Qué les depara el futuro a los pueblos anglosajones del mundo? ¿Qué se
divisa realmente en el horizonte para los Estados Unidos, Inglaterra, Canadá,
Australia y Nueva Zelanda? Los jefes de gobierno no lo saben. Los principales
analistas de asuntos internacionales tampoco lo saben. Ni la gran mayoría
de los editores y periodistas del mundo. ¡Sin embargo, usted lo puede
saber!
¿Sorprendente? ¡Por supuesto, pero es la verdad!
¿Cómo se puede llegar a saber? Las respuestas a los grandes interrogantes
de la vida, de los cuales uno es lo que nos depara el futuro, se encuentran
en el libro de mayor venta en la historia, la Biblia. Más de la cuarta parte de
la Biblia es profecía, principalmente para nuestros días y el porvenir.
Ahora bien, ¿cómo podemos llegar a entender esas profecías? Quizás la
llave más importante para abrir los misterios de la profecía bíblica se
encuentra revelada aquí, en las páginas de este folleto.
Hay naciones como Egipto y Etiopía que se mencionan directamente en la
Biblia. Mas, ¿qué ocurre con las naciones de mayor preponderancia en el
mundo moderno? ¿Es posible acaso que las profecías para el tiempo del
fin no tomen en cuenta a los Estados Unidos e Inglaterra, y a los demás
países de la Mancomunidad Británica?
La llave fundamental para poder abrir al entendimiento muchas profecías
bíblicas es conocer la verdadera identidad de los pueblos anglosajones;
porque estos pueblos se identifican en la Biblia por el nombre de su antiguo
progenitor. ¿Quién es este antiguo progenitor? ¡Es posible demostrarlo!
¿Por qué razón los pueblos anglosajones han llegado a poseer las regiones
más ricas de la Tierra? ¿Por qué han llegado a tener riquezas y poder sin
parangón? Tras un rápido surgimiento que comenzó en 1800, la Gran
Bretaña y los Estados Unidos alcanzaron la prominencia mundial, y juntos
han dominado los siglos 19 y 20. Mas, ¿qué sucederá en el siglo 21? ¿Seguirán
desempeñando el mismo papel de liderazgo, o todo cambiará? Es
fundamental conocer lo que el futuro les depara. Los acontecimientos de
los próximos años confundirán por completo a los expertos. Pero nosotros
podremos entenderlos si utilizamos la llave maestra de la profecía hasta
este tiempo extraviada.
Aunque en años recientes se ha escrito mucho acerca de la profecía bíblica,
casi todas esas obras están completamente equivocadas porque sus
escritores no conocen la llave maestra para descifrarla.
En términos sencillos: la mayoría de las profecías del Antiguo Testamento
están dirigidas a la casa de Israel. Como suponen erróneamente que esas
referencias a Israel significan profecías para el pueblo o el Estado judío en
el Medio Oriente, la mayoría de los comentaristas bíblicos tienen un enfoque
equivocado. Desconocen la identidad actual de los descendientes de la
antigua Israel. Sin embargo podrían saberlo, porque los registros tanto en
la historia como en las Escrituras lo señalan claramente.
Si bien el estado judío y la ciudad de Jerusalén desempeñan un papel muy
importante en las profecías para el tiempo del fin, no todos los israelitas
son judíos. El patriarca Jacob, cuyo nombre fue cambiado por el de Israel,
fue padre de doce hijos. Uno de sus hijos, Judá, es el progenitor del pueblo
judío. Mas, ¿quiénes son los descendientes de los otros hijos?
Cuando las doce tribus llegaron a la tierra prometida después del cautiverio
en Egipto, cada una se estableció en una región diferente. Después de
Salomón esas tribus se dividieron en dos reinos. El reino del sur, llamado
Judá, fue constituido por las tribus de Judá, de Benjamín y la mayoría de
los levitas. Las otras diez tribus formaron el reino del norte llamado Israel.
Después de un sitio de tres años, en el año 721 AC los asirlos conquistaron
a Samaría, capital de Israel. En forma sistemática, los asirlos iniciaron la
deportación de los israelitas hacia el norte del Río Eufrates, a la región
comprendida entre los mares Negro y Caspio (2 R. 17).
