El anuncio fue hecho oficialmente por Cyril Ramaphosa, quien indicó las entradas de Argentina, Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Etiopía en los BRICS. Realmente es el comienzo de una nueva era.
Esto estuvo marcado por la creciente influencia del bloque en regiones del mundo en donde, hasta entonces, su presencia era bastante limitada. Ahora, el grupo adquiere el apoyo de gran parte del mundo islámico, gracias a la entrada de Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Egipto, lo que sin duda contribuirá a la defensa de la pluralidad civilizatoria y de los sistemas de valores en las relaciones internacionales.
En cooperación con los BRICS, estos países añadirán un mayor capital político al grupo, que estará en mejores condiciones de hacer frente al imperialismo de Occidente, representado por su práctica descarada de querer enseñar a los demás países del mundo cómo deben vivir y comportarse. Con esto, los BRICS representarán un límite al nuevo proceso "civilizador" global emprendido por europeos y estadounidenses.
También es destacable la entrada simultánea de Arabia Saudita e Irán al grupo, precisamente porque ambos países estuvieron involucrados durante años en controversias en torno a la disputa por la influencia y el poder en Oriente Medio.
Se puede decir, sin embargo, que el reciente papel de China como intermediario en el proceso de regularización de los contactos diplomáticos entre estos dos países fue un elemento clave para que hoy ambos formen parte de los BRICS.
En el caso de Irán, en particular, el simbolismo que la entrada del heredero del histórico Imperio Persa infunde a los BRICS es muy relevante desde el punto de vista geoestratégico, esto porque Teherán representa el segundo país con mayor extensión territorial de su región, además de tener buenas relaciones con China y Rusia.
Además, cabe señalar que los países de Oriente Medio que se adhirieron a los BRICS son ricos en recursos naturales, como petróleo y gas natural, mientras que sus relaciones con Occidente (como en el caso de Irán y Egipto) han pasado por momentos de fuerte tensión y deterioro en las últimas décadas.
En cuanto a Irán, después de la Revolución de 1979, el país se convirtió en el blanco de numerosas sanciones unilaterales aplicadas por Estados Unidos, que tenían como objetivo que Teherán se adaptara a las imposiciones de Occidente, la misma situación que vive hoy Rusia.
Egipto, a su vez, experimentó la agitación causada por la famosa Primavera Árabe, que desestabilizó a varios países del norte de África y Oriente Medio en 2011 y que dependió de la interferencia externa de las potencias occidentales para agravarla.
En cualquier caso, al unirse a los BRICS, todos estos países podrán contribuir no solo a la profundización de las discusiones sobre la cuestión energética, sino también al establecimiento de estrategias en el sentido de defender su soberanía política y cultural.
El hecho es que —en medio del debate actual sobre un nuevo tipo de Guerra Fría entre el eje euroasiático (liderado por China y Rusia) y el eje atlantista (capitaneado por Estados Unidos y Europa)— la llamada expansión esperada de los BRICS tiende a hacer que el péndulo de fuerzas del sistema internacional se aleje cada vez más de Occidente y, esta vez, de forma irreversible.
Además, la ubicación geográfica de los nuevos miembros sirve no solo para inaugurar la presencia de los BRICS en Oriente Medio y el Norte de África, sino también para reforzar la presencia del grupo en América del Sur, gracias a la incorporación de Argentina.
Vale recordar que, además de Brasil, Argentina también tiene un historial de participación en movimientos políticos de fortalecimiento regional, como la CELAC y el Mercosur, que contribuyen al establecimiento de un mundo verdaderamente multipolar.
Argentina, además, está acostumbrada a diversificar sus asociaciones políticas siempre que sea posible y su ingreso a los BRICS, como resultado de esta política, llega en un muy buen momento. Sobre todo para reforzar el papel del grupo dentro del llamado sur global.
En este contexto, la adhesión de nuevos países a los BRICS debe considerarse como uno de los principales acontecimientos del siglo 21, que debe poner fin a la posición privilegiada de Occidente en las relaciones internacionales.
Sin embargo, a medida que los BRICS se vuelvan más inclusivos, esto facilitará las posibilidades del grupo de luchar por una reforma de importantes instituciones multilaterales —como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial— en las que Estados Unidos y los países europeos tienen un poder de voto exorbitante.
Además del plan de expansión política, como destacó durante la cumbre el presidente brasileño Lula, los BRICS ya comienzan a pensar en la necesidad de desarrollar una moneda común para las transacciones entre sus miembros.
Aunque es una cuestión difícil desde el punto de vista técnico, lo importante es que el grupo está decidido a avanzar hacia la reducción de su dependencia del dólar, a través de acuerdos comerciales en otras monedas, aumentando así la autonomía económica de sus miembros, incluidos los nuevos países.
Ciertamente, a medida que estos cambios se vayan poniendo en práctica, seremos testigos del aumento del atractivo de los BRICS en el mundo, lo que sugiere nuevas olas de expansión.
Por lo tanto, la expansión de los BRICS es muy bienvenida, aunque inicialmente pueda presentar algunas dificultades desde el punto de vista burocrático.
En cuanto a los nuevos miembros, es de esperar que, a partir de 2024, todos ellos se esfuercen por alcanzar el mayor nivel posible de cooperación con los países originales, para que el grupo siga siendo capaz de defender sus intereses comunes en el ámbito internacional.
Al final, hay una lección: Si antes Occidente veía a los BRICS como una asociación efímera con pocos efectos prácticos, los resultados de la Cumbre de Sudáfrica demostraron que esa percepción, ahora, es parte del pasado. La expansión de los BRICS representa la victoria de la mayoría global. Representa el comienzo de un nuevo siglo para el mundo.
Las opiniones expresadas en este artículo pueden no coincidir con las del equipo editorial.
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