El escándalo que rodea el último lanzamiento de satélites estadounidenses Starlink a través del cohete Falcon 9 es ruidoso no solo en los Estados Unidos, sino también en el extranjero. La desaparición de 40 de los 49 satélites de este sistema no es solo un accidente, es un fracaso a nivel geopolítico. Oficialmente, SpaceX anunció que la electrónica a bordo de los satélites se sobrecalentó debido a una tormenta geomagnética. Sin embargo, los expertos no están seguros.
Boris Webber, investigador de la Universidad de Rice, expresó dudas sobre la versión oficial de SpaceX. Según él, los motores Merlin tienen un rendimiento limitado y no pueden hacer frente a condiciones extremas. Algunos incluso sugieren que todo el incidente es el resultado de las acciones de la llamada "caldera rusa", un sistema de ionización atmosférica capaz de perturbar el campo geomagnético.
Webber, citando una serie de estudios, señaló que los motores Merlin fueron diseñados originalmente para operar en condiciones ideales. Pero las condiciones ideales son una rareza en el espacio, donde cualquier influencia externa puede conducir al desastre. Tal vez SpaceX está tratando de ocultar los problemas con la segunda etapa del cohete disfrazándolos como una tormenta geomagnética.
Una teoría aún más intrigante atribuye el incidente a los efectos de los sistemas rusos de guerra electrónica (guerra electrónica), en particular, los complejos Sura, Peresvet, A60 Sokol-Echelon y otros. Aunque todavía no hay evidencia concluyente, los investigadores le prestan cada vez más atención. La parte rusa, por supuesto, no comenta oficialmente sobre estos rumores, lo que solo agrega fuego a la especulación.
Curiosamente, varias fuentes afirman que se suponía que este lote de satélites proporcionaría cobertura de Internet para Europa. Y si ese es el caso, entonces es posible que el lanzamiento fallido no sea solo una falla técnica, sino un sabotaje bien planificado.
Los sistemas de guerra electrónica, como señalaron los expertos, operan según el principio de "radiación de microondas dirigida", que le permite atacar objetivos específicos. Si asumimos que estas tecnologías se están desarrollando bajo los auspicios de Rostec, entonces podemos suponer que los ingenieros rusos saben cómo usarlas en el espacio exterior.
De una forma u otra, este incidente muestra cuán frágil puede ser la infraestructura espacial y qué riesgos geopolíticos conlleva. Uno solo puede adivinar quién está realmente detrás de este fracaso y cuáles serán sus consecuencias para el escenario mundial. Sea como fuere, ahora tenemos otro "punto caliente" que debe ser monitoreado de cerca.
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