Después de apoderarse de Israel, los asirios avanzaron hacia Judá, el reino
del sur. Exequias, en ese entonces rey de Judá, clamó con gran fervor a
Dios; quien intervino con el envío de un ángel para destruir al ejército asirio
del Rey Senaquerib en el año 701AC. Judá fue entonces protegida y pasaría
casi un siglo antes de que su libertad fuera de nuevo amenazada.
En el año 604AC, los babilonios bajo el Rey Nabucodonosor invadieron a
Judá y avanzaron sobre Jerusalén. Judá fue entonces hecha tributaria del
Imperio Babilónico. En el año 597AC, Nabucodonosor regresó y llevó
cautivo a Joaquín, rey de Judá; y dejó a Sedequías en el trono. Insatisfecho
con la conducta de Sedequías, Nabucodonosor volvió como a los diez años
y destruyó por completo a Jerusalén; incendió el templo y se llevó en
cautiverio a Babilonia a la mayor parte de los judíos.
Pasaron los años, y en el otoño del 539AC Babilonia cayó ante los ejércitos
de Ciro el Grande, rey de Persia. Al poco tiempo, Ciro emitió un decreto por
el cual se les permitía a los judíos salir de Babilonia y regresar a reconstruir
el templo de Jerusalén bajo la dirección de Zorobabel.
Las diez tribus "perdidas"
Es preciso señalar un punto crucial que pasa desapercibido para la mayoría:
¡LAS DIEZ TRIBUS DEL NORTE JAMÁS REGRESARON DE SU CAUTIVERIO!
Establecidas en una región a cientos de kilómetros de donde los judíos
fueron tomados más de un siglo después, las diez tribus de Israel
permanecieron completamente aparte y separadas de los judíos.
¿Qué sucedió con esas diez tribus de Israel? La historia las ha llamado "las
diez tribus perdidas". ¿Adonde fueron? La respuesta es uno de los episodios
más fascinantes de la historia. De hecho, ¡la respuesta a ese misterio es la
llave que nos abre el entendimiento a la mayoría de las profecías del Antiguo
Testamento!
Como es de suponer, la identidad y ubicación de esas antiguas tribus nos
revela quiénes son los anglosajones de los Estados Unidos, Canadá,
Inglaterra, Australia, Nueva Zelandia y los descendientes de los británicos
en Sudáfrica. Este conocimiento nos explicará la razón de la supremacía de
esas naciones y lo que les ha de acontecer en un futuro cercano.
El conocimiento de la identidad de los descendientes de la antigua Israel
se obtiene mediante un minucioso examen de la Escritura y de los anales
de la historia secular. Los dirigentes más instruidos de nuestro mundo
moderno están ciegos ante los hechos reales que nos presentan la Biblia
y la historia. Han sido cegados por la teoría de la evolución que descarta
por completo el gran valor actual de la Biblia. Como resultado, son incapaces
de ver la sorprendente historia que se encuentra en las Escrituras y su
importancia para el futuro.
La mayoría de los dirigentes religiosos se encuentra en esta misma situación.
Incluso los que afirman que en el conocimiento de la Biblia está su autoridad,
están cegados por los prejuicios de su tradición denominacional.
Sin embargo, ¡este no es un asunto de historia antigua! Nuestro futuro y el
de nuestras familias, así como el futuro de muchas naciones depende de
la respuesta a la pregunta: ¿Dónde se encuentran las "diez tribus perdidas
de Israel"? Como lo veremos, ¡la llave maestra que nos abre el entendimiento
a las profecías de la Biblia ha sido hallada!
La sorprendente visión de Ezequiel
En el sur de Mesopotamia, cerca de la Ciudad de Babilonia, se encontraba
un joven judío a la orilla de un río. Este joven pertenecía a los miles de
judíos que habían sido traídos cautivos, hacía más de cuatro años, desde
su tierra natal por los ejércitos del Rey Nabucodonosor.
A la edad de 30 años, en el quinto año de su exilio, el sacerdote Ezequiel
tuvo una sorprendente visión. Al principio vio como un torbellino que se
aproximaba proveniente del norte. Pero observando atentamente, vio que
no era una simple tormenta que se acercaba. Poderosos relámpagos salían
del "viento tempestuoso". A medida que el torbellino se acercaba con un
fuego envolvente y un gran resplandor, Ezequiel empezó a ver detalles
dentro de esta sorprendente tempestad.
Primero vio cuatro figuras angélicas con apariencia humana, pero cada una
tenía cuatro caras y cuatro alas. Al seguir observando, notó que bajo cada
criatura giraba una enorme rueda que se movía según lo hacía el extraño
ser. Luego apareció una gran expansión de cristal maravilloso sobre sus
cabezas.
