Pues nada, que a últimas fechas el país latinoamericano ha visto como se suceden constantes protestas, con mayor virulencia cada vez, en contra del gobierno legítimo de Nicolás maduro; y no es que defienda a Maduro, pero la realidad es que es el presidente legítimo del país, pues fue elegido por mayoría de votos en elecciones democráticas.
Pero la pregunta es, ¿son espontaneas estas protestas o son promovidas por fuerzas ocultas que solo buscan la destrucción de Venezuela?
La semana anterior el canal ruso RT realizó una excelente entrevista al periodista francés Thierry Meyssan en la cual develaba todo el complot imperialista que se cierne sobre Venezuela y otros países alrededor del mundo.
Y tal como dijera Meyssan; el imperio oscuro, es decir, el gobierno estadounidense, se apresta a intervenir en Venezuela, pero no a través de sus tropas anglosajonas, no; ellos lo harán a través de intermediarios, tal como hicieron en Ucrania, Siria, Egipto, Libia, etcétera.
Estas son las nuevas guerras del Pentágono; guerras subsidiarias que pelean sus mercenarios, mercenarios con diferente rostro, pero a fin de cuentas mercenarios pagados y entrenados por Washington y aliados de la OTAN.
En Siria, Libia e Iraq lo hacen sus empleados del Estado islámico, Al Queda y Ejército libre sirio, entre otros; ahora también intervienen en Filipinas.
Pero ahora se lanzan contra el país hermano Venezolano.
Ellos, los de la elite, no enviaran marines a pelear sus nuevas guerras, no, ellos enviaran mercenarios traídos de muchos países.
Primero establecen bases militares en los países limítrofes con la nación que pretenden destruir; después traen gente de países vecinos o de otros aún más lejanos, e inclusive de otros continentes, y los entrenan en sus bases militares para después infiltrarlos en el país objeto de su rencor.
A esos mercenarios infiltrados los disfrazan como gente del lugar a atacar, como gente “común y normal” pero en realidad nada tienen que ver con ellos; no comparten su cultura, su ideología, su religión ni sus intereses, solo están ahí para desestabilizar y causar caos. Organizan pequeñas protestas aquí y allá, y en las verdaderas protestas organizadas por la ciudadanía local se infiltran causando desorden y violencia dirigida contra las autoridades y contra todo y todos; no tienen un patrón definido de actuar, pues su objetivo es confundir y provocar el caos entre las filas de los verdaderos manifestantes.
Pero claro, tienen sus aliados dentro de las filas de los líderes sociales del país en cuestión, mejor dicho, sus súbditos, que están de acuerdo en provocar confusión dentro de las redes de los movimientos sociales legítimos.
Una vez se organizan protestas masivas por esos líderes traidores, los mercenarios infiltrados comienzan su trabajo provocando desorden y violencia; en tanto, francotiradores previamente instalados en las azoteas de los edificios alrededor de la manifestación comienzan a disparar a diestra y siniestra, asesinando tanto a manifestantes como a elementos de las fuerzas armadas del país y de la policía. Con estas acciones se siembra el caos y la gente se queda en shock, sin saber que ha pasado ni de donde han salido los disparos.
Inmediatamente se acusa a las autoridades del país, a través de los medios ligados al establishment, de represión criminal contra la población civil. Se organizan transmisiones clandestinas de televisión, radio e internet, donde se escenifican actos de violencia protagonizados presuntamente por las autoridades contra los manifestantes.
Después esos mercenarios infiltrados comienzan a organizar escaramuzas contra elementos de la policía y el ejército; ellos mismos se graban y envían las grabaciones a sus patrones, los cuales las mandan a sus medios de comunicación y estos las muestran al público como escenas de conflicto y rebelión de los ciudadanos contra sus autoridades.
Posteriormente se comienza una campaña internacional para pedir la intervención de las Naciones Unidas para detener el derramamiento de sangre; situación que es aprovechada por Washington para organizar una “coalición internacional” para detener al gobierno genocida que masacra a sus mismos ciudadanos; entonces empieza el bombardeo y la financiación de los grupos “rebeldes” que luchan contra el gobierno legítimo; claro, esos “rebeldes” son los mismos mercenarios previamente infiltrados; mercenarios que, constantemente y en números cada vez mayores, llegan al país objeto de la agresión.
Y eso es exactamente lo que comenzamos a percibir en el caso de Venezuela: una “descomposición social” promovida por Washington y sus secuaces de la “oposición” venezolana.
Pero EEUU no busca realmente derrotar al gobierno venezolano y colocar un gobierno títere en su lugar; no, en realidad lo que ellos quieren es destruir económica y socialmente a Venezuela. Intentan sumergirla en un perpetuo caos para así evitar el posible surgimiento de un oponente real en la región.
Ellos quieren evitar la alianza entre Moscú y Caracas; y así mismo, frustrar el desarrollo del país sudamericano. En última instancia, intentan desmembrar a Venezuela, fragmentarla en varios estados más pequeños.
Pero parece que Caracas ha entendido esto muy bien, pues para evitar la infiltración a su territorio de mercenarios extranjeros es que ha militarizado su frontera con Colombia, pues a través de esa frontera Washington intenta infiltrar mercenarios entrenados en sus bases militares ubicadas en suelo colombiano.
Pero no sólo lo intentaran a través de Colombia, también lo harán utilizando el territorio guyanés, y tal vez el de Brasil, pues Brasil actualmente tiene un gobierno títere de Washington que ha pactado hacer ejercicios militares con los yankees en la selva amazónica. En dichos ejercicios participan, además de los ejércitos de Brasil y EEUU, también los de Perú y Colombia. Recordemos que el actual presidente del Perú es un judío aliado de la elite. Ya ni hablemos de Colombia, que en su territorio alberga varias bases militares estadounidenses.
Así pues, estamos ante un intento de balcanización de Venezuela por parte de las élites depredadoras.
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