palabras de nuestro señor y salvador JesusCristo, para estos tiempos, que no necesitan mayor explicacion
1 Levantando los ojos, vio a los ricos que
echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas. 2 Vio
también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas.
3 Y dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que
todos. 4 Porque todos aquéllos echaron para las
ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el
sustento que tenía.
5 Y a unos que hablaban de que el templo estaba
adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo: 6 En
cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre
piedra, que no sea destruida.
7 Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo
será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder?
8 El entonces dijo: Mirad que no seáis
engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El
tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos. 9 Y
cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario
que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente.
10 Entonces les dijo: Se
levantará nación contra nación, y reino contra reino; 11 y
habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y
habrá terror y grandes señales del cielo.
12 Pero
antes de todas estas cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a
las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores
por causa de mi nombre. 13 Y esto os será
ocasión para dar testimonio. 14 Proponed en
vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder en vuestra defensa;
15 porque yo os daré palabra y sabiduría, la
cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan.
16 Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos,
y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros; 17 y
seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. 18 Pero
ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. 19 Con
vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.
20 Pero cuando viereis a
Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado.
21 Entonces los que estén en Judea, huyan a los
montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no
entren en ella. 22 Porque estos son días de
retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.
23 Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las
que críen en aquellos días! porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira
sobre este pueblo. 24 Y caerán a filo de
espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada
por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.
25 Entonces habrá señales en el sol, en la luna
y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa
del bramido del mar y de las olas; 26 desfalleciendo
los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la
tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.
27 Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube
con poder y gran gloria.
28 Cuando estas cosas
comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención
está cerca.
29 También les dijo una
parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. 30 Cuando
ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca.
31 Así también vosotros, cuando veáis que
suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
32 De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo
esto acontezca. 33 El cielo y la tierra
pasarán, pero mis palabras no pasarán.
34 Mirad también por
vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez
y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.
35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los
que habitan sobre la faz de toda la tierra. 36 Velad,
pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas
estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.
37 Y enseñaba de día en el
templo; y de noche, saliendo, se estaba en el monte que se llama de los Olivos.
38 Y todo el pueblo venía a él por la mañana,
para oírle en el templo.
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