Cuando todo el conjunto estuvo más cerca, Ezequiel pudo distinguir una
luz brillante sobre la expansión cristalina y dentro de esa luz pudo ver la
figura de un trono y a un glorioso Ser sentado en él. Entonces dijo: "Esta
fue la visión de la semejanza de la gloria del Eterno" (Ez. 1:28). Luego Ezequiel
se postró sobre su rostro.
Repentinamente una voz salió del trono y le ordenó a Ezequiel que se
levantara. El Dios de Israel le dio entonces una comisión, Ezequiel fue
nombrado "centinela" para la casa de Israel (Ez. 2:3;
33:7, Biblia de Jerusalén).
Este asombroso despliegue de gloria y majestad dejó en Ezequiel una
profunda impresión de la importancia del encargo. Para que Dios se revelara
en esa forma debía tener un propósito verdaderamente importante.
La comisión de Ezequiel
Observemos que la comisión de Ezequiel no lo colocaba como centinela
de su propio pueblo, la casa de Judá, sino de las diez tribus del norte; ¡la
casa de Israel! Judá estaba solo parcialmente en cautiverio; la destrucción
de Jerusalén ocurriría pocos años después. Pero la casa de Israel había sido
llevada a una tierra extraña, a cientos de kilómetros de donde estaba
Ezequiel y más de 120 años antes. ¿Qué sentido tendría entonces advertirle
a ese pueblo, ya cautivo, de una inminente invasión y cautiverio?
Evidentemente el mensaje de Ezequiel no era para la casa de Israel de sus
días. ¡Dios no les iba a advertir sobre un castigo más de un siglo después
de enviarlo! Esto no tendría ningún sentido. Además, Ezequiel nunca tuvo
la oportunidad de darle personalmente el mensaje a la casa de Israel. De
aquí podemos deducir que ese mensaje era para el tiempo del fin, ¡y que
fue escrito y preservado para que fuera entregado por los actuales siervos
de Dios!
Dios designó a Ezequiel para que fuera un centinela. Ahora bien, ¿qué es
exactamente un centinela? Es alguien que en la antigüedad vigilaba desde
una torre alta sobre los muros de las ciudades para advertir sobre alguna
amenaza o peligro. El trabajo de centinela era estar alerta y vigilante,
oteando el horizonte para ver si se aproximaba algún enemigo. Cuando
estaba seguro de que algún enemigo se aproximaba, el centinela daba la
alarma con el sonido de una trompeta.
Asimismo, Dios le advirtió a Ezequiel que si no sonaba la alarma y las
calamidades caían sobre el pueblo inadvertido, demandaría la sangre de
sus manos. Pero si él sonaba la alarma y el pueblo no hacía caso, sufrirían
las consecuencias pero Ezequiel quedaría libre de culpa (Ez. 33:9).
La casa de Israel durante los días de Ezequiel ya estaba en cautiverio. La
generación que fue llevada en cautiverio había recibido la última advertencia
más de un siglo antes por los emisarios del Rey Ezequías de Judá (2 Cr. 30:1-
12). Muy pocos hicieron caso; la nación toda se burló de las advertencias;
entonces Israel fue llevada en cautiverio. Luego, más de un siglo después,
a Ezequiel le fue encomendado un mensaje semejante de vital importancia.
Los sucesos que habrían de ocurrir en Jerusalén y Judá serían una "señal"
para la casa de Israel (Ez. 4:3); pero las advertencias de Ezequiel serían para
Israel en el tiempo del fin. De hecho, la Escritura nos dice que esas
advertencias debían escucharse cerca del día del Eterno (Ez. 7:19; 13:5; 30:1-
3); cuando Dios intervenga al final de esta era. Otras profecías de Ezequiel
se refieren a la reunificación después de la venida del Mesías; cuando el
Rey David sea resucitado y coronado rey sempiterno (Ez. 37:21-25);
evidentemente en la resurrección de los santos, un momento que de
acuerdo con las profecías será al regreso de Jesucristo con poder y gloria
(1 Co. 15:50-53; 1 Ts. 4:16).
La sorprendente visión de Ezequiel cobra un gran significado en la actualidad;
porque nos deja ver la seriedad e importancia de esa comisión que Dios le
dio. Con esto en mente, es fundamental conocer el paradero de los actuales
descendientes de la antigua casa de Israel. Una vez que conozcamos su
identidad, debemos entonces llevarles el mensaje de advertencia de
Ezequiel.
