por las constantes
modificaciones de su trayectoria para poder esquivar posibles misiles
interceptores, de manera continua generan explosiones sónicas;
explosiones sónicas que las computadoras interpretan como misiles
entrantes, por lo que, una vez terminado su efecto, el de las
explosiones sónicas, el supuesto misil en las pantallas del radar
desaparece, lo que vuelve locas a las computadoras pues no saben cómo
interpretar este fenómeno.
Esto ha sido revelado por algunos
medios occidentales, confirmando lo declarado hace algunos días por el
mismo Pentágono, cuando decían que habían podido detectar el lanzamiento
de los misiles hipersónicos rusos Kinzhal durante la operación militar
especial en Ucrania. Entonces los militares estadounidenses afirmaron
que pudieron seguir la trayectoria de los misiles Kinzhal lanzados por
las fuerzas armadas de Rusia; sin embargo, hoy se supo que,
efectivamente, pudieron detectar el disparo de los misiles, pero no
pudieron seguir su trayectoria, pues sus radares y computadoras de sus
sistemas antiaéreos se volvieron locas tratando de seguir la trayectoria
de los misiles hipersónicos rusos; es más, ni siquiera pudieron
determinar cuántos misiles se dispararon realmente, pues en sus
pantallas aparecían como cientos de ellos, mientras que en la realidad
solo eran unos cuantos los que efectivamente se lanzaron; esto les causó
un pavor indescriptible.
Esto viene a confirmar una vez más que
los nuevos misiles hipersónicos rusos son indetectables, e imbatibles,
pues no solo no existe misil interceptor que les pueda dar alcance, sino
que aun los sistemas antiaéreos occidentales se vuelven locos tratando
de ubicar su posición, así como el número de ellos; de tal modo que, en
caso de guerra entre Rusia y la OTAN, todos los sistemas antiaéreos
occidentales serían desaparecidos de sobre la faz de la tierra en un
santiamén gracias a los nuevos misiles hipersónicos rusos, entre ellos,
los Kinzhal, los Avangard y los Zircón.
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