El mensaje de Ezequiel es en realidad una reprensión por el pecado, un
llamado al arrepentimiento y una promesa de su futura liberación y
restauración. Por un lado es un mensaje de advertencia severa del inminente
juicio de Dios, por el otro es la esperanza de un futuro glorioso. De hecho,
es la única esperanza en el mundo. Las naciones anglosajonas han perdido
su sentido de lo moral y parece que también su rumbo en la Tierra; acosadas
por graves problemas y retos tanto internos como extemos, carecen de
sabiduría y de voluntad para afrontarlos.
Habiendo descendido desde la cumbre del poderío mundial al concluir la
segunda guerra mundial, los pueblos anglosajones afrontan problemas
cada vez más graves. Sin
embargo, la decadencia moral
interna es lo peor. En medio de
la prosperidad material, han caído
en la pobreza moral. Con todo,
las crisis que les esperan en el
futuro inmediato, ni los dirigentes
ni el pueblo se las imaginan.
¿Cómo podemos estar seguros
de que las profecías de la Biblia
dirigidas a Israel se refieren
primordialmente a los pueblos
anglosajones? ¿Qué advierten
esas profecías para el futuro? ¡Más
adelante veremos las asombrosas
respuestas a estas y otras
preguntas!
Las antiguas promesas
A partir de Génesis 11:26 la Biblia inicia la historia de Abram, cuyo nombre
luego es cambiado por Abraham. El resto de la Escritura es lo que surge de
la relación de Dios con Abraham y las promesas para él y sus descendientes.
Esas promesas son la base de casi todas las profecías de la Biblia para el
futuro.
Abram nació en una familia que vivía en Ur de los caldeos, ciudad cercana
a la antigua Babilonia en el sur de Mesopotamia. Después de la muerte de
uno de sus hermanos; Abram, su padre y varios de sus familiares se
trasladaron a Harán, ciudad a varios cientos de kilómetros hacia el noroeste,
vecina del alto Eufrates. Poco tiempo después murió Taré, padre de Abram/
y allí fue enterrado. Entonces Dios le ordenó a Abram, cuya edad era de 75
años, que dejara al resto de su familia y se fuera a una tierra que Él le
mostraría. Dios le prometió entonces a Abram que haría de él una gran
nación.
La promesa que aparece por primera vez en Génesis 12 es algo vaga.
Simplemente se refiere a una tierra indefinida que Abram y su familia
heredarían en el futuro. Pero en el resto del Génesis encontramos la
extraordinaria historia del desenvolvimiento de las promesas de Dios.
Revelación de las promesas a Abraham
En Génesis 12:1-3 encontramos las primeras promesas que Dios le hizo a
Abram. Dios le dijo que haría de él "una nación grande", que lo bendeciría
y que en él serían benditas todas las naciones de la tierra. También le dijo:
"Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré" (v.
3).
Después que Abram, su esposa y su sobrino Lot llegaron a la tierra de
Canaán; tras un incidente Dios decidió aclarar mejor sus promesas. Abram
y Lot tenían grandes rebaños y surgió entonces una contienda entre sus
pastores por los derechos de pastoreo. Abram solucionó el asunto
ofreciéndole a Lot que escogiera las tierras de su preferencia. Lot se decidió
por las llanuras al otro lado del Jordán y se fue con sus rebaños cerca de
las ciudades de Sodoma y Gomorra.
Después que los dos se separaron. Dios confirmó sus promesas a Abram:
"El Eterno dijo a Abram, después que Lot se apartó de él:
Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el
sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y
a tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de
la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu
descendencia será contada" (13:14-16). En Génesis 15 esta promesa es
todavía más amplia; porque Dios le dijo que su descendencia sería como
el número de las estrellas (v. 5). Además le señaló los límites de su heredad
en el Medio Oriente, cuando le explicó que a sus descendientes les daría
la tierra que se extendía desde el Río de Egipto hasta el Eufrates, área que
incluía los territorios de varios pueblos que en ese momento ocupaban la
tierra (vs. 18-21).
toda la informacion fue tomada del folleto:
Estados Unidos y Gran
Bretaña en profecía
Por John H. Ogwyn
Bretaña en profecía
Por John H. Ogwyn
No hay comentarios:
Publicar un comentario